No soy Él

Capítulo #5 ¿Les decimos?

POV: MARÍA JOSÉ.

A regañadientes accedo a ayudar a mi madre con la supuesta cena, por mí, podrían cancelarla. No he visto a papá en todo el día, no hasta que nos topamos en la sala, él intenta darme una explicación pero no se la recibo.

Estoy muy resentida.

No me pienso casar, al menos con nadie que no sea Antonio.

No quiero salir de la cocina, pues según oí, ya llegaron, pero debo entregarles estos bocadillos a mi madre, después de tanto pensarlo salgo de la cocina,

Lo hago rápido porque no quiero tener que saludar, no sé si pueda controlar mi rabia. Miro hacia la sala para asegurarme de que están atentos a otra cosa pero mis ojos se encuentran con los azules claros de Antonio.

Me quedo perpleja, quiero hacerme pis en éste momento, hago lo posible para no abrir la boca del asombro, nos quedamos mirándonos fijamente, no quiero dejar de mirarlo, se ve bien.

Me obligo a regresar mi vista a mi madre, y regresar de prisa a la cocina luego de dejarle la bandeja a mi madre.

Con el alma en la boca empiezo a picar unas frutas, me aterra la idea de que sea lo último que tengo que hacer, pues no estoy lista para enfrentarlos. Aunque… ¿Qué rayos hace Antonio aquí? Y si se enteró y vino a salvarme, a decir sobre lo nuestro, así le quita esa estúpida idea a mi papá.

¿Y si es él con quién papá quiere que me case? No, eso sería muy, muy fuera de lo normal o ¿sí?

Siento unos brazos en mi cintura, y una voz ronca ronronear mi nombre, sobre salto girando de golpe. Mis manos reconocen su pecho, mi nariz percibe su olor, pero antes de poder escanear su rostro sus labios atacan los míos muy hambrientos.

El beso es tan hambriento y deseado que rechazarlo sería una tortura, su lengua choca con la mía y abro la boca para darle entrada, sus manos se aprietan en mi cintura pegándome más a él, y robándome un gemido.

Nos alejamos al quedar sin aire, su frente se pega a la mía mientras sus manos siguen posesivamente en mi cintura.

—Amor —murmura mirándome a los ojos. «Mis ojos» estaba tan enfadada que no hice nada. —. ¿Qué sucede, preciosa? No pude contestarte anoche…

Beso sus labios callándolo.

Corta el beso y vuelve a clavarme sus ojos.

—No quiero meterte en problemas —susurra despacio.

—Me da igual después… —me alejo de él rápidamente.

—¿Ya te dio el agua, María? —pregunta mi madre. —. No me digan que no se recuerdan —avanza hacia nosotros.

—Sólo nos vimos tres veces en esas fiestas de trabajos —intervengo tratando de aligerar las cosas y esperando que Antonio me siga la corriente.

—Sí —me echa un breve vistazo y entra ambas manos en los bolsillos de su pantalón. —. De hecho somos amigos, estaba a punto de brindarme el agua.

—Bueno, los espero en la sala —suelto un gran suspiro cuando la veo desaparecer de mi vista.

El cuerpo de Antonio se pega de golpe al mío, le respondo el abrazo rodeando su cuello con mis brazos.

—Dime que todo está bien —suplica, acariciando mi espalda. —. ¿Por qué estuviste llorando?

Se aleja y toma mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo a los ojos.

Dirijo mis dedos a su rostro, y disfruto de la suavidad de su piel cremosa.

—No están esperando, podemos hablar después.

Niega con la cabeza rápidamente.

—No me interesa nada más, al menos dime que estás bien.

Asiento con la cabeza.

—Lo estoy, tranquilo —uno nuestros labios en un pequeño beso.

Alisa mi cabello con sus dedos, yo le acomodo su camisa y disimulando salimos de la cocina, caminos a un metro de distancia del otro.

Yo me siento al lado de mi madre quien está al lado de papá frente a la familia González, él se sienta al lado de su hermano.

Saludo con una sonrisa a las cuatro personas que no dejan de mirarme, tenía mucho tiempo sin verlos así de cerca, mucho menos en mi casa.

—Has crecido mucho, Mary —dice la señora González con su linda sonrisa de roba corazones.

Yo sólo me limito a sonreír.

Nunca tuve tanta comunicación con Antony, más bien, era sólo el hermano arrogante de mi novio, siempre lo fue mucho antes, siempre se la pasaba queriendo tener más comunicación con los adultos en las fiestas de trabajo.

Mi padre empieza a hablar de trabajos y de negocios, el señor González le sigue hasta que llegan al grano.

—Recordando la última colaboración llegamos a la conclusión de que ambos tendremos beneficios…

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —intervengo.

Mi padre me da una mirada de muy pocos amigos, sé que quiere regañarme pero no lo hará.

—Queremos hacer esto en familia, esperamos que tú y Antonio se casen —el señor González salta al grano.

Busco inmediatamente los ojos de Antonio quien está igual de atónito que yo, ¿por eso estuve llorando toda la noche? Mucho me hubiera evitado si preguntara de quien se trataba.

¡Me querían casar con mi novio! ¡Eso no podía ser más increíble!

Debo estar soñando, lo pensé tanto que estoy soñando con eso.

—Pensamos que además de ser buenos amigos, ustedes se conocen…

Trago saliva sin poder creer todo esto, me pierdo en mis propios pensamientos que no escucho absolutamente nada de lo que están diciendo.

—María, ¡María!

—¿Ah?—reacciono de golpe y busco los ojos de mi madre.

—No escuchaste nada ¿verdad? Ya te lo expliqué, además Antonio es un buen…

Miro a Antonio, esto por más lindo y loco que sea, aterra, nada es tan fácil en ésta vida y no creo tener tanta suerte a mi favor.

—Lo siento —me paro del sofá. —. Disculpen, Antonio, tenemos que hablar —él se sorprende, me mira confundido pero acepta mi mano y lo arrastro detrás de mí hacia el patio.

Cierro la puerta de cristal, echo un vistazo hacia dentro y veo como todos nos esperan ansiosos y atónitos.

—¿Qué es esto?—le pregunto con la frente arrugada.

—Te prometo que no tengo nada que ver, no lo sé, ayer en la noche mis padres me dijeron que tenía que hacer algo por la empresa y que debía casarme…




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