—Si intenta cualquier cosa contra mí, voy a darle donde más le duela —avanza lentamente hacia mí. —. Me quedaré contigo y voy a ejercer mi poder como esposa —sonríe traviesa. —. No soy cruel, pero no dejo que nadie me pisotee, yo siempre respondo cuando me buscan.
La miro impresionado por sus palabras, hay más detrás de su linda sonrisa angelical, si la buscas saca sus alas para dar pelea y eso está más que claro.
—Creo que encontré lo especial que te unía tanto a mi hermano —suelto en voz alta, bufo porque ya no puedo recoger mis palabras.
—Tendrás mucho tiempo para conocerme —encoge sus hombros.
—No te preocupes por Dalia, nunca tuvimos una relación, nada más que trabajo y carnal; vamos —propongo y regresamos hacia los demás.
Firmamos y como ya habíamos solicitado esto, nos entregan los documentos inmediatamente. Cada quien regresa a su hogar, y por primera vez me siento aliviado, muy aliviado gracias a la conversación que tuvimos.
Al día siguiente horas antes de la celebración decidí visitar su tumba.
—Voy a cuidar de ella, aunque sea todo un reto, tal vez no pueda amarla con tanta locura como tú, pero siento que me estoy encariñando con ella, no te preocupes y descansa en paz.
—Sabía que estarías aquí.
Volteo al escuchar una voz detrás de mí, y me encuentro con la bronceada.
—Hola Dalia.
Entro ambas manos en los bolsillos de mi traje negro. Se acerca a mí pero alzo mi mano para que no se aproxime más.
—Basta.
—Podemos seguir, ella no tiene porque saber.
Niego con la cabeza.
—Ése es el problema, no estás entendiendo que esa decisión no es por ella, con la muerte de mi hermano me di cuenta de que la vida es corta y fugaz, quiero hacer cosas productivas, quiero que encuentres alguien que te ame y no sólo use tu cuerpo, no voy a dañarte más, tampoco a mí —explico. —. Quiero hacer muchas cosas, menos el hombre que fui, ¿sabes? Me siento bien de saber que mi hermano fue feliz y que disfrutó cada minuto de su vida, no se la pasó amargado como yo. A él sólo le faltó darme un sobrino —sonrío triste.
—Bien —gira sobre sus talones y se marcha.
POV: MARÍA JOSÉ.
Las vida es tan irónica que ahora debía de estar caminando hacia el amor de mi vida para entregarnos uno al otro y no hacia su hermano.
Daría todo porque fuera él quien estuviese parado ahí, pero sé que no puedo hacer nada para traerlos de vuelta, y sé que esto que estoy haciendo es por él, porque lo amo y tal vez lo haga toda mi vida.
Nadie puede reemplazarlo, nadie es como él, y dudo que alguien pueda ganarse mi corazón. En mis manos sostengo una flor roja, mientras que la cola de mi vestido blanco se arrastra por todo el césped.
Lo único bueno de esto, es que estamos en la casa que él había preparado para mí, y que después de la celebración simplemente daré dos pasos y estaré cómoda, sólo no sé si pueda vivir en paz sabiendo que esa casa era para ambos y que ahora la compartiría con su hermano.
Al finalizar los votos, yo soy la que le da un casto beso en los labios para no ocasionar rumores, que suficientes hay.
Con una copa de champaña, me limito a observar a los demás disfrutar de mi boda, cuando ni la novia lo hace, Carmen está enredada con los encantos del moreno que parece muy interesado.
—¿Quieres bailar?
Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos grises.
—No tenemos que fingir, ¿vale? Sé que tu madre te lo pidió —aclaro tomando la copa completa.
—Sólo estaba siendo educado, por mí abúrrete en tu boda.
Empieza a alejarse.
—El sentimiento es mutuo querido esposo —le grito.
Empiezo a buscar a mi amiga con la mirada pero no la encuentro, alguien tira de mi brazo y en tiempo récord estoy de pie pegada al cuerpo del susodicho.
—Contigo hay que tener mucha paciencia, cambias de humor como un bombillito de color.
—Que bueno que lo sabes —me alejo un poquito y su olor me abofetea, se me es tan familiar el olor que quisiera quedarme por largo tiempo entre sus brazos, pero no es él.
Trato de seguirle los pasos ya que no soy tan buena pero me defiendo. Miro alrededor y me doy cuenta de que todos tienen los ojos sobre nosotros, por lo que no puedo evitar suspirar.
—¿Sabías que mi hermano dejó sus cuentas a tu nombre?
¿Qué?
Me alejo de golpe, pero él me acerca de nuevo de la misma manera.
—Nos están mirando, sólo escúchame —su tono es muy serio.
—¿Por qué hizo eso? —logro objetar aún en shock.
—Por lo loco que lo tenías —río bajito, no puedo evitarlo. —. Las propiedades quedaron al nombre de la familia, a lo que quiero llegar es que queremos empezar la construcción de un hotel en la cabaña.
«Nuestra cueva»
—Eso no —niego rápidamente. —. Yo les puedo dar todo ese dineral, no me interesa pero no toquen ése lugar.
—Es sólo una cabaña, frente de una hermosa playa muy visitada, eso generará mucha ganancia.
—He dicho que no —me suelto de su agarre a mi cintura. —. Pueden comprar una propiedad, yo…
—¿Puedes dejar morir ya todo eso? Pensé que todo eso sólo te causaba más dolor, no quiero que pienses que disfrutamos verte sufrir, porque no es así, mi madre te ha adoptado tan rápido que hasta siento que te quiere más que yo, siempre defendiéndote.
En muchas ocasiones la que siempre se marchaba era yo, pero ésta vez, es él quien lo hace.
Salgo en medio de toda esa gente, y de camino hacia la casa me quito las zapatillas, entro y subo a mi recámara. En el silencio de mi habitación, mientras despojo mi vestido de novia, lloro una vez más por su muerte, y por muchas cosas más.
POV: ANTONY.
—Se ha negado, se los dije —me siento frente a ambos.
—No esperamos a que te diera un sí a la primera, déjala pensarlo, muchas veces nos queremos aferrar a los recuerdos, pero luego nos damos cuenta del daño que nos hace —dice mi madre.
—Cuando puedas ver más allá, a través de ella, verás la gran mujer que es. —agrega mi padre.
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Editado: 25.09.2024