Fui al mercado en busca de una serie de ingredientes que nunca había podido comprar por mi misma hasta ahora, había salido un poco del agarre del internet y las compras online, una gran hazaña para mi. La mejor plaza de mercado se encontraba en Anturio, pueblo con el cual el bosque limitaba al sur, lugar en el cual me estaba deleitando con la presencia de tantas personas y tantas cosas, alguna desconocidas para mi. Todos eran muy amables, por supuesto, porque su trabajo era intentar vender tanto como pudieran. Pero, mi mañana no podía terminar del todo bien, porque después de todo parecía demasiado bueno para ser verdad.
—¿Disfrutando de tu libertad?
Mi mano se detuvo a medio camino, justo cuando planeaba comprar un deliciosa manzana roja. A mi espalda una mujer anciana habló, hizo una pregunta disfrazada de inocencia. Alexa siempre fue una mujer cínica y llena de envidia; sin embargo, sabía ocultarse perfectamente tras la cortesía y su voz dulce. Me di la vuelta para verle el rostro arrugado que tres días atrás permanecía joven e impetuoso a causa de quién sabe cuánta brujería oscura y aberrante. Esa fue la razón principal por la cual nuestros caminos se separaron y su presencia ya no fue bienvenida en el bosque. Los seres humanos se pierden fácilmente en la vida y ellos mismos deciden permanecer en la oscuridad a la que se sumergen, algunos se ahogan y otros aprenden a nadar en ella, incluso lo disfrutan.
—Creí que ya habrías muerto para este momento —le dije sin mucho ánimo.
—¿Decepcionada?
Continuaba igual de delgada y con un porte magistral con su espalda derecha y la frente en alto, la gran diferencia se destaca en su vestimenta. Alexa estaba vestida con elegancia, casi parecía una aristócrata inglesa de esas películas británicas que alguna vez vi, con un abrigo sobrio y largo, además de un pequeño sombrero que sustituía los extraños velos que según escuché siempre usaba.
—¿Qué haces aquí?
—He venido a despertarte —me sonrió con fingida amabilidad. —Admito que me enferma verte aquí fingiendo ser una adolescente haciendo compras en el pueblo con un… —dijo y miró mi vestido con desagrado. —Con un vestido tan primaveral.
—¿Cuál es el punto de toda esta conversación? —Empezaba a cansarme.
—El bosque está en peligro.
—Dejame pensar… —Hice una pausa. —¿Tiene esto algo que ver con el alcalde de Dedalera? Si es así, no me interesa, seguramente nada de ello llegará a alguna parte, escuché que muchos grupos ambientalistas se han opuesto —dije y me di la vuelta de nuevo para tomar la manzana.
—En realidad, lo han aprobado todo esta mañana —dijo y me detuve de nuevo. —Van a dividir el bosque en cuatro y lo reducirán casi a la mitad —me informó con cierta burla. —Comenzarán obras en un mes.
—¿Qué es lo que realmente quieres? —Me volví a ella un tanto molesta.
—Nada, solamente deseaba amargarte el día —respondió.
La vi reírse de mí como si nada, como si no le preocupara que su vida ya estaba lo suficientemente hundida. Siempre tan impávida, como cuando lanzó a aquella pobre chica al lago de las almas para obtener su alma.
—No, hay algo más…
Ella me miró con altanería y entonces, se acercó a mí con extrema seguridad.
—Sí, es cierto… Estaba esperando a que te encontraras completamente sola.
Podía sentir una gran amenaza venir.
—Has pasado tanto tiempo encerrada en ese bosque que aún no sabes tu verdadera debilidad —¿debilidad?
Al estar fuera de mis tierras mis poderes podían perder un poco de control; pero, no consideraba aquello como una debilidad. A menos que…
Un jadeo de dolor y sorpresa salió de mi cuando me sentí atravesada por algo filoso en mi vientre que se empezó a retorcer segundos después. El cielo se oscureció y una brisa fría se llevó todo calor del lugar. Ella tomó algo de mi, ella me hirió… Estaba herida, sangrando sin cesar. Esa era mi debilidad, por supuesto, fuera de los terrenos del bosque era mortal, podía ser herida de gravedad o incluso… Morir. ¡No! ¿Acaso Alexa deseaba asesinarme? No, había algo más.
—Finalmente podemos encontrarnos en una misma posición.
—No estés tan segura de ello —dije con enfado y moví el viento a mi favor para empujarla sobre el suelo de forma estrepitosa y así poder alejarme. Cuando cayó, el arma cortopunzante salió de mi cuerpo y presione la herida con mi mano izquierda, las bolsas que llevaba cayeron sobre el asfalto y la tierra. Entonces, empecé a caminar no muy segura de poder lograr caminar lo suficientemente rápido porque después de algunos pasos sentí que me desmayaría. Y de nuevo recordé a la chica del lago y la joven Alexa, como si aquella antigua memoria tuviera un significado más grande del que creía. El panorama se volvió borroso y mis piernas se debilitaron. Miré sobre mi hombro y la vi levantarse mientras me miraba, aquellos ojos prometían mucho más. Choqué con algo frente a mi y ella detuvo lo que sería su primer paso hacia mi y al mirar al frente me encontré a Marco que miraba toda la situación aterrorizado e inseguro de cómo proceder. Los demás continuaban con sus asuntos sin notar lo que ocurría, como si no existieramos.
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Editado: 06.07.2018