El desayuno fue preparado por Valerie que ciertamente era una dulzura con ambas, el café espresso y el delicioso croissant con nutella era una maravilla haciéndome caer perdidamente enamorada de esa mezcla, salvo por el café tan cargado al cual le tuve que echar mucha azúcar. Era sábado así que ambas insistieron por una tarde llena de compras.
Estamos paseando por Piazzale Michelangelo al atardecer, muchas bolsas de ropa y zapatos eran una buna forma de distraer la mente de Anto, aunque era un poco raro mi italiano —así me lo dijeron algunos señores—, se llegaba a entender. Mordí mi labio cuando el alto chico me guiño un ojo.
—Blair —llama la pelinegra chasqueando los dedos
—¿Si? —respondo sin despegar mi mirada del guapo chico
—¿Por qué…? Oh. Mmm… eso se ve…
—Muy bien —completa Valerie sonriendo—, ¡Ya se! ¿Por qué no vamos a uno de los mejores clubes de Florencia?
Ambas volteamos a mirar a la castaña quien tiene una sonrisa pícara. Venimos a disfrutar ¿Por qué, no? Volvimos al apartamento con la nueva ropa que estrenaríamos en el club al que nos llevaría Valerie. Como hacia frío opte por unos pantalones de talle alto y una blusa de tirantes con un abrigo, no me moriría de frío en este invierno. Aplique un poco de maquillaje mientras las chicas todavía se vestían.
—Chicas… —no pude decir más porque ambas llevaban vestidos súper cortos con este frío
—¿Por qué te pusiste pantalón? —cuestiona Anto acercándose a mi
—Porque tengo frío ¡Da!
—Vamos a un club —Valerie se aplica un poco de labial— pero debo admitir que ese outfit me ha gustado
Le muestro una sonrisa en forma de agradecimiento. Después de dos horas nos dirigimos al club, mientras que Valerie se tomaba muchas fotos y debo recalcar “muchas”, Antonella hablaba por teléfono con Jer quien dijo que mamá había cambiado la chapa de la casa para que él no pudiera entrar, así de intensa es mi madre.
que los diferentes copos de nieve caían en la ventana del auto. Saque la lista de mi cartera, eran 31 deseos al igual que la fecha de mi cumpleaños, tenía una manía de ser muy ordenada heredada e inculcada por mi madre. Todo debe de estar en su lugar y debe ser premeditado. Bueno lo primero era ir a un bar y tomarme el trago típico que en este caso era: El Limoncello, luego conocer a un guapo chico y follarmelo. Dije que quería disfrutar y desestresarme en este viaje, pues no me juzguen si esta es mi forma.
—Bien chicas, a disfrutar de la noche se hay dicho —Valerie me toma de una mano jalándome mientras que yo jalo a Antonella—. Este es nuestro box y estos —señala a un grupo de personas—, son mis amigos. Nicoletta, Alesandro, Pia, Zinerva, Donato, Giovanni y Fabrizio.
acerco a saludar a cada uno de los presentes, algunos son viejos amigos de Antonella así que empiezan a conversar.
— Lei è Blair, viene dal Perù ed è la migliore amica di Nella e ora anche la mia amica —me da una sonrisa antes de irse a las piernas de Donato—. Puedes sentarte Blair no muerden.
—¿Eres de Perú? —pregunta la rubia a la cual entiendo ya que habla español
— Non hai capito Nicoletta —habla Pia rodando los ojos
—¿Sabes italiano? —el lindo chico de ojos celestes me sonríe—, escuche que no sabias
—Solo se algunas palabras, no soy tan buena
—Pues, si quieres establecer una conversación que no sea en italiano solo puedes hablar con Valerie, Nella, Nicoletta y yo. Somos los únicos que iban a las clases del papá de Antonella.
de viaje: Antes de ir a algún país debes saber el idioma. El italiano no es tan difícil pero no lo sabía hablar a la perfección y debería de perfeccionarlo; después de ser acosada por Nicoletta y su gran interés por Latinoamérica establecí una larga y tendida conversación con Fabrizio acerca de cómo aprendió español.
—Así que Valerie, Nicoletta, Anto y tú se conocen desde niños porque el papá de Anto era profesor de español —concluyo bebiendo un poco de Limoncello—, eso es genial.
—Escuchar a Nella hablando algo diferente y extraño despertó nuestra curiosidad, además el señor Carlos era una gran persona —me muestra una sonrisa ladeada, su mano cubre la mía—, me agrada mucho saber español, no muchas veces lo utilizo, ya te diste cuenta que está un poco oxidado pero veo que ha sido una bendición saberlo.
—Yo también creo que ha sido una bendición
—¿Te gustaría bailar?
—Claro
Tomo su mano, la cual me extiende para llevarme a la pista de baile. Es muy grande pero eso no le quita lo cálida. Su mano cubriendo la mía hace que mi —no tan pequeña— mano quede minúscula a su lado. La música es movida y alegre, sigo los movimientos que hace Fabrizio con los pies, reconozco que no es un gran bailarín pero eso no le quita ni una pizca de atractivo. Su cabello castaño oscuro hace resaltar sus ojos celestes, su sonrisa es pequeña pero amigable, tiene unos labios en forma de corazón con un ligero rosa en ellos y su perfil es delicado sin dejar de ser masculino. Me da una sonrisa al darse cuenta que lo estuve observando.