No dejes que me encuentre

Capítulo 26

Simón no lograba entender lo que acababa de decir, podía verlo en todo su rostro, la forma en que trataba de unir los puntos en su cabeza sin lograr mucho. Mientras yo simplemente miraba a aquel espíritu que empezaba a cansarse de nuestro silencio. Pensaba en Ela, ¿qué pasará con ella ahora?

—Empiezo a aburrirme —dijo el espíritu del lago de repente con tono aburrido y distante sin dejar de mirarnos con sumo detalle.

—¿Por qué has venido a vernos? —Le pregunté.

—Vaya, ¿por fin has salido de la sorpresa de todo este asunto? —Se burló de mí con molestia. —Bueno, prepárese para sorprenderse un poco más… Vine a pedir ayuda, estoy a punto de transmitirle las últimas órdenes de la señorita Ela —ella no lucía nada emocionada sino fastidiada por el asunto.

—Entonces… ¿Ella?

—El bosque necesita ayuda, incluso yo la necesito… Lo que ha ocurrido es terrible e inesperado, el equilibrio está a punto de romperse. Yo soy la oscuridad y Natur es la luz, Ela está en el medio de todo y ahora que ella… Vienen momentos oscuros y solamente hay una solución para esto —su voz sonaba casi antinatural sin emoción alguna. —Adam, eres el señor de la muerte.

—¿Es así cómo me llamarán de ahora en adelante? —dije de repente.

—Necesitamos que termines con ella, Ela ya no representa el equilibrio de este bosque y si sangre es derramada por su causa en el bosque, las cosas se descontrolarán y la luz desaparecerá de estas tierras —dijo.

—Eres bastante directo, ¿eh?

—No veo porqué dar rodeos al respecto.

—¿Y cómo se supone que “terminaré” con ella?

—La daga escarlata, eso fue lo que Ela dijo, la daga escarlata es la clave de todo…

—¿Y dónde…? —Mientras hacía la pregunta mi mente trajo de mis recuerdos los minutos atrás cuando vi a Ela con el cuerpo anciano de Alexa, es era la respuesta, la daga que había visto en sus manos aquella vez. —Entonces, quieren que la mate, después de tantos años…

—Ella misma lo ha pedido —dijo el espíritu del lago.

¿Lo hizo?

—Entonces mi abuela aún está viva —Simón concluyó de repente y me miró sorprendido. —Bueno, no mi abuela sino la mujer que la ha suplantado todo este tiempo —la ira empezó a llenar su expresión. —Y ahora, Ela. Hemos perdido a Ela...Ella, Laurel lo ha hecho otra vez. ¿Y cómo se supone que recuperaremos la daga cuando ya está en su poder? ¡Ni siquiera nos quiere en el bosque! Adam, ¿qué hacemos?

—No lo sé —le dije y me volví a aquel espíritu de nuevo para preguntarle; sin embargo, ese ser ya no se encontraba allí. —Supongo que estamos por nuestra cuenta.

—Tengo un mal presentimiento de todo esto, Adam.

Yo también. ¿Qué se supone que haría afuera cuando Ela y la daga estaba adentro?

—¡Maldición! ¡Regresa! —Le grité a aquel espíritu en espera de que regresará y nos ayudará un poco.

—¿Qué haces, Adam? —Simón me vio sorprendido mientras empezaba a lanzar mi hombro contra la barrera invisible esperando que de alguna forma se destruyera y me dejara entrar. —¡Adam!

—Necesito entrar —le dije lo obvio. —No puedo hacer nada acá afuera —continué sin detener mis movimientos.

—¡Espíritu inútil del lago, haz el favor de regresar ahora mismo y ayudarnos a entrar! —exclamó Simón y le di una mirada sorprendida por su arrebato. —¿Qué? Tal vez si hermos su orgullo regresé, ¿crees que debería subir a otro nivel y darle nombres más hirientes?

—Mejor no juegues con tu suerte.

—¡No me escuchaste estúpido espí…!

Tomé impulso y fui contra la barrera invisible de nuevo, listo para el impacto y escuchando los gritos de Simón; pero, en lugar de chocar contra aquella pared, la atravesé y caí al suelo de golpe. La sorpresa fue tanta que Simón se detuvo a mitad de la frase y aunque intentó seguirme no pudo pasar. Con sus manos, sintió la pared invisible y fuerte, y me miró  sin decir nada. Continuaba sobre el suelo boca abajo con la mirada hacia adelante y hacia atrás, me levanté poco a poco y me volví a Simón.

—¿Crees que te escuchó? —Le pregunté y él empezó a reír.

—Si lo hizo entonces nunca volveré a poner un pie en este bosque, no quisiera encontrarmelo nunca —me dijo entre asustado y divertido. —¿Crees que debería disculparme ahora? Lo siento espíritu del bosque y… ¡Gracias!

Me reí de él.

—Supongo que esto significa que tendré que irme caminando hasta el hospital —la sonrisa se le fue.

—Lo siento, amigo —me encongí de hombros. —Si ocurre algo los llamaré.

—¿Qué hacemos con tu abuela?

—No creo que despierte aún, creo que su estado está relacionado con Laurel y no despertará hasta que haya terminado con todo esto —dije otra de las cosas que estuvieron rondando mi cabeza en todo este tiempo, ella se había encontrado con Alexa, es decir, Laurel. Las dos habían hablado y empezaba a creer que no fue del todo una coincidencia, hacía parte de algún plan elaborado que ignoramos todo este tiempo. Ella quería que nos advirtiera sobre que algo ocurriría y… que nos entregará la hoja de papel con el hechizo. Todo giraba en torno a aquel hechizo y el lago. —Cuidenla mientras no estoy —fue lo último que le dije antes de adentrarme en el bosque y el espesor de sus árboles.




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