No Fue Un Accidente

PARTE 29

 

DARRIEN

 

—Darrien me confundes ¿Qué sucede contigo? No digas que nada, porque no soy tan tonta

 

Me pregunta y es aquello que no me sentía capaz de responder, doy vueltas en la habitación como si fuera un pájaro enjaulado.

 

—Voy a traerte un té de algo que encuentre para que te calmes, no estás bien.

 

—¡Peor voy a estar si no me dices que pasa! No me trates como una niña pequeña puede que seas mayor que yo, pero no eres mi padre, yo tengo casi treinta años y tengo tus hijos en mi vientre, lo mínimo que me merezco es la verdad.

 

Está alterada y ahora se levanta, según yo nada ni nadie me daba miedo siendo ya un adulto, en cambio, estoy casi temblando por qué puede enterarse lo que guardo en mi pecho por ella, es que no entiende, no he tenido tiempo ni de aclarar bien las ideas, sé que la quiero, que deseo despertar todos los días a su lado, inclusive sin darse cuenta me ha enseñado a amar a nuestros hijos, su manera de reír, de poner puchero, de corregirme me quedaría corto con tantas cosas que me gustan de ella, es que Marissa es maravillosa sin importar lo que otros opinen, todo lo que siento y pienso de ella lo puedo resumir en una cosa.

 

—Estoy enamorado de ti ¿Satisfecha? — Ahora ella retrocede hasta caer sentada sobre la cama con las manos apoyándose a lado sobre el colchón, su mirada es cabizbaja y el silencio es lo que reina, al momento que lo dije me arrepentí, entiendo que ella no pueda sentirse igual, era muy pronto lo sabía, pero ella tiene la culpa, solo lo dije.

 

>>No es necesario que digas nada, tú tienes la culpa, yo necesitaba tiempo porque estoy casi seguro que no me crees ¿O sí?

 

Su silencio es obvio, no puedo estar aquí, necesito respirar, es como si la habitación se hubiera vuelto pequeña, me siento insignificante y estúpido. Salgo de ahí, con un leve presentimiento que debería quedarme, que debería decirle todo y de una vez lo sepa, pero no me siento capaz, a partir de ahora cada vez que la vea sentiré culpa, no merezco quererla, no merezco que ella sienta algo bueno por mí, fui un perro desgraciado con ella, fui un imbécil que se aprovechó de la situación, que la llevo al extremo de la angustia solo para llevar a cabo cometido.

 

Baje las escaleras de manera lenta, pero justo antes de terminar el último escalón, ella aparece detrás de mí.

 

—¿Por qué?

 

No puedo darle cara, no puedo seguir aquí, tengo ganas de, es en eso que mi teléfono empieza a sonar una y otra vez de manera insistente, puedo identificar el número de González como si hablar de trabajo se me antojara en este momento.

 

—Está bien ¿Hay heridos? Salgo para allá. — Las desgracias me siguen.

 

—¿Qué sucedió? — No me di cuenta cuando había bajado, no es el momento de decirle todo lo que siento, hay cosas más importantes como salvaguardar que nadie quede desamparado a causa del incendio en la sede de nuestra empresa, lo extraño es que fue la que se firmó hace poco para la asociación.

 

—La nueva sede de mi empresa sufrió un incendio de magnitudes que no me pudieran decir por teléfono exactamente solo sé que no hay heridos de consideración, pero tengo que viajar hasta allá para dar la cara, no sé si demore o no, Nicolás me llevara al aeropuerto más cercano luego vendrá por ti, tu decide si te quedas más días o te vas mañana, aunque prefería que te vayas mañana.

 

—Siento mucho lo que ha sucedido, pero no puedes irte en medio de la noche, puede ser peligroso. — Quisiera decir gracias preciosa por la preocupación, pero yo puedo cuidarme descansa, pero ni siquiera la he visto a los ojos, todo esto se lo digo sin darle la cara, mientras le mando un mensaje a Nicolás.

 

—Voy a estar bien, despídeme de ellos — Es lo único que atino a decir, porque no quiero que nada les afecte.

 

—¿Nuestros hijos? Dime Darrien es acaso lo único que te importa ¿Cierto? —¡Claro que no! Me importa ella, hacerla feliz, criar a nuestros hijos juntos, ser un hombre que la merezca eso es lo que me interesa.

 

—Cuando regrese hablamos, también me importas Marissa y era cierto lo de hace rato — Salgo por la puerta como un cobarde, es como si la situación se hubiera dado para salir huyendo para evitar que destruyeran mi recién estrenado corazón.

 

Una vez ya en el auto, rumbo al aeropuerto me permito lanzar un fuerte suspiro y jalar de mis cabellos mientras recuesto mi cuerpo hasta el asiento trasero, no sé cómo mi vida se complicó de esa forma, mi abuelo y su herencia la complico, hasta en su último aliento sigue jodiendo mi vida.

 

—Señor descansé, el próximo aeropuerto está a cuatro horas ya verifiqué en línea, ya el licenciado González me dijo que están enviando su maleta con la ropa Rosaura la preparo.




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