Por primera vez en su vida Alicia estaba pasando de ser una ñoña como le decía Sonia, a ser una completa vaga, por más que trataba de concentrarse en las clases no podía, lo peor los exámenes parciales estaban por iniciar y de seguir así no saldría bien. Por más que lo intentara Alicia no se podía olvidar de Alonzo, aunque sabía que su anhelo de tener una relación con él no llegaría a nada, no dejaba de lamentarse por lo ocurrido, pero más allá de Alonzo, no podía dejar de pensar en Adrián extrañaba a ese niño demasiado.
Al principio le pareció una mala idea la de su hermano de ir a verlo a la guardería de Calzate, pero era tanto lo que lo extrañaba, que al final terminó cediendo, fue a Calzate, pero se encontró con la sorpresa de que no lo estaba llevando ahí, después llamó a su cuñada, creyendo que tal vez ella lo seguía cuidando en las mañanas, pero Eli tampoco sabía que había pasado con Adrián, a su vez coincidió con ella de que era un niño tan lindo, que era imposible no extrañarlo.
Aunque sabía que debía hablar con Alonzo para explicarle lo que había sucedido en realidad y por qué nunca le dijo quién era, desechó la idea segura de que él no querría volver a verla, ojalá y tuviera más valor para enfrentarse a él, sin embargo, no lo era, era una cobarde. Aun sí era una cobarde tenía que afrontar la consecuencia de sus actos, le había mentido a Alonzo, ahora debía afrontar su despecho.
Alicia salió de su clase y se dirigió a la cafetería, no estaba segura de que comería ese día, porque tampoco es que se estuviera muriendo de hambre, pero seguro que algo se le antojaría. No es que Alicia se hubiera convertido en un muerto andante, pero tampoco es que pusiera mucha atención en lo que ocurría a su alrededor.
Mientras se dirigía a la barra para pedir algo de comer escuchó un gritó infantil, su cabeza parecía tener vida propia, haciendo que volteara de dónde provenía el grito. Vio a Adrián estirando sus manitas para que ella lo cargara, Alicia le respondió con una cariñosa sonrisa, que se esfumó cuando su mirada se cruzó con la mirada enfurecida de Alonzo, para completar el cuadro también vio a Erika acomodándole a Alonzo el cuello de la camisa, en ese momento su corazón terminó de romperse.
Alicia salió de la cafetería corriendo, si alguien intentó seguirla no se dio cuenta, cuando estuvo en la seguridad de su camioneta se olvidó de todo lo que tenía que hacer y se soltó a llorar, por más que quisiera y aunque Alonzo algún día la perdonara no podía cambiar los hechos. Y Erika siempre sería la madre de Adrián.
Alicia llegó a la casa de sus padres, extrañamente, conducir en medio del trafico de la Ciudad de México la tranquilizó. Al entrar se encontró con que Elisa estaba de visita acompañada de sus sobrinos, aunque no esperaba verlos y estaba reticente a verlos, hacerlo le ayudó a distraerse, nunca se imaginó que su presencia le ayudaría para olvidar lo que estaba sucediendo con su vida.
―No esperaba verte tan pronto por aquí. ―dijo Azucena cuando terminaron de comer.
―Siempre que puedo trato de venir. ―dijo.
―Sí, y te lo agradecemos, pero con todo lo que pasó, creímos que te ibas a enojar de nuevo.
―Lo siento ―se disculpó― nunca ha sido mi intención castigarlos.
―No importa, lo único que te pido es que no te olvides de tu familia y estamos aquí para apoyarte.
―Gracias.
―En cuanto a Ezequiel, sé que es mucho pedir, pero no seas tan dura con él. Sus formas de ayudar no son las más adecuadas, pero créeme que lo hace por qué se preocupa por ti.
―Ali ―intervino Elisa―. Entiendo que estés molesta con tu hermano, yo también lo estoy, por más que quisiera ayudar no debió irle a contar todo a Alonzo con pelos y señas.
―Ya no importa. ―dijo sincera, pero con la tristeza apoderándose de ella nuevamente.
―¿Le explicaste tus razones?
―No, porque no me ha dejado hablar con él. Solo se ha limitado a creer lo que él quiere, además regresó con Erika.
―Deja pasar unos días, y después explícale tus razones, Ali, no puedes quedarte de brazos cruzados dejando que él piense algo que no es.
―No tiene sentido que lo haga, Alonzo tomó su decisión y aunque no me gusté, debo aceptarla.
―¿A qué te refieres?
―Regresó con Erika.
―¿Quién te dijo eso?
―No me lo dijeron, los vi, estaban en la cafetería con Adrián me habló, los vi muy juntos, parecían la familia feliz.