No nos llamamos destino

No nos llamamos destino. Capítulo 15.

 

Capítulo 15. Alguien a quien culpar/ Final.

 

   En cuestión de minutos se encontraban los cuatro en el estudio del rey, revisando la evidencia e impresiones de los periódicos en línea que no pudieron contenerse y publicaron la mayor noticia de la década en cuestión de minutos. En media hora todo Allburgo hablaba de lo sucedido, algunos sin creerle una palabra a los periódicos, otros llenos de incertidumbre ante las posibles consecuencias. En su caso Angélica se concentraba en revisar la marea de titulares en un intento por no pensar en las palabras del rey. Les ofreció una salida, una forma de terminar con su (accidental) matrimonio, la cuestión es que ya no estaba tan segura de querer dejarlo, James evitaba quedarse a solas con ella, quizás él también temía las repercusiones que esas palabras tendrían en su futuro.

-Me informan que detuvieron a Frederick en el aeropuerto, al parecer perdió su vuelo esperando a ver las primeras noticias. -Lionel no apartó la vista de su teléfono al hablar. - Al menos ya está tras las rejas. Es una preocupación menos…

-No veo cómo eso nos ayuda. -Bufó James. - Nadie habla de eso, parece que no aclaró que era Sam el responsable. Decimos que fue él y ya, fin del asunto.

-Es cierto, el pueblo quiere un responsable. -Concordó Raymond, el rey a diferencia de los demás lucía tranquilo, nada en su voz o apariencia sugerían que se tratara de un día fuera de lo ordinario. - Pero tu hermano no está aquí para defenderse o confirmar las acusaciones, cualquiera creerá que es el chivo expiatorio perfecto. Yo tomaré la responsabilidad por las acciones de mi hijo, después de todo, yo fui quien falló en detenerlo cuando aún había tiempo.

- ¿Estás loco? ¡Esto es una tontería! -Exclamó James.

-Si es necesario yo puedo hacerlo. -Ofreció ella, la mitad de Allburgo ya esperaba que estuviera ahí por el dinero de la familia real, una buena mentira.

-Todos aquí están locos….

-Los tiempos no coinciden Angélica. -Interrumpió Lionel al príncipe. La tensión en el estudio era palpable, incluso los peces lucían nerviosos. -Todas las transacciones se realizaron antes de que llegaras.

-Bueno, ya que todos ofrecen, yo tomaré la culpa. -Sugirió James. -Nadie espera que sea un buen príncipe a fin de cuentas…

-No. Ninguno de ustedes está pensando con claridad. Si la familia real cae Allburgo no tardará en seguir el camino de Nothingburgo y todos pelearán entre sí por ver quién debería gobernar. Un rey ladrón deja un mal precedente a su hijo y un príncipe que no tiene herederos marcaría el fin de su línea directa de sucesión. -Lionel habló con calma, todos entendieron lo que sus palabras insinuaban, pero nadie quiso hablar. La única alternativa nunca es lo ideal.

   El silencio sepulcral se rompió cuando llegó una joven a entregar una bandeja con cuatro humeantes tazas de café y un platón con galletas de mantequilla. Apenas salió repartieron las tazas, no podía responder por los demás, pero Angélica necesitaba más cafeína en su cuerpo para pensar con claridad. Era horrible, su mente se negaba a culpar a un inocente por las acciones del príncipe Sam.

-Jamás me atrevería a pedirte algo así. -Murmuró Raymond, deteniéndose a escasos pasos de la silla junto a la ventana donde estaba el otro.

-Por eso quiero hacerlo. No es sencillo reemplazar a un rey…

***

   Alan vio, lleno de alivio, el reportaje anunciando la captura del príncipe Frederick de Nothingburgo. Ese programa de noticas le regresó la tranquilidad. A pesar de estar muy lejos seguía temiendo una repentina visita o un ataque imprevisto. Gracias al rey pudo reunirse con su familia y pronto podrían regresar a su país si así lo decidían. También se enteró de que Angelica regresó al reino, aparentemente ella y el príncipe volvían a estar bien.

-No puedo creer que hicieras todo eso por mi niña. -Dijo su hermana sentándose a su lado en el porche de la pequeña casa que rentaban.

-Somos familia.

- ¿Cómo podré agradecértelo?

-Ya me lo has agradecido demasiado, lo juro.

-Por favor, siento que debo hacer algo.

-Bien, quiero la receta de galletas de la abuela.

-Es tuya.

   Los dos sonrieron. En el patio su sobrina jugaba, él se levantó y la miró sin moverse del lugar, su familia estaba a salvo y si de él dependía nunca volverían a sentir temor.

***

   Las noticias y periódicos no se cansaron de repetir la noticia hasta que cualquier persona en la calle podía recitar los detalles del caso. Su nombre fue arrastrado por el lodo y no sólo eso, gracias a que algunas de sus viejas cartas llegaron a las manos de ciertos periódicos muchos creían que había manipulado al rey con la intención de robarle a la familia real. Lionel lo enfrentó todo con la cabeza en alto, él sabía que el dinero nunca fue su prioridad y con eso le bastaba. ¡Que la gente creyera lo que quisiera! Lionel sabía la verdad.

-No es justo, no hiciste nada malo. -Le dijo Angélica en su primera visita, estaba en prisión preventiva porque al parecer tenía riesgo de fuga.

-Ellos no lo ven así. ¿Cómo está James?




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