No ser Cenicienta

Prólogo

Eran las nueve de la noche del 23 de julio, cuando la casa de los Thatcher fue invadida por “La noche de karaoke”.
-  A ver Lea -dijo Raquel- Ya son las nueve, es hora de dormir.
-  Pero tía Raquel -dijo la pequeña de diez años con un ligero puchero- No estoy cansada, quiero seguir cantando el karaoke contigo
- Ya habrá tiempo mañana -dijo mientras se arrodillaba a su altura
- ¿Lo prometes?
- Lo prometo

Después de un rato y ordenar la sala, subieron las escaleras y se dirigieron a la habitación de la pequeña. Ya estando preparada, Lea se alistó y se echó a su cama.
-  Ok pequeña Lea -dijo sentándose en la cama- Según la lista que nos dejó tus papis antes de irse de viaje, ya te cepillaste y estás en tu cama, por lo que nos faltaría… ¿Qué es Operación zapatilla perdida? -preguntó.
-  Es el cuento de Cenicienta –dijo emocionada– Papá siempre lo lee cuando sabe que no tengo ganas de dormir -terminó sacando el libro debajo de su almohada y entregando en sus manos
Bien -dijo con algo de rareza– Pues vamos a comenzar con el cuento de la Cenicienta. Había una vez….

……………………………………………………………
-  Y Cenicienta y el príncipe fueron felices para siempre. Fin –finaliza cerrando el libro.
-  Me encanta ese cuento. ¡Quisiera ser Cenicienta! –dijo sonriendo, pero noto que Raquel estaba callada– Tía Raquel, ¿sucede algo?
-  Sí -respondió luego de salir de su mundo– Solo recordé algo que tengo que decirte.
-  Dime –dijo emocionada
-  No seas como Cenicienta cariño. –dijo mirándola con dulzura


Desde esa noche, algo cambió, no mi gusto por el chocolate o mi obsesión por los batidos de fresa, sino por “No ser como Cenicienta”.
 




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