No me odies, Quiéreme

Intentalo

Después de que Alonzo y Adrián se hubieran ido, Alicia y Sonia fueron a comprar tacos para cenar, a pesar, cualquiera que las viera diría que era una cena cotidiana, pero Sonia conocía demasiado bien a su amiga como para saber que algo había pasado, solo esperaba que el imbécil de Alonzo no le hubiera hecho daño, porque de ser así, ella sería capaz de cortarle los huevos y usarlos de abono para los arboles de la universidad.

―¿Qué te pasa? ―cuestiono Sonia, pero no obtuvo respuesta. ―Ali ―volvió a intentar―. Y entonces vi a dos elefantes rosas y un unicornio volar sobre la universidad.

―Yo también. ―concedió Alicia, que seguía en su universo personal.

―¡Alicia! ―refunfuñó Sonia, sabía que solo así podría llamar la atención de su amiga.

―Aquí estoy, no es necesario que grites.

―¡No me estás poniendo atención!

―Claro que sí.

―¿Qué dije?

―Viste dos elefantes ro… ―Alicia se interrumpió cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo―. Lo siento. ―se disculpó.

―¿Qué tienes? ―inquirió nuevamente.

―Hable con Alonzo.

―Eso me imaginé, de lo contrario no estarías en tu mundo. ¿Tan malo fue?

―No del todo, bueno la gran mayoría sí.

―¿Tengo que matarlo?

―¡Sonia! Por favor, prometiste que tratarías de ser un poco más objetiva en lo que se refiere a él.

―Y estoy tratando, pero Ali, si te hizo daño sin importar si es Alonzo o cualquier otro impresentable debería de matarlo.

―No me hizo daño, ni nada por el estilo.

―¿Entonces?

―Es complicado, muy complicado

―Pues dime, tal vez te pueda ayudar a acomodar tus ideas.

―¿Tú?

―Sí, yo, te recuerdo que voy a intentar ser objetiva en lo que respecta a Alonzo, así que cuéntame que sucede.

―¿Puedo estar segura de que no le dirás nada a Erika?

―Por Dios, Alicia nunca le he contado a ella nada de lo que hablamos, ni de lo que hablo con ella te lo he contado a ti, no hay razón para que empiece a hacerlo en estos momentos.

―¿Por qué no me dijiste que Erika es la mamá de Adrián?

―¡Oh! Se suponía que…

―¿Qué nadie debía saberlo?

―Sí, Erika nunca quiso tenerlo, está en su derecho de que no se haga publica su maternidad.

―Estoy de acuerdo…

―¿Ves no somos tan opuestas como piensas? ―interrumpió Sonia.

―Sin embargo, esa no es razón suficiente para que amenace a Alonzo.

―Parece que no surtió mucho efecto. ¿No?

―Dijiste que no le dirías nada.

―No lo haré, pero el podía no haber dicho nada.

―Y tal vez no lo hubiera hecho, si ella se lo hubiera pedido de manera amable, por lo que entiendo él no tiene mucho interés en aclarar quien es la mamá de Adrián.

―No siempre estoy de acuerdo en como hace las cosas Erika, pero es mi amiga y la apoyo.

―Hay algo que no entiendo.

―¿Qué es?

―Alonzo dijo que impidió a Erika abortar.

―¡Oh, Oh!

―¿Tú sabes que fue lo que pasó?

―No creo que sea buena idea que yo te lo cuente, mejor pregúntale a él.

―Es curioso, Alonzo me dijo que lo mejor era que tú me lo contaras.

―¿Estás bromeando?

―No, para nada. Alonzo dijo que no se enorgullecía de ello, y puesto que no hay dos formas de contarlo, solo una lo mejor era que te preguntara a ti. Así que, ¿qué fue lo que pasó?

―Estábamos en la clínica esperando a que atendieran a Erika, Alonzo le pidió que no lo hiciera, ella insistió en hacerlo, y Alonzo no conforme se comportó como un cavernícola y la sacó de la clínica como si fuera un costal de papas. ―Alicia soltó a reír―. No es gracioso.

―Perdón, pero debió ser muy cómico. ¿Qué sucedió después?

―Erika dijo que solo la llevó a dar vueltas por la ciudad en un carro y después la llevó a su casa.

―Puedo decir algo ¿y no me golpeas?

―Adelante.

―No encuentro tan grave que la haya sacado del hospital, por cómo me lo dijo él creí que había sido algo más fuerte.

―¿Te parece poco sacarla contra su voluntad y tenerla secuestrada?

―Yo no le llamaría secuestrarla, al final no fue ni un día, y debo reconocer que no estuvo bien que la sacara por la fuerza de la clínica, pero ¿no crees que todo hubiera sido diferente si Erika hubiera escuchado a Alonzo?

―Supongo que sí, y aunque no me creas le dije que lo hiciera, ella no me escuchó, en eso.

―¿En algo sí te escuchó? ―cuestionó incrédula.

―No le puedes decir a Alonzo.

―No se lo diré.

―Erika iba a llevar a Adrián a un orfanato, la convencí para que no lo hiciera.

―¡Dios! ―Sonia asintió―. No creo necesario que Alonzo o Adrián se enteren algún día de eso, no tiene sentido. Solo les haría más daño.

―Además, Erika me mataría. Desde que me enteré de que estaba embarazada le dije que hablara con Alonzo, pero ella no quiso hacerlo, de hecho, no sé qué tan en broma lo dijo, pero ella comentó que le diría una vez que ya hubiera abortado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.