Capítulo 21
Pusimos la mesa entre todos para luego sentarnos en nuestros lugares, y como era costumbre en la familia de mis amigos antes de comenzar se bendijo la comida con una pequeña oración.
-Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que vamos a tomar; bendice a quienes los han preparado, y da pan a quienes no lo tienen y hambre de ti a quienes si. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. -concluyó la oración Sofia.
-Amén. -respondimos los demás.
Nosotros no solíamos hacerlo, por mucho que dijéramos creer en Dios, la fe en mi familia era débil, pero desde la primera vez que compartimos una cena con los Burke hace ya tantos años y nos pidieron si podíamos hacer la bendición se ganaron nuestro respeto, era dulce verlos compartir algo tan hermoso y profundo. Si bien Belén a veces era un tanto escéptica, se notaba en ella los valores que le inculcaron desde pequeña, y que aunque no solía admitir en voz alta que su fe estaba en un Dios, sabíamos que así era, se notaba.
Y Brendan… él simplemente no tenía reparo en gritar ¡Viva Cristo Rey! lo amaba, y yo amaba que lo hiciera. Ver sus ojos brillar cada vez que pronunciaba su nombre, Jesus, era como estar observando la obra de arte más preciosa jamás creada, como si la sonrisa que se le formaba en el rostro y dejaba ver sus preciosos hoyuelos fueran una de las siete maravillas del mundo. Era admirable. Ante mis ojos era perfecto en todas sus imperfecciones, y todo porque el centro de su vida era Dios.
El almuerzo transcurrió tranquilamente, los Burke mostraron su apoyo en cada segundo, transmitiendo su cariño hacia mi persona en cada oración y gesto, mis padres estaban más relajados y yo al fin sentía que podía manejar esto.
Pero al mirar a Belén, vi que su pequeña cabecita seguía en otro lado, y la mía se perdió también.
Contemplé cada palabra pronunciada anteriormente por ella y ahí me estanqué.
Si, Catalina murió asfixiada, así lo decidió ella, pero no me daba cuenta a donde quería llegar Belu con eso y la cita del libro, o tal vez sí lo hacía pero quería convencerme a mí misma de lo contrario, porque aunque nunca hubo ninguna ocurrencia de mi amiga que yo no secundara. esta vez ya era demasiado. Hay verdades que a veces uno preferiría mantener ocultas, que nunca se revelaran, por más que valoraras la sinceridad, hay verdades que duelen. Y todas las verdades y secretos que desconocía iban a doler, creando heridas que con el tiempo iban a desaparecer dejando una pequeña cicatriz. Cicatriz y recuerdos con los que tendría que aprender a vivir.
Al terminar de almorzar levantamos los platos y me ofrecí a lavarlos, con ayuda de papá los llevé a la cocina y allí me dispuse a lavarlos, no sin antes poner agua a calentar en la pava para poder preparar café.
Mientras realizaba mi tarea en soledad volvió a mi tal sentimiento de angustia que me debilitó por completo. De vez en cuando observaba el patio a través de la ventana de la cocina, la tormenta se había detenido y lo único que quedaba era una suave llovizna.
Y me hubiera gustado salir al exterior y quedarme parada debajo de ella observando el cielo gris, el mismo cielo que estaba presente en cada una de mis tragedias, gritar tan alto que pudiera romper el cielo como si fuera un huracán, y que las gotas de la lluvia se llevaran todo, todo, todo.
Mis pensamientos penosos fueron interrumpidos por el ruido de la pava eléctrica al indicar que ya se había calentado el agua, así que al apagarla llamé a mi papá que siempre era quien preparaba el café en esas ocasiones.
Continué. con el último plato y me sequé las manos, solté un pequeño suspiro y miré al hombre de esta casa.
-¿Está todo bien, hija?
Formé una sonrisa y asentí una vez.
-Volveré con los demás.
-Esta bien, ¿vas a querer un poco también? -dijo señalando las tazas-. Los chicos me dijeron que no, que habían acordado ir a tu habitación de nuevo después de comer, ¿es así?
-No quiero, gracias, pero si, nos vamos para mi habitación.
-Vayan tranquilos.
Y eso fue lo que hicimos.
Cuando entramos tomamos asiento en los mismos lugares que habíamos ocupado antes. Y con Brendan esperamos a que Belén hablara.
-Bueno, claramente sus neuronas están de vacaciones porque no es posible que no conecten los cables. -Y así empezó mi pesadilla.