En Mónaco.
El timbre sonaba insistente, Stella tuvo un tiempo difícil durmiendo a su niño. Cuando abrió la puerta y vio a su padre llevándole obsequios... lo único que pensó fue "corre, perra"
— ¡Hija! Te ves tan mal... ¿estás enferma? ¿Estás bien? Tan desaliñada.
— Yo... ¿qué haces aquí? — pregunto temblando
— Vine a una inspección en la sucursal y quise visitarte. Stella... sé que tú estudio es importante pero... te ves terrible. No lo tomes tan enserio, hay tiempo para todo.
— Jajaja lo sé. — y después de su risa nerviosa, escucharon un llanto.
El hombre agudizo el oído y Stella soltó las lágrimas diciendo entre dientes " lo siento, lo siento"
Su padre, el señor Mori, busco en el dormitorio el origen del llanto y encontró un bebé rodeado de almohadas para evitar que se cayera. Fue directo a él y lo cargo para calmarlo. No fue difícil notar que necesitaba un cambio de pañal.
— Stella, deja de llorar y comienza a limpiar este muladar. Ya tendrás tiempo de explicarme que sucedió — ordeno.
No hacía mucho que dio a luz, su cuerpo aún estaba agotado y sus noches de descanso eran inexistentes. Ver a su niño con su abuelo la tranquilizaba pero cuando confesara todo, se le hacía un nudo en el estómago.
Stella no sabía hacer nada. No podía limpiar ni cocinar además solo cuidaba al bebé porque la enfermera le dijo cómo.
— Hija... cárgalo te haré algo de cenar
— Podemos ordenar algo... — intento proponer.
— ¿Estás loca? — La regaño — necesitas comida saludable. No estás dando suficiente leche, ¿verdad?
— Es lo mismo que me dijeron... — dijo. Había tratado de extraer leche pero no funcionaba muy bien así que tenía que estar al pendiente del tiempo en que lo alimentaba.
— No es malo, su estómago no es muy grande y se llenan fácilmente pero tienen que comer varias horas al día — le dijo mientras cocinaba un caldo. — deberías darle un baño y uno tú también, son muy delicados.
— Pensé que estarías furioso — le dijo desde el baño.
— Estoy furioso pero primero haz lo que te digo y después come algo.
Baño a su niño y después de dormirlo ella se dio una ducha rápida. Su padre le sirvió caldo de verduras y los regalos que le llevo quedaron en el olvido. Stella comió algo casero por primera vez en su vida, noto la enorme diferencia entre una comida casera y comida callejera.
— ¿Y bien? ¿Dónde está el padre?
Los ojos de Stella se volvieron vidriosos.
— Padre... lo siento. Me enamoré de un hombre casado y fue una noche donde esto sucedió. Ni siquiera sabe que estaba embarazada.
— ¿Y dónde lo conociste? ¿Debería buscarlo?
— No — grito — no... Él tiene una linda esposa y una hermosa hija. No puedo obligarlo a tomar una responsabilidad que no quiere. El bebé es mío y si un día lo vuelvo a ver solo quiero saludarle como un viejo conocido.
— ¿Y qué harás con tu compromiso con Andrei Smith?
— No se puede cancelar, ¿verdad?
— Puedo sugerirlo pero será una perdida millonaria... y quién sabe si Andrei acepte criar a alguien que no es de su sangre. Aunque su opinión no es tan importante, la de su padre podría darnos problemas...
— ¿Puedo pensarlo un poco más? — pregunto.
— Con la condición de que venga alguien a cuidarte. Le diré a tu madre que venga y será más difícil que ella te perdone a qué yo lo haga.
— Lo siento...— dijo Stella. Al menos su padre fue comprensivo.
Su madre la visito días más tarde, ni siquiera le dirigía la palabra pero al menos podían comer en la misma mesa. Cada noche miraba su teléfono preguntándose si sería capaz de llamar a William y decirle todo lo que ocurría, abandonaba esa idea a los pocos minutos e intentaba dormir.
En California
Tener alguien como él... era un sueño. Y como en cualquier sueño, el desarrollo iba rápido para bien o para mal.
Lizzy se reunía con Takumi y ya había pasado una semana desde entonces. Ellos eran una pareja recién enamorada que no tenía miedo de mostrar su romance en lo más privado y público posible. Takumi era un novio detallista, cariñoso y siempre la ponía en el pedestal más alto. Por su parte, Lizzy era una chica muy cariñosa y honesta. Le dijo muchas veces que viviría con sus padres y no podían verse a diario, él lo acepto como si pasarán cientos de años entre un encuentro y otro.
Takumi adoraba a Deneb y estaba encantado de verla los días en que salía con Lizzy aunque fueran unos minutos, sentía una conexión tan especial y profunda hacia ella que no dudaba en darle regalos.
No había hablado con su padre cerca de sus inversiones, y cada día encontraba más difícil mencionar su matrimonio político con Stella. No se sorprendía en pensar en su traición cuando miraba a Lizzy y no entendía en cómo podía dañar a una persona tan linda como ella.
Un fin de semana, decidieron hacer un viaje corto. Takumi lo estuvo planeado un tiempo pero se vio obligado a cancelarlo por el mal clima, lo único que rescataron fue su reservación en el hotel. Lizzy no lo tomo a mal pero incluso esos valiosos días juntos eran interrumpidos por llamadas del trabajo que ella debía atender.
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embarazo no planeado, destinados a estar juntos, más allá del amor
Editado: 25.12.2023