No mires hacia atrás

Capítulo 18

Capítulo 18

Estuve todo el día evitando entrar en mi habitación, yendo de un lado a otro por toda la casa, me ofrecí a ir a hacer las compras como excusa para salir y no pensar en que tendría que dormir en esa cama. Retrasé todo lo que pude mi regreso: tardé en buscar la mercadería, en la fila para pagar, al guardar todo en las bolsas de tela y al volver caminando a paso de tortuga a mi hogar. 

Pero el momento llegó y al entrar horas después en mi habitación la sentí asfixiante, como si fuera extraña, como si de nuevo fuera aquella en la que instalé todas mis cosas años atrás cuando nos mudamos. Solo que no era esa habitación vacía que llené de recuerdos. 

Mi escritorio estaba lleno de fotocopias y libros, en una esquina estaba la biblioteca en condiciones similares, un ropero ocupaba otra pared. y no podía faltar la silla llena de ropa que pronto mi mamá iba a ver y pediría que ordenara. 

Las paredes que pinté junto a papa de color morado, con el poster de Taylor Swift y las fotos de mi familia y amigos. 

Era mi habitación, pero había sido corrompida y ahora la sentía ajena. 

Me acerqué a la ventana y controlé que estuviera bien cerrada y dando un último vistazo a la calle, por donde solo caminaba una mujer paseando a su perro, cerré las cortinas y me dispuse a reemplazar mi ropa de día por el pijama. 

Cuando me metí entre las sábanas estaba tensa y sentía frío. Observé todo mi entorno y estiré el brazo para alcanzar la perilla de la lámpara y cerré los ojos al mismo tiempo que la presionaba para ser rodeada por nada más que mera oscuridad. 

Mis ojos permanecieron cerrados pero seguía despierta, con los sentidos agudizados, esperando. Esperando que él apareciera. 

Pero no lo hizo y en algún momento de la noche me quedé profundamente dormida. 

 

Miércoles, 17 de abril

06:00 am

Al despertar por el sonido de mi alarma lo primero que noté fueron las pequeñas gotas que entraban por la ventana y las cortinas moviéndose con el viento, el día estaba bien feo. Escondí la cara en la almohada una vez más al no estar lista para levantarme, estiré la mano para prender la luz, al ser tan temprano el sol aún no había salido y necesitaba más claridad. al hacerlo fue cuando me di cuenta de la terrible realidad que me rodeaba y solo pude levantar mi cabeza de la almohada para mirar hacia la maldita ventana. 

Estaba abierta y las cortinas corridas. 

No lo aguanté, no quería pasar por esa situación. No entendía qué estaba sucediendo, quién era él, qué quería, pero no estaba dispuesta a vivir eso, solo quería a mi papá abrazándome. 

Así que tomé una decisión. Porque mi vida no era una película y yo no era la adolescente estúpida que guardaba secretos, así no funcionaba la vida real. 

-¡Papi! - llamé a los gritos una y otra vez hasta que escuché sus pasos en el pasillo.

Mi puerta se abrió y mi papá entró seguido de mi mamá.  

Salí rápidamente de la cama y me refugié en sus brazos, me recibió y su abrazo me transmitió la seguridad, la protección que tanto necesitaba. 

Me separé un poco de él y mamá, consternada al ver mis lágrimas, colocó una mano en mi espalda. 

Ahí me di cuenta de lo mucho que estaba temblando. Traté de pronunciar una palabra pero solo pude formar un puchero en mis labios para volver a abrazarlo. 

-Hija, nos estás asustando, ¿qué pasa? -preguntó mamá preocupada. 

Reuní las fuerzas necesarias para separarme de mi padre y los miré, respiré tres veces y abrí mi boca. 

-La ventana. -fue lo primero que solté, no sabía ni siquiera como explicar lo que estaba pasando, simplemente era surrealista. 

Ellos la miraron y parecieron darse cuenta de que estaba abierta de par en par. 

-¿Selena, por qué…?

-Yo no la abrí -al decir eso mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas. 

Ellos estaban preocupados y yo no les estaba explicando qué sucedía, tenía que decirlo. 

Me acerqué a la cama y me senté sobre ella, mi mamá fue a cerrar la ventana y luego se sentó a mi lado, papá se quedó parado. 

-Cariño, podes contarnos lo que sea, ¿qué te sucede? -me comenzó a peinar con una mano.  

Mi mirada se mantenía en mis manos, comencé a jugar con ellas. 

-Alguien la abrió y entró. 

-¿Como que alguien entró? -lo miré y su ceño estaba fruncido, comenzaba a enojarse. 

-Un hombre -susurré.

El paso su mano por su cabello, mi madre seguía acariciando el mío. 

-¿Selena, cómo que un hombre entró por esta ventana? -dijo duramente señalando con un dedo en su dirección.

-Amor… -mamá habló.

Él caminó hacia ella y corrió la cortina para observar el exterior. Volvió sobre sus pasos cuando no vió nada más que la tormenta que estaba comenzando a partir el cielo. 

-¿Te hizo algo?, ¿viste quién era? -se sentó a mi izquierda y me acercó a su cuerpo. 




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