Lizzy y Willy parecían llevarse bien. Según los sirvientes, habían notado que ella tenía marcas en su cuerpo al igual que él por lo que podían decir era un matrimonio sólido pero indiscreto.
Ron no creía lo que escuchaba pensando que solo era una finta pero Renée estaba encantada, siempre había creído que el amor en la infancia era el más duradero tal como lo es para ella.
Como Willy trabajaría para Makeup Jones organizaba sus horas laborales mientras Lizzy estaba en la prueba de vestuario y peinado con las modelos. La mayoría entendía su papel de modelos como solo un gancho de ropa pero solo había una chica insolente que por su porte intentaba ocultar su nerviosismo con su mal carácter.
— ¡Ay! me picas con los alfileres — grito enojada — si no puedes hacer tu trabajo bien, ¡haré que te despidan!
Lizzy entro en silencio y ordeno a la ayudante que saliera. La ayudante estaba a punto de llorar por su mal trabajo. La tranquilizó.
— No puedes hablarles así — le regaño — una palabra más y te coso la boca.
— ¿Eh? ¿Sabes quién soy? Deberían estar honrados por mi presencia. ¡Soy Stella Mori! Mi padre es el patrocinador de esta pasarela y si me enojan, ¡no tendrán derecho a participar!
Lizzy tomo una aguja e hilo, camino hacia Stella y solo con un toque rápido, la aguja hizo que saliera una gota minúscula de sangre. Stella reaccionó asustada y quiso empujarla hasta que una mano la detuvo.
— ¡¿Qué crees que haces niña malcriada?! — le hablo una voz autoritaria
Stella se encogió al ver la cara de terror de su padre.
— Ppa... pero ella...
— ¡Silencio!
El hombre se dirigió hacia Lizzy.
— Señora Solst, lo lamento. Mi hija... se pone muy nerviosa y tiende a expresarlo a gritos — se disculpó de inmediato — mis disculpas por no haberla criado bien.
— No se preocupe — le dijo sonriendo — he trabajado con muchas modelos, solo necesitan que alguien las trate igual para que se calmen aunque es un falta de profesionalismo y quizás deba mencionarlo a su agencia de modelaje. Nadie puede trabajar así y en el peor de los casos ya no debería considerarse modelo.
— No por favor — sonrió nervioso — la corregiré adecuadamente...— añadió— escuché que se casó — dijo de repente — ¿su padre estará muy feliz? Un gran hombre el señor Solst.
— Por supuesto — sonrió molesta — mi marido y yo, le daremos la bienvenida a nuestro primer hijo así que está muy emocionado de convertirse en abuelo. — ¿es lo que debía decir no? El hombre parecía complacido.
Fueron interrumpidos por Ron quien le recordó a Stella que si hacía otro berrinche, ya no le dejarían modelar además de recordarle que no era la primera llamada de atención pues cuatro de sus empleadas tenían crisis nerviosas por su causa. El padre de Stella, el señor Mori, platico con ellos mientras su hija se cambiaba.
Lizzy estaba en su mesa de trabajo comiendo. No debería prestarle tanta atención o se estresaría lo cual era malo para el bebé. Stella apareció y se sentó frente a ella. Ellas escuchaban la conversación sobre el matrimonio arreglado de Stella y como la fiesta de compromiso sería en tres meses por lo que querían que Ron hiciera el vestido.
— No quiero casarme — dijo Stella sin dirigirse a nadie en particular. — Mi prometido...es solo un chico que aprende de negocios incluso si me comprometo no nos casaremos hasta dentro de cuatro años cuando herede su empresa.
— Pues dile a tu padre — contesto
— Ya lo intente pero la familia Smith es influyente aunque mantienen un bajo perfil en América. El señor Louis Smith, fue quien me escogió, tiene su propio negocio pero la señora Pilar Smith tiene muchos negocios en Estados Unidos y Canadá así que es una mujer de negocios que no quiere a nadie en su familia sin que pase por su detector.
— Ah un matrimonio por negocios... ya tuve uno y lo rechacé. — dijo ignorando la pequeña referencia familiar que le dio.
— Aja... no creo que todos sean tan afortunados como tú, estás embarazada del hombre que amas.
— Si tú supieras... — comento burlándose.
Stella tenía alrededor de 20 años. Era alta pero su delgada figura era más trabajo de gimnasio y dietas que algo natural. Sus ojos eran grises y por alguna razón tenía dos mechones blancos al frente lo que le daba un airé de belleza exótica. Sus manos estaban muy cuidadas pero distinguían desde lejos que sus pies sufrieron por usar tantos zapatos de tacón.
— Solo dile a tu padre que reconsidere ese matrimonio, lo entenderá si su princesa es infeliz.
— No lo creo. Soy la quinta hija y mis hermanas mayores hicieron lo que quisieran.
Explicó brevemente contándolas con sus dedos.
La mayor se casó en secreto y emigró. La segunda hija tuvo un amorío con su jefe y se fugó con él. La tercera hija es lesbiana y la cuarta hija tienes tres hijos de diferentes padres, para su familia ningún era digna salvo Stella. Tenía un hermano menor pero solo era un niño pequeño.
— Entonces... ¿qué tal si hablamos con él? ¿Quién es tu prometido?
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embarazo no planeado, destinados a estar juntos, más allá del amor
Editado: 25.12.2023