No mires hacia atrás

Capítulo 37

Capítulo 37

Sábado 18 de mayo

17:00 pm

La tarde caía con la suavidad de un suspiro, y el sol lanzaba sus últimos destellos dorados sobre las calles tranquilas. Brendan llegó a mi casa con una sonrisa cálida y la tarea de la escuela en la mano. El suave aroma a libros y a la brisa de la tarde se mezclaban en el aire, creando un escenario acogedor.

Abrí la puerta con una mezcla de sorpresa y alegría al verlo. Brendan, con su cabello despeinado y los ojos llenos de luz, llevaba consigo una energía reconfortante. La tarea, aunque era la excusa, parecía un pretexto para compartir unos minutos más.

–Hola, Sel. Traigo la tarea, ¿puedo pasar un rato? –preguntó Brendan con una mirada cómplice.

Asentí con una sonrisa, dejándolo entrar. Nos dirigimos al salón, donde la luz tenue de la tarde iluminaba los rincones con tonalidades doradas. La complicidad se tejía entre nuestras risas y el intercambio de palabras.

Mientras revisábamos la tarea, la conversación fluyó como un arroyo tranquilo. Brendan compartía anécdotas de su día, y yo respondía con las mías, aunque no había mucho que contar, pues hacía semanas que no salía de casa si no era con mis papas, no estaba yendo a la escuela y eran mis amigos quienes me pasaban la tarea para no quedarme atrás. Solo existia en mi casa, entre paredes que no hacían más que abrumarme, por lo que recibir visitas, en especial la de él, hacia que todo fuera mucho más fácil, y la conexión entre nosotros se fortalecía con cada palabra compartida y eso solo encendía aún más esa pequeña chispa en mi corazón. 

Al finalizar, Brendan se puso de pie, guardando los libros en su mochila. La tarde se deslizaba lentamente, y el atardecer teñía el cielo de tonos cálidos. Nos dirigimos hacia la puerta.

– Gracias por la visita y por traer la tarea. Fue agradable pasar este rato contigo –dije, con gratitud reflejada en mis ojos.

Brendan sonrió, y en ese gesto, encontré una complicidad que iba más allá de las palabras. La brisa suave acariciaba nuestros rostros, y por un instante, el mundo se detuvo. En ese momento, Brendan tomó mi mano con delicadeza.

–Siempre es un placer estar con vos, Sel. Nos vemos pronto –susurró, dejando un suave beso en mi mejilla al despedirse. Fue eso, la caricia de nuestras narices, su mano sosteniendo mi mano y el brillo en sus ojos lo que aceleraron los latidos de mi corazón. 

La puerta se cerró con suavidad, pero la sensación de su presencia perduraba en el aire. Quedé allí, sintiendo la cálida conexión que se había tejido en esos minutos.

El crepúsculo se cernía sobre la ciudad, y las luces tenues comenzaban a titilar en la oscuridad. 

19:30 pm

Mi teléfono vibró, rompiendo la tranquilidad de la noche. Al revisar el mensaje, una oleada de escalofríos recorrió mi espina dorsal.

"¿Disfrutaste tu tarde con Brendan, Selena?" 

Decía el mensaje, y un nudo se formó en mi estómago. La oscuridad se volvía más densa, y el aire parecía cargado de un susurro siniestro.

Miré a mi alrededor, sintiendo la mirada invisible del acosador que acechaba desde las sombras. La sensación de vulnerabilidad se apoderó de mí, y cada rincón oscuro se volvió un escondite para la amenaza que acechaba.

Brendan, quien momentos antes había compartido risas y complicidad, ahora parecía distante. Mis pensamientos se enredaron en una maraña de confusión y temor. 

El teléfono vibró de nuevo, como un ominoso recordatorio de que la sombra del acosador no se disipaba fácilmente. Mis manos temblaban mientras desbloqueaba la pantalla y leía el mensaje que apareció en la pantalla.

"Tu amigo Brendan no es bueno para vos. Ten cuidado, Selena."

El mensaje era como un golpe directo al corazón. La preocupación se apoderó de mí, y la idea de que Brendan pudiera estar en peligro me atormentaba. La confusión y el miedo se reflejaban en mis ojos mientras la realidad se tambaleaba bajo el peso de la amenaza invisible.

Decidí hablar con mis padres, compartiendo los mensajes y la creciente sensación de peligro que se cernía sobre nosotros. La expresión de preocupación en sus rostros reflejaba mi propia inquietud. Juntos, decidimos tomar medidas para proteger a Brendan y a mí misma.

Mis padres contactaron a la policía, proporcionando detalles sobre los mensajes y la posibilidad de que Brendan estuviera en riesgo. 

Mientras esperábamos la intervención de la policía, la noche se volvía un escenario de inquietud. Cada ruido era una señal de alerta, y las sombras, antes solo misteriosas, se transformaban en escondites para una amenaza desconocida. El tiempo se estiraba como un elástico, y la espera se volvía una tortura.

Finalmente, la policía llegó, y junto a ellos, Brendan fue contactado para asegurarse de su bienestar. La tensión en el ambiente no cedía, pero la presencia de las autoridades ofrecía un atisbo de seguridad. 

No podía pasar más de un segundo sin verlo así que les pedí a mis papás ir a la casa de los Burke, eso hicimos, debieron haber visto que no iba quedarme en paz hasta no ver a Bren con mis propios ojos. 




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