Capítulo 15
22:15 pm
La voz del extraño se había tornado más áspera a medida que iba hablando, pero no fue eso lo que me hizo cortar la llamada de una vez por todas y dejar el celular en la mesada, fue el hecho de que sabía mi nombre.
El bello de mis brazos se habían erizado y temblando me acerqué despacio hacia la puerta de la cocina para comprobar que esta estaba cerrada, lo estaba. Tomé varias bocanadas de aire y agarré el celular.
Theo me había escrito varios minutos atrás y no le respondí, por lo que volvió a enviarme uno nuevo con un simple “¿Sel?”
“Perdón, el desconocido me volvió a llamar”.
“No debes hablar con extraños, pequeña Sel, eso podría salir mal”, fruncí el ceño, era raro que él fuera responsable.
Salté del susto cuando escuché que me volvían a llamar, dejé que sonara mientras empezaba a escribirle a Theo, aunque se me complicaba un poco ya que mis manos temblaban, pero lo que me sorprendió fue su mensaje.
“¿Por qué no respondes, pequeña Sel?”
Pequeña Sel, el desconocido también me había llamado pequeña.
“¿Cómo sabías que me estaban llamando de nuevo?”, apreté enviar, “¿Theodore?”, eso no me gustaba, no era para nada gracioso. Entonces recordé la llamada del otro día. Pero en esa situación nadie había respondido del otro lado. Estuve parada en medio de la cocina esperando que mi amigo respondiera. Pero casi me caigo al suelo cuando lo hizo.
“No soy Theo” decía el mensaje. Escribí un corto “¿cómo qué no?”, a lo que me respondió “Responde la llamada, pequeña estúpida”. ¿Pero qué estaba pasando? Salí del chat y entré en el de mi mamá, la llamada se cortó justo cuando comenzaba a escribirle, pero no llegué lejos porque otro mensaje llegó, y la sangre se fue de mi cara.
“O alguno de tus amiguitos se muere”.
¿Qué estaba pasando, Dios?
Volvió a llamarme y respondí la llamada rápidamente y hablé.
−Theo, esto no es gracioso.
−Te equivocas, ya te había dicho que no era Theo. −la voz del otro lado era de un hombre, la misma que en la anterior llamada, solo que por las extrañas circunstancias me pareció la voz más horrible y escalofriante que había escuchado en mi vida. En eso me llega un nuevo mensaje, en este caso era una foto de Theo, pero algo estaba mal, él estaba dentro de su casa y quien sea que la haya sacado se encontraba del lado de afuera fotografiando a Theo a través de la ventana, claro que él no se daba cuenta de esto. Estaba concentrado mirando un partido de fútbol.
−Theo es muy distraído, ¿verdad? tú lo conoces mejor. −el hombre volvió a hablar y empecé a temblar aún más, si eso era posible.
De nuevo, ¿qué demonios estaba pasando?
− ¿Quién sos y qué querés?
− ¿No entendiste, pequeña Sel? jugar −que dijera pequeña Sel me ponía los pelos de punta, era horrible−. ¿Recuerdas los libros de misterio?, quiero jugar a las preguntas. Si no respondes o lo haces mal, y aun peor, si llamas a la policía, se muere el rubio. Está solo, creo que ya sabías que sus padres no están en casa.
Sentí como las lágrimas caían por mis mejillas mientras me apoyaba en la mesada de la cocina, no entendía qué estaba ocurriendo ni por qué. No encontraba mi voz para decir nada y estaba comenzando a sentir miedo, mucho miedo.
− ¿Puedes nombrar tres libros policiales? y que no sean la basura juvenil que acostumbras, no deberías leer ese contenido, no te sirve, no aporta nada más que un entretenimiento vano −empezó. Carajo, respira, Sel, respira y piensa.
Traté de hablar y mi voz salió en un pequeño hilo.
−Sí, sí puedo: “Estudio en escarlata”, “Asesinato en el Orient Express”, mmmh ¡“Mr. Mercedes”! −me esforcé para recordar de entre tantas películas que había mirado. Y fui por las seguras.
−Qué decepción, creí que tendrías más variedad, pero no puedo quejarme, son clásicos, ¿o no, pequeña Sel? −no podía respirar−. Sigamos, ¿Cómo se llama el detective creado por Agatha Christie? −solté un sollozo, no lo recordaba, me sentía patética, nunca fui muy buena con los nombres de personas, y hacía años que no leía nada de esa autora−. ¿No lo sabes, verdad?
− ¡Sí, sí lo sé!
− ¡Entonces por qué no respondes! −gritó y me tuve que tapar la boca para que no escuchara lo asustada que estaba.
−Se-e llama… mmmh. −piensa piensa piensa, Sel…, h, era con h…, h h h, cómo la película de Disney−. ¡Hércules Poirot! −grité de emoción al acertar.
−Bien bien, patética niña, la tercera pregunta es…
Salté de nuevo en mi lugar –creo que nunca me sobresalté tanto en mi vida como en esa ocasión− al escuchar la bocina de un auto, mis papás.
−Salvada por la campana, pequeña Sel, pero Theo…
− ¡No le hagas nada! ¡Por favor! −sonaba desesperaba.
−Le decís a tus padres y los asesinó también a ellos −fue lo último que dijo, demasiado rápido pero lo pude escuchar bien, antes de colgar.
Cuando mis papás entraron en la casa, me encontraron parada en la cocina, con la cara hecha un asco. Me miraron preocupados y tuve que improvisar.