No me odies, Quiéreme

Noticias Que Cambian la vida

¡Hola! Muchas gracias por sus buenos deseos, ya estoy mucho mejor. Les pido una disculpa por la tardanza en el capítulo, pero aquí está. Espero que les guste, y si pueden recomendar la historia no duden en hacerlo.

 

***************

4 semanas después

Alonzo había cumplido su promesa de enfocarse a la universidad y su trabajo, aunque había la posibilidad de que ese parcial se llevara varias materias, él estaba poniendo todo de su parte para evitarlo, y en caso de que sucediera ya vería como le haría, pero no se podía permitir irse a extraordinario. En el poco tiempo libre que le quedaba ayudaba a su padre en el taller.

Respecto a Erika aunque se había cruzado con ella en la universidad en un par de ocasiones, no habían tenido ningún acercamiento, Alonzo por su parte había decidido evadirla lo más que le fuera posible, pero el destino se empeñaba a llevarle la contraria, a pesar de que estudiaban en una universidad muy grande como para que dos personas se cruzaran, pero él se encontraba con Erika todos los días y si eso no fuera suficiente había veces que se la encontraba hasta tres veces. Alonzo como era fiel creyente del karma estaba seguro de que algo muy malo había hecho en vidas pasadas.

Como ese día Alonzo tenía dos horas libres se dirigió al revolcadero, un área verde destinada exclusivamente al descanso de los alumnos, aunque la mayoría la usaba para otro tipo de actividades que daban origen a su peculiar nombre. Mientras se encontraba descansando le llegó un mensaje de Tomás para preguntarle donde se encontraba, Alonzo le respondió.

―Es extraño verte por aquí. ―dijo Alonzo, cuando Tomás llegó.

―Tengo tres horas muertas. ―respondió, mientras se acostaba en el pasto.

―Aún no entiendo que haces aquí y no en la biblioteca dando asesorías.

―Dejé de darlas y sabes porque lo hice.

―Lo sé, pero tú eres de esas personas de aprovechar el tiempo libre en algo más productivo que en perder el tiempo, estoy seguro de que podrías ocupar esas tres horas en ayudar a alguien más.

―Podría, pero no quiero.

―¡Es extraño viniendo de ti! ¿Seguro que tu novia no te prohibió dar asesorías?

―No, Angie no es así. Además, dejé de darlas antes de que me perdonara y cuando regresamos me fue imposible, tenía un trabajo que me lo impedía por cuestiones de tiempo, salvo hoy no tengo tiempo muerto. Ella en ningún momento me ha pedido que deje de hacer algo.

―Aunque estaría en todo su derecho.

―Sí, así es. ―confirmó Tomás. Alonzo se quedó en silencio unos momentos, viendo fijamente a su amigo. ―¿Qué?

―No sé, todo me parece tan raro, tu novia parece un personaje mítico sacado de tu cabeza ―Tomás soltó una carcajada―. Según tu descripción parece perfecta.

―Lo es. ―reconoció.

―No eres objetivo en este tema, tu palabra no cuenta mucho. ―mofó Alonzo.

―Nunca he pretendido serlo. ―reconoció. En un movimiento que hizo Tomás, se dio cuenta de que entre todos los que estaban teniendo su momento de relajación también se encontraba alguien que a Alonzo no le haría mucha gracia. ―Allá atrás se encuentra tu ex. ―informó.

―¡Maldita sea! ―gruñó.

―Si te sirve de consuelo está con Sonia, no hay nadie más con ellas.

―No es si está con ella o con alguien más, es que desde que terminamos me la encuentro para todo, incluso más veces que cuando estábamos juntos, por más que trato de evadirla siempre termino cruzándome con ella.

―Bueno, parece una mala broma del destino. En este momento no puede vernos, está de espalda a nosotros.

―Vaya, que alivio. ―dijo sardónico.

Mientras Alonzo trataba de entender porque ahora se tenía que encontrar a Erika en todos lados, y Tomás intentaba convencerlo de que no le diera importancia al asunto, ya que, mientras estudiaran en la misma universidad eso seguiría pasando. Erika ponía al tanto de lo que estaba pasando en su vida y lo que pensaba hacer.

―¿Estás segura? ―cuestionó Sonia, de alguna forma Alonzo se acomodó y pudo escuchar una conversación que no le interesaba, pero giraba en torno a él.

―Tan segura como se puede estar después de realizar varias pruebas de embarazo y tener la confirmación del ginecólogo.

―Vaya, eso si es seguridad.

―Claro. ¿Qué pensabas Sonia? Que te diría que estoy embarazada solo porque lo sospechaba. Sabes que no doy nada por sentado hasta que estoy segura.

―Lo sé, pero me extraña que estés embarazada, eres tan estricta con los anticonceptivos que me sorprende que se te haya pasado una toma.

―No se me pasó, lo hice deliberadamente.

―¿Por qué harías algo así?

―Necesitaba que Alonzo creyera que en verdad me había enamorado de él, y para eso debía demostrarle que confiaba en él en ese sentido. Si seguía usando el parche él se daría cuenta.

―¡Dahh! Erika, eso es una idiotez. Pudo haberte contagiado algo.

―¡No seas idiota, Sonia! Es Alonzo no se le paran ni las moscas, no puede contagiarme nada.




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