MARISSA
—Pero Leona, tú estas demente mujer, ¡Dios mío, qué vergüenza! Como se te ocurre que yo — De solo pensarlo, tengo que andar lanzándome aire con las manos imitando a un abanico, tengo que reconocer que parezco una vieja escandalosa y no paso aun de los treinta.
—No seas cucufata que vas a hacer cosas peores, yo sé por qué te lo digo, los hombres aman un rico perfume de mujer, aman sentirse deseados y si inclinas tu cuello hacia atrás sobre su hombro lo vas a volver loco, no dejes de mirarlo de la manera en que te enseñe, toca sus mejillas, mira ¡Negro ven acá!
Ella me enseña cómo se supone que debería hacerlo, pero siento mis piernas como si temblaran cuál gelatina recién sacada del congelador, trago grueso y trato de calmarme, ella tiene razón se supone que tengo que seducirlo y no estoy ayudando, aunque no niego que verla sobre ese hombre hace que sienta un pequeño cosquilleo en la parte baja de mi vientre, la ginecóloga me dijo esas hormonas hacen que mi libido se encienda, la verdad tuve que buscar la palabra en Google porque no entendía y cuando lo supe mis mejillas se sonrojaran y termine dándome un baño otra vez dentro de los efectos de las benditas pastillas esas.
HORAS DESPUÉS
—¡Estás perfecta! Nada más mira cómo has quedado y deja de pestañear que ya te acostumbraras a los lentes de contacto, aunque sea solo por esta noche.
Nadie nunca dijo que sería fácil por una noche llamar su atención, así como nadie ha intentado convencerme de lo contrario porque ya se dieron cuenta de que es en vano, me han dicho que saben que lo voy a lograr, que únicamente con mirarme es evidente que puedo conquistar a quien sea, pero mi cabeza y la intensidad de mi pulso tienen un nombre en mente, me miro al espejo y admiro el trabajo que han hecho, por inercia toco mi busto que duele un poco y están muy sensibles por estas semanas de medicación, estas están tan grandes hacía mucho tiempo que no las veía al espejo sin sentir vergüenza de mi misma porque siempre las mire grotesca por lo cual las intentaba tapar como sea. Mi cintura se ve pequeña y siento el frío entra por mi espalda desnuda, mi falta que llega hasta la mitad de mis muslos tiene una pequeña abertura perfecta para que dé solamente pensarlo ardo de ese deseo que me está invadiendo y ni siquiera lo he visto no puedo imaginar cómo reaccionaré al tenerlo cerca, al sentir su aliento, su cuerpo pegado al mío, me abrazo a mí misma y cierro los ojos como tratando de recrear como sería ese momento, pero una voz me saca de aquella tortura.
—Apuesto que andas pensando en las cochinaditas que harás con ese Bom Bom, no te culpo de que esta buenote esta buenote, pero vamos arriba esos ánimos, que con ese cuerpo ese pajarito caerá, como si fueras la dueña de todo el alpiste de la ciudad. Arriba las tetas y para ese trasero tuyo que Dios te dio y que has intentado ocultar estos años, ese hombre será tuyo, aunque sea nada más por esta noche todo para que deje su semillita en ti.
Otra vez suspiro y toco mi vientre, sé lo que debo hacer, me han enseñado como debo hacerlo, pero eso no quita que sienta que es supe difícil, como les hago a entender a ese par de locas que he vivido por años suspirando por él, que por años soñaba con un beso suyo, que por años me inventaba historias en mi cabeza, unas donde él entraba en su corcel blanco a salvarme como en las novelas históricas que tanto me gustan leer en la web, no entienden lo que es llorar en silencio cuando supe que se había ido del país, creo que hasta oí mi corazón romperse cuando me entere del chisme que se regó por el pueblo, ahora resulta que lo voy a seducir para que me deje su semillita como dice Valeria, mis mejillas arden ahora Leonora mejor dicho Leona así le gusta que le digan no me pregunten como supe su verdadero nombre es un secreto.
El auto está aquí, Valeria me tomo de los hombros, me mira directo a los ojos y yo, tal como aprendí, no le pierdo la mirada, no desvió los ojos para un lado o agacho el mentón.
—Muy bien, amiga recuerda es lo que siempre has querido, es lo que has soñado toda tu vida, una noche con él, tal vez imaginabas toda una novela rosa, pero es la vida real, siento mucho decirlo aunque en mi defensa lo he escuchado de tu boca antes, él nunca pondría los ojos en ti salvo un milagro, vamos amiga haz de cuenta que hoy es el último día de tu vida y nunca más lo volverás a ver, piensa en eso, piensa que en unos meses tendrás dentro tuyo algo que te lo recuerde para siempre — Finalmente me da un abrazo como dándome apoyo a su manera, sé que no está de acuerdo, dice que mis métodos no son nada tradicionales o algo como eso, pero sabe que así soy yo, estoy loca, me falta un tornillo, pero después de esto me voy para siempre, me marcho para evitar el dolor de saber que simplemente es imposible, que no hay algo que pueda hacer para que su corazón me pertenezca tal vez solo su cuerpo por esta noche, por unas horas no habrá barrera o diferencia entre ambos, por esa noche todo será distinto aunque luego ande como cenicienta marchándome a las doce, peor no habrá zapatilla de cristal por la cual me puede seguir o ubicarme, mi corazón duele, pero es mi destino, uno donde él no me amara nunca, ni siquiera una décima de lo que lo amo yo.