No me odies, Quiéreme

No me odies, Quieréme. [Final]

De último momento Alicia había salvado el segundo parcial, no como estaba acostumbrada, pero al menos no había reprobado una sola de sus materias. De Alonzo no había tenido noticias solo sabía por su padre que Alonzo no renunció y al final había regresado el cheque, eso de alguna forma la tranquilizaba, sin embargo, él no se había comunicado con ella.

Durante las primeras semanas Alicia le llamó y dejó algunos mensajes que no tuvieron respuesta, pensó que lo mejor era darle tiempo, pero ¿cuánto tiempo sería suficiente para qué hablaran?

Lo único que sabía es que no había regresado con Erika, Sonia se lo aclaró días atrás, pero más allá de eso no sabía nada de Alonzo, quizás si preguntaba a Ezequiel, él le informaría, sin embargo, no quería saber de Alonzo por lo que podía recabar con su familia o Sonia, sino porque quería que Alonzo se lo dijera frente a frente.

Antes de que arrancara la camioneta para salir de la universidad sonó su celular anunciando la llegada de un mensaje.

Hay algunas cosas de Adrián en

tu departamento. ¿Puedo pasar

por ellas?

Alonzo 15:02

 

Al leer el mensaje el corazón de Alicia se detuvo por un instante, pero después comenzó a latir con más fuerza, no era la clase de comunicación que requería por parte de Alonzo, pero al menos bastaba. Una vez que sus latidos se regularizaron le respondió.

Por supuesto. Estaré ahí,

Espero también podamos hablar.

Alicia 15:08

 

Alicia esperó unos minutos más antes de arrancar, con la esperanza de tener otro mensaje por parte de Alonzo, pero no fue así. En el camino a su departamento se detuvo en el centro comercial, si, esa era la última vez que vería a Adrián ―y creía que así sería debido a la falta de respuesta de Alonzo―, quería regalarle algo, se dirigió a la tienda de productos para bebés donde estuvo un buen rato indecisa hasta que la dependienta la ayudo a elegir. Mientras caminaba con su compra en dirección al estacionamiento un aparador llamó su atención, sin analizar mucho si era correcto o no entró y compró una corbata color violeta.

«Lo más probable es que en cuanto la vea la tire a la basura» le dijo una vocecilla.

Sin más paradas para comprar regalos llegó a su departamento, levantó las cosas de Adrián que aún seguían donde las había dejado, era una forma de mostrarse que todavía había esperanza de que ellos regresaran. Al momento de empezar a guardar todo en una caja lo primero que puso fue la corbata, no quería dársela directamente, solo esperaba que él la encontrara, después guardó los juguetes de Adrián, y por último un pijama de Snoopy, y un cubo con figuras geométricas, que es lo que había comprado en la tienda.

Alonzo llegó a casa de Alicia con un ramo de azucenas blancas y la esperanza palpitando en él, la misma que se esfumó en el momento que entró y vio en la sala los juguetes de Adrián en una caja.

―Hola. ―saludó ella, mientras su estómago se contraía― pasa.

―Hola ―respondió él, nervioso―. Son para ti. ―agregó mientras le entregaba las flores.

―Gracias, voy a ponerlas en agua ―dijo―. ¿Y Adrián? ―cuestionó mientras se dirigía a la cocina.

―Se quedó con su niñera.

―Vaya, no te costó nada sustituirme. ―musitó, sin embargo, Alonzo alcanzó a escucharla.

―No regresé con Erika, si eso es a lo que te refieres. ―refunfuñó.

―No pensaba en Erika, sino en que conseguiste otra niñera para Adrián muy rápido.

―Adrián no estaría de acuerdo contigo. ―gruñó. Alicia respiró hondo y soltó el aire, porque le estaba costando tanto trabajo hablar directamente con Alonzo. Él por su parte por más que trataba de no ponerse a gritar como un ogro, no podía evitarlo.

―Olvida lo que dije. ―pidió Alonzo.

―Lo siento, no quise meterme en tus decisiones, pero es que me hubiera gustado ver a Adrián.

―¡Ali! ―llamó con voz ronca, ella no se detuvo ante su llamado, sin embargo, él continuó hablando―. No intenté sustituirte, aunque quisiera es imposible que pudiera hacerlo.

»Vine aquí con la finalidad de pedirte perdón, pero tan solo con verte se me olvidó todo lo que quería decirte, en cambio, me pongo a gritar como un idiota. ¿Podemos hablar?

―Sí, claro, siéntate ―agregó―. Yo también tengo mucho que decirte. ―Alicia se sentó justo frente a Alonzo, claro que estaban separados por una distancia considerable, la mesa de centro dónde había palomitas y una tensión terrible.

―Empieza tú. ―concedió él.

―Quiero que entiendas que si te oculté quién no es mi familia, no es por…, ni si quiera sé cómo explicarlo.

―¿Sabes que por más vueltas que le des al asunto tarde o temprano terminaremos hablando de ello?




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