Adam desapareció frente a mi, se esfumó como la neblina de la mañana, aunque no dejó ninguna luz cuando se fue. Él me pidió que luchara y de algún modo acepté hacerlo cuando ni siquiera sabía cómo. Revisé mis manos, temiendo no verlas y que eso confirmará la desaparición de mi existencia, pero allí estaban. Cinco dedos en cada mano, piel y sangre, todo en su lugar. Llena de dudas, comencé a arrastrarme hacia las escaleras, el esfuerzo me costó, lo que comprobaba que me estaba quedando sin fuerzas como un alma desterrada de su propio cuerpo. Bajé a la primera planta y vi la puerta principal cerrada, nunca la cerraba y era extraño verla así. Tomé el picaporte y lo empujé, pero la puerta no cedía ni un poco, por supuesto, lo hice incontables veces. Luego la golpeé con mis manos abiertas y cerradas también, y caí en la desesperación al darme cuenta que estaba encerrada.
—¡Abrete! —le grité a la puerta de madera. —¡Abrete!
Las ventanas explotaron y me empujaron mucho más adentro de la casa con una onda explosiva inimaginable que no me permitió volver a ponerme de pie de inmediato. Sin aliento y llena de cortes en mi piel, vi los cristales regresar a su lugar para devolver las ventanas a su forma completa e intacta. No querían dejarme salir y esa sencilla afirmación me dio la fuerza para levantarme y pelear de vuelta. En algún momento escuché a Adam llamarme, pude escucharlo desde el exterior y eso fue suficiente para que pudiera abrir mis ojos y ver la realidad que me rodeaba, algo que desearía no haber visto.
—Lo escuchaste —dije, aunque no era yo. —Escuchaste a Adam llamarte —Laurel se burlaba de mí mientras caminaba hacia uno de los límites del bosque. —Sabes, Ela, eres realmente cruel… Le dijiste al bosque que me encerrara. Adam pudo sacarme de aquí, pero cuando regresé no pude salir de nuevo.
Quise reírme de ella, si tanto deseaba ser poderosa y libre, no debió haber regresado.
—Tenía que regresar, necesitaba encargarme del cuerpo. Acepto que fue algo estúpido de mi parte, simplemente debía usar a Adam, pero no lo pensé en su momento —continuó su charla conmigo. —Pero, menos mal regresé, ¿no crees? De otra forma quien se encargaría de esos impertinentes humanos —se detuvo y dirigió su mirada a múltiples trabajadores que con sus maquinas intentaban derribar múltiples árboles. Minutos después sentí los cortes en mi cuerpo de las sierras.
—¡No! —grité y mi voz salió.
—Oh, eso no se sintió bien —dijo ella.
Sus pies, mis pies empezaron a moverse de nuevo, las dos nos moviamos al unísono en un mismo cuerpo. Sentir que las raíces eran arrancadas de la tierra era como sentir que mis extremidades lo eran también. Gritamos y por poco caemos de rodillas por el dolor.
—Adam dijo que no les harías daño; pero, ¿qué otra opción tenemos? Esto es inhumano, es insoportable, ¡necesitan ser castigados! —exigió.
Sentí como removian la tierra y los animales huían aterrorizados, desplazados de sus hogares, arrancados de su paz. No pude soportarlo ni un minuto más, me planté en la tierra y les envié un poco de consuelo y fuerza, prometí luchar hasta el final. Cuando sentí más de mi piel ser cortada y grité de dolor, vi un mundo cruel al que después de todo no deseaba pertenecer, no si era de este modo.
—¿Qué hacemos, Ela? Toma una decisión… No quiero ser señalada, no sola —me dijo con voz ronca y un tanto afligida. —¿Acaso no eres la razonable? Entonces, deberías saber que es lo que se debe hacer a continuación.
—No quiero hacerle daño a nadie —le dije.
—No seas ingenua, ellos no van a escucharnos y marcharse. Ya sabías que esto pasaría… Se llama modernidad —refunfuñó. —Apuesto que el alcalde pudo obtener aprobación para sus proyectos, debiste haber prestado más atención, Ela. Debiste hacerlo…
Modernidad.
—Van a construir carreteras y luego tomarán más para construir edificios, entonces ampliaran la escuela y todo esto desaparecerá. Puede que hagan un parque como recuerdo de lo que una vez fue y algunos animales logren sobrevivir y quedarse allí, mientras otros serán llevados a zoológicos y algunos serán cazados. Aunque, si la suerte está de nuestro lado, tal vez tomen una cuarta parte y lo vuelvan una reserva natural. ¿Puedes imaginarlo? Al menos hay posibilidades de que el lago sobre viva o sea llenado de semente y construyan sobre el también —. Las ideas que ponía en mi cabeza me disgustaban de formas desproporcionadas. ¡No! No y no. No podía aceptarlo.
¿Cómo se atrevían a creer que eran los únicos dueños de este mundo? No lo eran, nunca lo fueron.
—Ya no más —dije.
Cuando otro árbol cayó al suelo, tronco, ramas y hojas, sentí la tierra vibrar en sufrimiento.
—¡Deténganse! —les grité y una gran corriente de aire atacó, levantando el polvo, las hojas y empujando todo a su alrededor de forma violenta. Mientras la violencia en el aire descendía, el gritón sintió su llamado y gritó tan fuerte que la tierra vibró bajo nuestros pies a causa del sonido agudo y penetrante que emitió. No era un grito cualquiera, tampoco uno de advertencia, se trataba de un llamado a las criaturas más oscuras y siniestras del bosque. Los humanos se detuvieron, asustados por la ventisca para revisar sus máquinas y demás implementos sin saber lo que vendría. Al final, me temo que la profecía no tenía que ver con que si Laurel poseía o no mi cuerpo, esto era algo más allá del destino. Laurel rió descontroladamente, emocionada por la sed de sangre que vibraba en nuestras venas y sin poder evitarlo me deje consumir por ella.
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Editado: 06.07.2018