No mires hacia atrás

Capítulo 17

Capítulo 17

07:00 am

Mientras desayunaba aun seguía con mi cabeza en todos los acontecimientos que se habían desarrollado horas atrás y en lo que había descubierto tan solo minutos antes, mientras salía por la puerta de casa, luego de saludar a mis papás con el mejor intento de sonrisa que pude forzar, aún seguía pensando y pensando, por momentos mis manos no paraban de temblar, incluso al traspasar las puertas de la escuela seguía dándole mil y una vueltas, caminando como si fuera un caminante de The walking dead y sin prestar atención a mi alrededor, no escuchaba ni veía nada, mi vista estaba desenfocada.

Es lo que causa el miedo. Paraliza.

Y lo peor es que yo le permitía generar eso en mi.

Oía el bullicio de fondo y el dolor de cabeza me estaba matando, apoyé mis brazos sobre la mesa y escondí mi cabeza entre ellos, quería irme a casa pero al mismo tiempo no, era un extraño sentimiento de sentirme insegura en mi propio hogar a pesar de no querer sentirme así. Mi mente estaba llena de pensamientos contradictorios.

−¿Sel, estás bien? −escuché preguntar a una voz que conocía muy bien. −Belén.

Levanté mi cabeza y la observé, estaba parada junto a mi banco, con su mochila colgada de un hombro, su ojos estaban cargados de preocupación, me disgustó saber que era por mi culpa.

Estaba a punto de responderle cuando un movimiento detrás de ella llamó mi atención, la persona que no había desaparecido de mi cabeza desde la noche anterior se encontraba allí, mi pecho se llenó de alivio.

Me incorporé correctamente en mi lugar y la sorpresa en mi voz se hizo notar.

−¡Theo! −Belén giró en su lugar y también observó a quien se había ganado mi interés.

Él me miró y algo atravesó su rostro, no supe identificar qué fue, pero pronto sus expresiones se normalizaron y me sonrió. Era la sonrisa de Theo, carismática y pícara.

Se acercó a nosotras y pude apreciar como Brendan también estaba junto a él. También se abrió paso hacia nosotras mientras se quitaba un pequeño gorro de color negro y acomodaba sus rizos anaranjados.

Su mera presencia me llenó de regocijo y por un momento, por muy corto que fuera, me olvidé de todo lo que me carcomía por dentro.

−¿Qué tal, chicas? −nos preguntó el rubio.

− Mejor dicho, ¿qué tal estás vos? desapareciste por días. −lo cuestionó Bel.

−Necesitaba tiempo para mi solo.

−No te pasaré la tarea. −termino por decir Belén. Aunque todos sabíamos que se la pasaría.

− ¿Y por qué me miras como si fuera un fantasma? −me pregunto esta vez solo a mi.

Bueno, porque por un momento creí que te convertirías en uno, amigo mío.

Traté de sonreír y dije lo primero que se me ocurrió.

−Me duele mucho la cabeza, solo es eso. Tal vez me esté por enfermar. −o tal vez me vuelva loca.

−Okey, pequeña Sel. −frotó su mano sobre mi brazo. Que se había entumecido al igual que todo mi cuerpo.

Pequeña Sel.

−¿Pequeña Sel? −fue lo único que logré formular.

−Si, que tiene, no es la primera vez que te llamamos así.

Y llevaba razón, pero ahora se sentía distinto, todo era distinto.

−Sel, estas muy rara, y pálida. −Brendan se acuclilló a mi lado y me agarró una mano. La suya estaba cálida y pude sentir como su pulgar comenzaba a trazar pequeños círculos en mi palma.

−Si, solo voy a ir al baño, sigo dormida. −me levanté rápidamente de mi lugar y corrí hacia la puerta, antes de salir les dije que le avisaran al profesor si llegaba antes de que volviera.

09:12 am

Primer recreo del día y nos encontrábamos como siempre sentados en el patio. Todo parecía normal, estábamos todos a excepción de Facundo que seguía en su casa sin querer salir.

Mis amigos hablaban y yo trataba de seguir el hilo de la conversación, pero estaba muy lejos de lograrlo, me dolía la cabeza y no lograba mantener mi atención en sus palabras. Brendan, sentado a mi lado, me miraba con preocupación, tanto él como Belén habían notado que mi comportamiento no era como de costumbre, y no se equivocaban.

Me extendió un alfajor como hacía casi todos los días desde que nos volvimos amigos, esta vez era de chocolate blanco. Lo agarré de sus manos y le sonreí a la vez que le dedicaba un pequeño "gracias". Ese gesto tan común de su parte me enterneció por completo. Me sonrió de vuelta, pero notaba la preocupación en sus bellos ojos.

Cuando al fin logré involucrarme en la conversación ya había pasado el tiempo y sonó el timbre para regresar a clases.

Y la mañana transcurrió de la misma manera, con mi mente perdida en lo más profundo del bosque de Narnia, yendo y viniendo. Sin entender nada.

A la salida de la escuela, los chicos me invitaron a almorzar a su casa, al parecer la señora Burke estaba cocinando ñoquis y ellos sabían cuánto me gustaban, pero amablemente rechacé la oferta y al llegar a su casa continué mi camino montada en mi bicicleta sin mirar atrás. Sabía que si los miraba una vez más les soltaría todo lo que había ocurrido, y no era correcto. No era correcto ponerlos en peligro.

Pedalee repitiendo "no mires hacia atrás, no lo hagas, recuerda lo que te dijo" una y otra vez. Y cuando al fin llegué a casa, al traspasar la puerta pude soltar todo el aire que estaba conteniendo. Traté de disimular la agonía que se reflejaba en mi rostro y caminé hasta la cocina, en donde iba a encontrar a mis padres cocinando.

Allí estaban, riendo en su pequeña burbuja, era bonito verlos, hubo un tiempo en el que casi no hablaban entre ellos, pero supieron cómo salir de eso y seguir siendo un buen matrimonio.

A pesar del dolor, se seguían amando y se elegían todos los días, aunque hubiera sido más fácil separarse como era costumbre, como hicieron los padres de Cata, o como tenían pensado hacer los de Theo. Permitir que una familia se destruyera, y ya habíamos visto las consecuencias de eso... Cata ya no estaba.




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