No me odies, Quiéreme

Buscando una niñera

 

El viernes Alicia llamó a Elisa para que se vieran, estaba segura de que su cuñada sabría de alguien que pudiera cuidar a Adrián, aunque ella bien podría hacerlo y estaría encantada de cambiar su trabajo por cuidar a Adrián, no podía hacerlo mientras tenía clases en la universidad. Debía reconocer que Sonia tenía razón, se estaba encariñando demasiado rápido con ese niño, algo que no debía suceder, pero había pasado. Lo realmente malo era que después de que encontrara una niñera para Adrián estaba segura de que no lo volvería a ver. Si Sonia realmente supiera como se sentía con relación a ese niño seguro ya la hubiera encerrado en su cuarto para evitar que volviera a cuidarlo.

―Hola. ―saludó Sonia sacándola sus pensamientos cuando llegó al restaurante donde habían quedado de verse para almorzar.

―Hola. ¿Cómo estás?

―Sorprendida ―dijo, mientras dirigía la vista a Adrián que jugaba en la periquera―. ¿De dónde lo sacaste?

―Deberías saber mejor que yo que los niños solo salen de un lado. ―se mofó.

―Lo sé muy bien, y aunque después se te olvida todo mientras salen no es el momento más agradable de la vida. Pero sabes muy bien que no me refiero a ese detalle.

―Digamos que es una historia extraña.

―¿Qué tan extraña?

―Seguí tu consejo.

―¿Cuál consejo? ―indagó extrañada.

―Buscar a un chico que me dé asesorías de TC.

―Aja, y eso que tiene que ver con…

―Adrián se llama Adrián, su papá es Alonzo quien me dará asesorías de Tecnologías de la comunicación.

―No me hace falta preguntar si es guapo, si el hijo se parece a su papá.

―Badaba. ―gorgoreó el aludido con una risa.

―Y muy simpático ―continuó Elisa.

―Bueno, su papá no es tan simpático.

―Alicia, ¿y la mamá?

―Ah, no estoy segura. No he preguntado mucho sobre el tema y dudo que me contestará si lo hiciera.

―¿Estás segura de que es soltero?

―Muy segura. De lo contrario no lo llevaría a la escuela cuando tiene que presentar un examen.

―¿Eso hizo?

―Sí. Lo llevó y Adrián quería que todos lo conocieran. Te sorprendería la potencia que tienen sus pulmones. ―El bebé volvió a reírse como si supieran que estaban hablando de él.

―No creo que me sorprenda, te recuerdo que tengo dos hijos y sé de lo que son capaces de hacer los niños cuando quieren llamar la atención. ―reconoció― Entonces, lo que tú necesitas es a alguien que lo cuide en las mañanas.

―Más bien todo el día.

―Entiendo que no puedes cuidarlo en las mañanas, pero ¿en la tarde qué te lo impide?

―No creo que sea buena idea.

―¿Por qué? A simple vista parece que es un niño muy tranquilo, y pareces caerle bien.

―El problema es que solo lo he cuidado tres veces si contamos hoy, y me estoy encariñando demasiado con él.

―No veo porqué eso sería un problema. Si fueras mi niñera el hecho de que te encariñes con mis hijos te daría un punto extra.

―Es complicado, aún no entiendo por qué, pero Alonzo me odia o no le caigo bien, cuando él encuentre a alguien quien realmente sea digno de su confianza dejaré de cuidar a su hijo, y no le veré ni el polvo, me parece que lo mejor es cortar por lo sano antes de que me involucre más sentimentalmente con Adrián.

―¿Con Adrián o con su papá?

―Con su papá no hay mucho que hacer al respecto, de verdad me odia.

―Pero eso no quita que te guste.

―No, el hecho de que sea un gruñón no hace que deje de gustarme.

―Creo que podrías aprovecharte de su situación, sigue cuidando a Adrián, deja que te conozca de verdad, así podrá darse cuenta de la persona que eres y olvidará la primera impresión o tontos prejuicios.

―No puedo creer que tú siendo madre me digas que use a Adrián para acercarme a un hombre, por otro lado, Sonia me dijo algo parecido.

―No le harás daño al niño, te conozco y eres incapaz de lastimarlo por eso te doy ese consejo. Nunca me imaginé estar de acuerdo con tu amiga.




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