No Fue Un Accidente

PARTE 56

 

DARRIEN

DOS SEMANAS DESPUES

 

—Tienes todo listo por lo que veo.

 

—Si amigo, voy a recuperar a mi mujer y a mi familia, sea como sea

 

—Como es la vida y los papeles se invierten — Es verdad, hoy estoy en una habitación de hotel cerca al Great Scotlan Yard en Londres, donde se realizará aquella velada, tengo un antifaz en mis manos, sin poder creer la locura que voy a hacer, me tomo mucho tiempo saber dónde estaba ella, pero cuanto lo supe salte de alegría, según me dijo Gonzalo yo le conté que la conocí durante una fiesta en un gran salón en la ciudad cercana al pueblo y quede embelesado con la mujer que veían mis ojos, pero que tenía otra apariencia. Todo lo que ha pasado  me ha hecho ver que no me importa como luzca,  hable ni como camine, tal vez no recuerde como llegue a enamorarme de ella, pero lo estoy, lo siento, lo presiento y lo vivo, cada vez que suspiro viendo unas fotografías que encontré, con nosotros vestidos casi igual y ella con su hermoso vientre, ese tipo de sesiones que se hacen para celebrar mes a mes, mi sonrisa era de un hombre enamorado, encontré pequeñas notas con mi puño y letra, unas que ella guardaba en un cajón pequeño dentro de la mesita de noche en la habitación de la primera planta, algunas prendas de ella aún seguían en la casa y aunque no recuerdo sé que es su aroma, muchas veces he llorado en la soledad de esa casa en que se supone vivimos muchas cosas, también descubrí que estaba construyendo una casa mucho más grande, debo reconocer que eso me confirmo lo que ya sabía estaba loco por mi familia, porque incluso mande a plantar un gran jardín y le dije al paisajista que pusiera énfasis en que fuera  jardín más hermoso posible porque a mi esposa le encantaban las flores, a veces lamento no recordar y otras no, porque eso me hace tener una idea de que hacer para que ella vuelva a confiar en mí, para que me dé la oportunidad de redimir todo lo malo que hice, una oportunidad para volver a empezar.

 

Gonzalo tenía amigos de la alta sociedad Londinense por lo que consiguió que me metieran como un invitado más, tengo un esmoquin Boggi Milano hecho a la medida color azul oscuro con una camisa a juego, fue el que encontré en mi placar y dentro de él había un anillo, estoy noventa y nueve por ciento seguro que era para pedirle matrimonio, si lo pienso bien lo hubiera hecho el día que nuestros hijos nacieron, pero el que las cosas no se hayan dado como debería no quiere decir que no se darán, solo sé que tengo que tener paciencia, así como ella la tuvo al insistir a pesar de mis groserías, de mis insultos y malos tratos, ella valía oro y no lo quería reconocer, nunca me ha gustado depender de nadie, ni económicamente y menos cuando se tratan de mi estabilidad emocional, supongo que eso también me orillaba a todas esas estupideces, pero no me justifican en realidad.

 

—Buenas noches, caballero, adelante —Me dice el encargado de verificar las invitaciones, ato mi antifaz que es del mismo color que mi traje con toques plateados, observo que todo tiene un tono de blanco y dorado, como si fuera año nuevo, todas vestidas de manera elegante, todo rimbombante, se nota el derroche de dinero, los centros de mesa y la araña del techo se notan costosos, no tengo idea siquiera que están celebrando hasta que veo una gran pastel entrando por la puerta principal, tiene diseño de corona con un montón de velas sobre él, supongo que es un cumpleaños, de pronto mi corazón late fuerte hasta el punto de tener que poner mi mano sobre el pecho para calmarme, esta tan hermosa, con un vestido rojo estilo MUJER BONITA unos guantes blancos y todo el cabello hacia arriba con un moño alto, dejando algunos cabellos sueltos con pequeñas ondas, esa mujer me roba el aliento con su sola presencia y eso que no la he tocado o besado aun.

 

—¿Gusta una bebida, señor? — Yo no respondo, solo tomo el trago de un sorbo y lo regreso a su sitio, estoy nervioso hasta puedo jurar que mis manos sudan, las secaría, pero es de muy mala educación hacerlo.

 

Una música de salón se oye, todos hacen una fila, por un lado, hombres y por el otro lado mujeres, sé que ella está en medio y lo que me llena de rabia es que está frente a ese sujeto que ahora sé que es un afamado psicólogo que anda detrás de mi esposa, porque ella sigue siendo mi esposa, aunque ella crea lo contario, porque yo no firme ningún maldito papel y si lo hice fue de manera fraudulenta ya Gonzalo se está encargando de eso.

 

—Espero no pisarle los pies, caballero — Me dice una tipa con demasiado maquillaje y un vestido que se nota que lo ha usado cuando era más delgada.

 

—No se preocupe, dígame, no reconozco muy bien la pieza, es de las que se intercambian parejas al bailar ¿Correcto?

 

—Si, claro, a mi tía siempre le han gustado los bailes de salón antiguos, por eso los antifaces también, hasta su hijo Santiago tiene uno junto con su cita, que por cierto es una chica muy encantadora y tiene a mi primo embobadicimo y comiendo de su mano— No puedo evitar hacer la mueca torciendo mi boca, que cita ni qué demonios, es mi esposa no su cita.

 

El baile empieza y me puedo guiar como dictan las reglas del baile de salón, no piso nadie, guio bien a quien me toca de pareja, voy pasando de dama en dama y con mi mirada puesta en la única mujer que me interesa, estoy a dos parejas de ella, MI ESPOSA sonríe de manera suave cuando él le dice algo al oído, quiero que la suelte, quiero que no la toque, que no respire cerca de ella, debo controlarme y no dejarme dominar por estos celos que me invaden, TRANQUILO DARRIEN con calma, los arrebatos no te llevaran a ningún lado.

 

—¡Darrien! ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejo entrar?

 




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