No me odies, Quiéreme

Una Luz de esperanza

 

Aviso hoy no podré publicar :P

Mentira, pero casi, 8.28 pm en México, todavía estamos a miércoles. Y con ustedes un nuevo capítulo, no olviden comentar y votar. Recuerden que pueden seguirme en todas mis redes sociales como AleBPena

******

 

Alonzo se hallaba en la universidad con Adrián en brazos, ese día solo había ido a entregar un trabajo, sus exámenes ya los había terminado todos, ahora solo tenía que esperar las calificaciones, con la esperanza de poder obtener la beca, porque todos sus ahorros se estaban esfumando cual si fuera agua, a pesar de que se había encargado de llevar curriculums y solicitudes de empleo a cualquier empresa, aún no tenía un resultado positivo.

El hecho de que no tuviera trabajo hacía que las cosas se complicaran demasiado, porque sin un ingreso fijo, como podía asegurar el pago para alguien que cuidara a su hijo, sino tenía un empleo, por más que intentaba mantener la calma siempre tenía momentos de desesperación, también quería cambiarse a un lugar mejor, pero era algo que tampoco podía hacer, así era como siempre terminaba reprochándose el haber caído en los engaños seductores de su ex, pero a pesar de que siempre se recriminaba por su debilidad, no se arrepentía, porque gracias a esos errores es que tenía a Adrián entre sus brazos, el tenerlo hacía que todo valiera la pena, incluso, aunque pareciera que se encontraba en la noche más oscura.

―Badaba ―gorgoreó el pequeño, logrando que el ánimo de Alonzo mejorara bastante, mientras se dirigía a la cafetería, apenas había dado un paso dentro, cuando escuchó a Sonia:

―Vaya, lo tuyo sí es el cinismo.

―Sonia, me imagino que tienes mucho que decir respecto a mi vida. No obstante, te suplico sea en otro momento, no quiero que mi hijo escuche tus reclamos. ―agregó. Sonia nunca fue santo de su devoción, sin embargo, su antipatía por la chica aumentó a raíz del nacimiento de su hijo.

―Me niego a creer que después de que mi amiga estuviera a punto de morir por tu culpa, te presentes en la universidad como si nada hubiera pasado.

―No tengo nada de que arrepentirme. ―agregó, mientras colocaba su mano en la cabecita de Adrián protectoramente.

―En verdad, no puedo creer lo insensible que has demostrado ser, mi amiga estuvo a punto de morir por tu culpa ―reiteró―. Y tú en lugar de conmoverte, lo único que haces es pasearte por la universidad cargando a tu hijo como si fuera un trofeo.

―Si Erika estuvo a punto de morir no fue por mi culpa, ni por la de Adrián.

―Eso es lo que te dices para limpiar tu conciencia, pero ambos sabemos que no es así.

―Sonia, tú y yo nunca nos llevamos bien, es evidente que no nos soportamos, a pesar de eso entiendo tu enfado conmigo, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, voy a seguir estudiando en esta escuela y lo más probable es que traiga a mi hijo, eso hace muy posible que volvamos a encontrarnos, no te estoy pidiendo que nos llevemos bien, solo que si me vuelves a ver hagas el favor de ignorarme. ―pidió, antes de seguir su camino.

―¡Para es muy fácil decirlo! ―refutó.

―¿Eso crees, crees que es fácil para mí? Le entregue mi corazón, me enamoré, di lo mejor de mí para que ella jugara conmigo, destruyera mi fe y se llevara lo mejor de mí, lo perdí todo gracias a ella. No, no es fácil para mí.

»Lo único que tengo es a mi hijo y soy capaz de hacer cualquier cosa por él, cualquier cosa.

―Ja! ―se mofó―. Si eso es lo que tú quieres creer, adelante. Pero si crees que voy a dejar que hagas con Alicia lo mismo que hiciste con Erika estás muy equivocado.

―¡No sé de qué hablas! No tengo idea de quien es Alicia, pero si estoy seguro de que no quiero tener nada que ver con alguna de tus amigas.

―Alicia es la misma que cuido a tu hijo la semana pasada. ―espetó. Alonzo se sorprendió, desde que la había visto en la biblioteca sabía que tenía que alejarse de ella, pero ese día, aunque hubiera querido decirle que no, no podía hacerlo. Lo extraño es que no podía entender como alguien que se había ofrecido a cuidar a su hijo, podía ser amiga de Sonia y Erika.

―No sabía su nombre. ―gruñó.

―Ya lo sabes, ahora déjala en paz.

―¿Estás seguro de que ella quiere que me aleje? ―indagó sardónico, solo por molestar, porque si en algo coincidía con Sonia es que se debía de alejar de esa mujer.

―Alicia es demasiado ingenua, inocente y tonta, caería en tus redes antes de que te des cuenta, por favor, no te acerques a ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.