No Era Un Gato

Prólogo

Diciembre 7 del 2014

El sonido característico de la sangre corriendo por alguna superficie es Gloop, quizás por eso ella amaba tanto ese sonido, era tan familiar para ella que ya es parte de la banda sonora de su vida cotidiana. Y en ese momento lo escuchaba, el Gloop de la sangre corriendo por el suelo de cerámica simplemente era encantador, este en especial le resultaba simplemente memorable ya que el "¡Gloop!" Que escuchaba provenía de alguien tan tonta como para creer que sería superior a ella. Patética.
Alizée peinaba su cabello con suavidad, ella sonrió al ver que tenía un vestido negro, "Perfecto", pensó "Lista para el funeral". Ni siquiera se imaginaba lo que estaba por pasar.

Sin esperar se abalanzó sobre ella, tomándola de su cabello rubio perfecto y azotando su cabeza contra la cerámica de la pared.

Alizée temblaba en el piso, estaba realmente aturdida y la sangre que salía de su cabeza simplemente era sinfonía para sus oídos.


—  Agradécele a tus putos padres, a los asquerosos de tus hermanos y a la zorra de tu madre por esto.

Dijo para rajar su estómago y no se detuvo, no hasta que vió sus huesos ceder, expulsando sus órganos en una explicación mortífera y escalofriante, el "Gloop" se volvió tan intenso hasta que se convirtió en una bella melodía. La joven sonrió, colocándose nuevamente la capa negra que cubría su identidad, sin mayor preocupación se preparó para irse, asegurándose de no dejar la más mínima señal de su presencia, era fácil desparecer para ella, para personas como ella. La chica se detuvo frente a la ventana, observando fijamente a su único testigo: la luna.

— Sólo tú sabes la crueldad de mis crímenes, — la chica alzó sus dedos dejando que la luz de la luna los cubriera — sólo tú lo sabes y eres la única a la cual no puedo arrebatarle la belleza.

La chica bajo la mano, apretando el puño con rabia.

 

— Por ahora.

 

Real Hotel de Harrison
 

Diciembre 10 del 2014
 

Hora: 6:00pm

Nuevamente la luz de las forolas iluminaba la oscuridad del hotel, hacia horas que el sonido había desaparecido por completo, de vez en cuando un momentáneo grito interrumpía la paz en aquel hotel, pero no era molesto, al contrario, hacia todo más interesante, en especial para esas dos recién casadas.

— Marishka.

La muchacha sonrió levantando suavemente su rostro, la frágil figura de Diane bajo por las escaleras con su sonrisa radiante, su piel del color exacto de la canela la hacía ver radiante, casi inalcanzable, su cabello era largo y rizado, con unos ojos de tigresa brillantes y misteriosos, una boca pequeña, labios rosa fresa y con el rostro cincelado por los años. Marishka la espero al final de las escaleras, extendiendo su mano, misma que fue gustosamente tomada por la morena que no pudo evitar que la sangre adornara sus mejillas, en una muestra de aceptación hacia el beso que le ofrecía la rubia, mismo que deposito en su suave piel, justo en el dedo que contenía el anillo que sellaba su unión conyugal.

— Deben estar como locos, ¿No? — preguntó Diane cruzándose de brazos y sonriendo como nunca antes.

Marishka asintió, volviendo a mirar hacia la suite de los Belrose, el esposo de la familia acariciaba con dulzura desesperada a su esposa, lloraba y parecía ser que aún seguía sin creer lo que veía, era curioso, ellos podian dañar y actuaban como si nada, pero si los dañaban era inaceptable.

— Malditos Hipócritas — los ojos de Marishka se abrieron con fuerza y una sonrisa perversa adorno sus labios, revelando una dentadura perfecta, misma con la cual se arrancó la parte inferior del pulgar.

Toda esa situación le parecía trágicamente divertida, demasiado para su gusto, era hora de ponerle fin al asunto. Claro que no le agradaba el hecho de no ser la causante de dolor, casi la ofendía estar en aquella situación, pero le había prometido a su adorada esposa contenerse y así lo haría, cuidaría de Diane hasta el fin de sus días, afortunadamente esos eran demasiados. La joven rubia soltó una carcajada al ver como uno de los hijos lloraba, tanto que empezaba a vomitar.

— Patético.

Pronuncio aun con la ira a flor de piel. Era tan jodidamente irónico que la perturbaba.

— Cielo, — Marishka atrajo a Diane a su lado, abrazándola por la cintura, aprovechando esa acción para sentir la calidez de los pechos de su mujer — es hora de irnos.

Diane asintió algo triste, pero con un solo beso de su esposa se sintió muchísimo mejor. Iban a extrañar todos esos lujos, todas esas delicias culinarias que Marishka no podía tragar pero Diane si podía disfrutar, de todas esas reuniones con la alta sociedad, pero era hora de seguir con su camino. Ambas mujeres salieron de la suite tomadas de la mano, encontrándose con la retorcida escena de un desafortunado sirviente cuyo cráneo estaba roto como una uva contra la cerámica y el papel tapiz dorado de la pared.

— Es una lástima, — pronuncio Diane sin soltar la mano de Marishka — me gustaba ese papel tapiz, era hermoso, pero ahora esta arruinado por la sangre de ese engendro.

Marishka beso el cuello de su esposa, haciéndola estremecer, con una sonrisa la rubia le calmo.

— Pronto, esposa mía, tendremos un hogar, podrás escoger hasta de que color será el cielo que circule por encima de nuestra casa, lo prometo.

Diane asintió, pero con suma rapidez Marishka se colocó delante de su amada, evitando que una bala la impactara. Un Oficial de policia cayo al suelo e impactara temblando de una forma violenta, la joven rubia lo miro con interés, el hombre tenía una mirada de horror puro y su arma tambaleaba deleznable en su mano. El policía miro a ambas mujeres, rápidamente se incorporó y empezó a gritar.

—  ¿¡PERO QUE RAYOS PASO AQUÍ?! ¿¡QUE SON ESAS COSAS!?

Marishka pateo al oficial cuando intento tocarla por los hombros, el hombre retrocedió impactado ante la acción de la joven. Marishka le indico con una seña a Diane que siguieran su camino, ignorando al oficial y así lo iban a hacer pero el hombre les apunto con su arma impidiendo su salida.



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En el texto hay: misterio, secretos, secta familiar

Editado: 04.03.2021

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