No soy Él

Capítulo #17 Somos amigos, Dalia

POV: MARÍA JOSÉ.

Sabía que había despertado a una abeja de su panal pero me importaba un rábano. Por extraña razón siento que ella tiene algo que ver, y además de estar investigando sobre la muerte de Antonio me he tomado muy en serio lo de la empresa.

He conseguido el número de a quién se le compró toda esa mercancía, Dalia negó rotundamente que no había sido ella quien las solicitó pero voy a desmentirla.

Toco la puerta de su oficina y luego de tener su aprobación entro, ella está parada a su lado, casi ni se le despega.

Pongo el teléfono sobre su escritorio, y miro a la bronceada.

—¿No que no tenías idea de quién solicitó toda esa mercancía?

—He solicitado muchas cosas, lo olvidé… —farfulla nerviosa. —. Antony yo…

—Desde que has venido te la pasas buscando como provocar a Dalia, deja de buscar ir en su contra, no voy a despedirla si es lo que quieres lograr, querías estar aquí, bien, eres libre de estarlo.

La respuesta de Antony es como una bofetada para mí, estoy buscando su interés y así me paga.

Miro nuevamente a la bronceada quien sonríe quitando su fachada de arrepentida.

—Lo siento, disculpa Dalia, esas no eran mis intenciones —me disculpo amablemente, y abandono la oficina, llevándome mi celular.

Muy equivocada está si cree que soy de las que se deja. Voy a la oficina de Hugo, quien ha sido el único amable conmigo en ésta semana.

—Hola —murmuro sentándome frente a él.

—La defendió —dice sin mirarme.

—Sí —objeto sintiéndome mal, no entiendo porque me molesta, el hecho de que la defendiera no debería de molestarme, no soy nadie para él. Tampoco me interesa serlo.

—Te propongo algo —deja unos papeles por un lado y inclina sus manos centrando su atención en mí. —. Yo te ayudo con describir el culpable y tu me ayudas con tu amiga.

—Ahhh —exclamo sorprendida. —. Con qué te gusta Carmen…

—Shh —posa un dedo sobre sus labios. —. ¿Qué dices?—menea la cabeza de lado, se ve muy interesado.

Finjo pensar por largo rato, y luego sonrío para luego estrecharle mi mano.

—De acuerdo.

—Trato hecho.

—¿Puedes revisar esto por favor? Sólo he trabajado con mi padre, no soy profesional —le entrego un folio. Juego con mis dedos esperando su respuesta, ésta semana la he pasado bien, no he tenido tiempo para deprimirme, estoy dispuesta a dar sí o sí con el culpable de la muerte de Antonio.

—Excelente, eso ayudará a retomar clientes, ¿Quién lo dibujó?—pregunta concentrado.

—Carmen —sonrío pícaramente. —. A Antonio le fascinaba el olor a café, y la frase viene de lo más profundo de mi ser.

«Sueña bonito, en medio de un infierno»

—Empecemos a trabajar con ello entonces —casi grito de la emoción.

—¿En serio? ¿No tienes que avisarle a…?

—Es mejor sorprenderlo, está muy preocupado por la empresa, por cierto, hablé con Dalia para la revista pero dijo que estaba ocupada —hace una mueca, él siente lo mismo que yo, que ella no es confiable.

—Me dijo lo mismo, pero acá estoy, me ofrezco como voluntaria —alzo mi palma con una sonrisa.

Es sorprendente como alguien que recién conozco puede hacerme reír, cuando estuve meses en una crisis interna terrible.

—Las prendas son…

Río.

—Mientras me queden todo bien.

Seguimos planeando todo, las publicaciones que lanzaremos y los eventos próximos.

Luego de eso me pongo a revisar sobre la empresa de papá, los ingresos y todo eso, ser la única hija no siempre es bueno.

Acerco mi rostro más a la computadora viendo el número 2 como por ciento que recibe la empresa de mi padre.

Esto debía ser una broma, no lo dudo y como no me pienso quedar callada voy inmediatamente hacia su oficina.

—¿Cómo es que mi padre recibe el dos por ciento? —exclamo al entrar.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho, y lo miro.

Frunze el ceño confundido. Ahora se hará el loco.

—Eso no es cierto, es cinco y cinco, ¿por qué me tomas?—pregunta haciéndose el ofendido.

—Pues verifica que hay un error —ignoro su pregunta porque a pesar que lo detesto, él ha tratado de acercarse y ser bueno conmigo.

Espero el momento perfecto, y reviso la computadora de Dalia, no me da buena espina y por es la tengo en la mira.

[…]

Ella no cruza más que símiles palabras de trabajo conmigo, sé que está molesta por lo que pasó con Dalia, pero no he podido disculparme, estoy muy centrado en la empresa ahora.

—Cálmate —repite mi mejor amigo por tercera vez.

Estamos alrededor de una larga pasarela esperando por las modelos.

—Quisiera —miro alrededor. —. Parece que no vendrá…

—Claro que vino —me contradice, regreso mi vista a la pasarela y quedo en shock al ver como desfila mientras le sonríe a todos.

Quedo con la boca abierta de la impresión, lo hace muy bien.

—Lo sabrías si vieras las revistas —me regaña Hugo. —. El público la ama —empieza a aplaudir y me obligo a seguirle.

—Cómo ¿no? Si se la están devorando con los ojos —digo con algo de molestia en la voz.

—Tú tienes mayor oportunidad de conquistarla que todos ellos, pero como eres un serio arrogante que piensa que la vida se hará por sí sola —dice sin mirarme.

Mary lo mira y le sonríe, han estado muy cercanos últimamente.

Cuando el evento empieza mis padres son los primeros en felicitarla por su grandiosa idea. Cada vez que intento acercarme alguien nuevo la llena de halagos y me evita la oportunidad.

Suspiro cansado, la tomo de la mano y me la llevo arrastrada hacia una parte oscura de la sala.

—Primero que todo felicidades, dijiste que administrarías no que serías la modelo —recalco la palabra: “modelo”

—Dalia dijo que estaba ocupada, y no estoy buscando que pienses mal de ella —contesta con tranquilidad. —. No me molesta hacerlo, no hay que tener un puesto fijo hay que ser creativos, por cierto lo de la cabaña, puedes empezar la construcción del hotel —toca el collar de su cuello. —. Tengo lo más importante de él.




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