No dejes que me encuentre

Capítulo 25

Ella me miraba sin moverse a sabiendas de que la había encontrado con las manos en la masa y si no me daba una buena explicación sobre porque llevaba aquel cuerpo hacia el lago de las almas perdidas, las cosas no terminarían bien. Al iniciar este trabajo descubrí que había lugares donde las almas se perdían, tanto inocentes como basura de la humanidad caían ahí y quedaban atrapados para siempre. Eran lugares a los que no se podía ir o acercarse, ni siquiera yo. Aunque había altas posibilidades de que pudiera escapar porque puede que estemos al mismo nivel jerárquico en este mundo, sin embargo no estaba cien por ciento comprobado y no me interesaba averiguarlo por ninguna circunstancia, tendría que haber perdido la cabeza para intentar tal locura. Eso era el lago, un punto muerto tanto literalmente como figuradamente, incluso estaba fuera de los límites de Ela o eso me dió a entender por aquella vez que se lanzó al agua para que la salvará. La chica que me miraba con inesperada antipatía mientras dejaba el cuerpo a un lado para enfrentarnos me permitió ver y comprobar que realmente algo no cuadraba en toda la situación y no era mi imaginación.

—No esperaba visita —fue lo único que dijo sin ocultar su disgusto mezclado con sorpresa por nuestra presencia allí.

—No me digas —dijo Simón con un tono molesto y a punto de moverse hacia ella y temía que cometiera alguna locura. —¿Ibas a nadar con mi abuela?

Él había notado lo mismo que yo y eso fortaleció la primera impresión que tuve de la escena, lo que me armó de valor para continuar con el asunto.

—¿Ibas a deshacerte del cuerpo? —Continué con el interrogatorio.

—¿Qué más debía hacer? No es como si fuera a volver a la vida en cualquier momento y estorba aquí —sus palabras fueron crueles al igual que su expresión y demasiado honestas. —Oh, ¿la quieren? ¿Después de todo lo que hizo? —Empezó a dirigir la conversación hacia Simón. —No sabía que sentía algo de cariño por ella.

—Es mi abuela, ¿por qué no lo haría? —Dijo Simón ofendido.

—Ella no te amaba —dijo de repente. —No eras más que un estorbo con el que tenía que vivir. Ni siquiera le dolió sacrificarte para obtener lo que quería, ¿recuerdas? —continuó. —Es un milagro que estés vivo niño, ¡usó tu cuerpo para darle más poder a La Muerte!

—¡Ela! —Le grité de inmediato para que se detuviera y casi me mata con la mirada. —Entreganos el cuerpo —dije más calmado, aunque me costó hacerlo.

—No —su respuesta me sorprendió. —Adam, éste cuerpo pertenece al bosque y aquí se quedará.

Iba a decir algo hasta que 708 se me adelantó y habló de forma cordial. —Entendido, lamentamos la molestia —. Le dio una reverencia a Ela y se dirigió a mi. — Debemos marcharnos mi señor.

¿Debiamos? No estaba de acuerdo.

Cuando estuve a punto de protestar, 708 tomó mi brazo y el de Simón, y en un parpadeo nos encontrábamos fuera del bosque como muchas otras veces.

—Lo siento mi señor, pero me temo que lo que buscábamos no estaba allí y su seguridad se volvió mi prioridad después de eso.

—¿Qué quiere decir? —Su explicación me preocupaba.

—¡¿Cómo que no se encontraba allí?! Mi abuela…

—El alma de la mujer no estaba allí, solamente era un cuerpo vacío y la reacción de aquella bruja no prometía una buena conclusión para nosotros, además, nos encontrábamos en desventaja en aquellos terrenos —. Era cierto que Ela había actuado de forma amenazante y decidí no molestarme por sus acciones inesperadas que nos llevaron fuera de nuestro objetivo. En cuanto al otro asunto, era algo que merecía ser investigado a fondo.

—¿Su alma no estaba? ¿Cómo es eso posible? ¿El bosque pudo…? No, no puede ser —pensé en voz alta y fui de lado a lado. —¿Desde hace cuánto cree que su alma desapareció?

—No desapareció.

—¿Qué? ¿Estaba en el lago?

—No, no estaba en el lago ni en el cuerpo. Sin embargo, estaba presente en el lugar. El problema es que el bosque no me permitió verla o ubicar su presencia —era de esperarse.

—¿El bosque la ocultó de nosotros? —Aún así, no tenía sentido para mi cuando estaba seguro de que ella era considerada como un enemigo. No puede ser, no tiene sentido.

—Tal vez hizo algo, ayer actuaba muy extraño… Como si planeará algo —dijo Simón y me recordó aquel hechizo del que tanto había hablado mi abuela y al que le temía Ela. Algo me dijo que todo ello estaba relacionado, simplemente no lograba encontrar el cómo. La situación carecía de sentido, aunque sentía que ya tenía en mis manos todas las piezas del rompecabezas.

—Necesito regresar allá —dije.

—No lo recomiendo, los he sacado a los dos porque sentí un alto nivel de amenaza —aseguró 708. —Aunque también había un llamado de auxilio.




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