No nos llamamos destino

No nos llamamos destino. Capítulo 4.

 

 

Capítulo 4. Conociendo a la familia real.

 

   Al crecer rodeado por formalidades y altas expectativas James rara vez se sentía nervioso al reunirse con la familia real, sin embargo, en esa ocasión debía admitir al menos para sí que sentía nervios por Angélica, le preocupaba que su familia fuera a decir o hacer algo capaz de incomodarla, ¿Por qué le importaba tanto alguien a quien apenas conocía? ¿Era por la forma en que sus delgadas manos jugueteaban con su largo cabello delatando los miedos de la joven? ¿O era algo más, algo que apenas comenzaba a revelarse en su interior que alborotaba su corazón al verla?

   Si de él dependiera no estarían ahí, pasarían los dos años de matrimonio lejos de Allburgo, protegiéndola de las miradas y opiniones de la gente. ¿Qué pensarían de ella? Estaba fuera de su elemento. Saludaron a la pequeña comitiva esperando afuera y después los guiaron al interior, a diferencia de los eventos más grandes, la recepción sólo incluiría a unas cincuenta personas y tendría lugar en uno de los muchos salones del castillo.

-Bienvenido, hijo mío. -Lo saludó su madre apenas llegaron a la puerta del salón tras varios minutos de caminar por el intricado laberinto de pasillos. -Y esta encantadora joven debe ser Angélica.

-Su alteza…-Saludó la aludida con una reverencia tan amateur que James no puedo contener la risa. - Es un honor conocerla.

-Espero platicar contigo más adelante, debes saber que has causado una gran curiosidad aquí, nadie sabía que James tuviera novia… Siempre ha sido un tanto impulsivo y no suele contarnos nada…

-Gracias, mamá. -Replicó el príncipe sonrojándose un poco, sólo su madre era capaz de hacerlo sentir avergonzado con unas pocas palabras. - ¿El rey no ha llegado?

-Aun no, tu padre es una persona muy ocupada, le he dicho que delegue algunas responsabilidades, pero es tan terco como tú. Ahora que has vuelto quizás puedas ayudarle…

-No prometo nada, tengo planeado un viaje y…

-James, podemos apoyar a tu padre. -Intervino Angélica, ojos verdes fijos en él. - Deberías tomar en serio tus obligaciones.

- ¿Ves? Hasta tu esposa está de acuerdo…

   La conversación se interrumpió con la llegada de Lady Samantha. De cierta forma James agradecía su matrimonio accidental, así evitaba tener que casarse con ella, la joven parecía determinada a formar parte de la familia real. No le agradaba, aunque sí que sabia dar una buena fiesta, las celebraciones de su casa eran legendarias, llenas de alcohol costoso y todo tipo de frivolidades que disfrutaban los nobles del país.

   Lady Samantha los saludó a los tres, su tono de voz cortante al dirigirse a la princesa, su gesto fue demasiado rápido para decirle algo y la noble se apresuró a entrar en el salón, era de las personas más presentes en redes sociales de los invitados, presumía su acomodado estilo de vida a sus millones de seguidores con cientos de fotografías de su vida diaria. Vivía con el teléfono en una mano y la tarjeta de crédito en la otra. Si a veces los gastos del príncipe parecían exorbitantes ni se acercaban a lo que Samantha gastaba en zapatos en un mes.

   Entraron al salón, estar con su familia lo hacía desear irse del país otra vez o escaparse a su mansión en la campiña. Alan estaba por ahí, de seguro esperaba al rey para darle su reporte sobre el problemático príncipe. No por primera vez deseó poder despedir al guardaespaldas. Su presencia le irritaba demasiado. Tendría que asegurarse de mantenerlo alejado de su padre.

-Alteza, el rey pide la presencia de ambos príncipes en su estudio. -Informó un guardia.

-En seguida vamos. -Respondió él, antes de mirar a su esposa y decirle. - ¿Lista para conocer al rey?

-Creo que nunca me sentiré lista. -Fue la respuesta. A diferencia de los demás el rey sí conocía la historia entera y era menos probable que los tratara con amabilidad. James apostaba a que les gritaría a ambos. – Bueno, no tiene sentido posponerlo.

   Esta reunión si ponía ansioso a James, no le importaba la opinión de nadie en la familia real, con la notable excepción de sus padres. La reina siempre estaba orgullosa de sus hijos sin importar qué hicieran, el rey no tenía miedo de decir su opinión por muy dolorosa que ésta resultara, la honestidad y el perfeccionismo no son agradables cuando se mezclan. Caminaron juntos hasta el estudio del rey, un cuarto aislado en el segundo piso del castillo le daba la privacidad y el silencio para su trabajo. Rara vez entraba ahí, en especial si no era llamado.

   Se detuvo un segundo ante la imponente puerta de madera oscura. Angélica llamó a la puerta, afortunadamente ignorante de sus temores.

-Pasen. - Los llamó el rey.

 

***

   Angélica sabía poco del rey de Allburgo a pesar de ser éste la persona más poderoda del pequeño país, por lo general eran sus hijos quienes aparecían en entrevistas y en las revistas de chismes. Raymond de Allburgo se mantenía como una imagen misteriosa, no acostumbraba a salir del país más que por ocasiones de extrema importancia, alejado de los escándalos y las controversias. James parecía nervioso desde el instante en que se mencionó la reunión con él, quizás creía ocultarlo bien, pero ella notaba la forma en que sus ojos no se quedaban quietos, desviándose a cada instante.




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