No soy Él

Capítulo #28 Estoy enamorado

POV: ANTONY.

Como un tatuaje su aroma se ha plasmado en mí, aún siento el calor de su cuerpo sobre el mío. Es como si el fantasma de su cuerpo se hubiera quedado conmigo.

Fue una noche única, estaba que desbordaba de amor, pero verla llorar al despertar fue un golpe muy bajo. No es que no me afecte el hecho de tener sentimientos por la que fue novia de mi hermano, pero prefiero ser yo quien la conquiste que a vivir con que alguien más la tenga y pueda lastimarla.

Además, cumplir mi promesa se me hará más fácil ¿No?

No sé que ella siente por mí, y ése es mi mayor temor, pero eso no me detendrá, esto que siento tiene más control que yo mismo sobre mí mismo, suena enredado, pero así es. Hago cosas que en su momento podría haber dicho que jamás haría, pero actúo acorde a mis sentimientos, esa es la diferencia.

Ahora mismo ella debe estar de camino pues había ido con sus padres. Termino de hablar con mi madre, y dejo el celular sobre la mesa para concentrarme nuevamente.

Escucho el ruido de la puerta, y levanto la mirada, ella asoma la cabeza y le sonrío. Se adentra a la oficina, junta sus labios medio suspirando y me mira fijamente a los ojos.

—Ya tomé una decisión —ladea la cabeza.

Abro los ojos más de la cuenta, alejo esa expresión rápidamente y suspiro sonoramente.

—Necesito que me des un tiempo a solas —murmura bajito.

Mi pulso se acelera, siento que no respiro, un nudo inmenso se forma en mi garganta al pensar en la idea de que se irá.

—Necesito pensar con claridad, prometo no tardar, ni menos de un mes.

Siento la necesidad de pararme y eso hago, camino hacia ella sintiendo el miedo apoderarse de mi cuerpo.

—Puedo darte tu espacio.

—No es eso —dice entre cortada. —. Lo necesito, quiero encontrar respuestas y poder confirmar esto.

Mi corazón se estruja.

Caigo de rodillas ante ella, y agarro de sus caderas con mis manos. Pego mi cabeza a su abdomen, que me perdone Dios si sin querer le hice daño, sin querer la metí en éste rollo, lo prohibido siempre fue tortuoso.

—Nunca me había enamorado, y ahora que pasa me lastima.

—Volveré —asegura.

—No te vayas —suplico, no es que quisiera hacerlo, pero es lo que grita mi corazón. —. Por favor Mary…

—Debo hacerlo —siento sus dedos empezar a tocar mi cabello.

—Perdóname, esto no debió pasar, cuando me di cuenta fue imposible de evitar.

—Lo sé, lo entiendo —acaricia mi cabello con suavidad. —. Me avergüenza lo que siento, sabes la razón por eso es lo mejor.

—Lo respeto —suspiro, pegando mi frente contra su vientre. Respiro asimilando cómo llegamos a éste punto, gozo de su aroma que sigue plasmado en mí, pero que ahora lo siento intacto, lo siento intensamente.

Beso su abdomen por encima de la ropa, subo su blusa subiendo mis manos hasta sus costillas, la beso toda escuchando sus leves jadeos.

—Que… ¿Qué haces?—pregunta entre cortada.

Me levanto lentamente mientras hago una línea de besos por todo su abdomen, pego mi frente a la suya, sus labios entre abiertos me esperan jadeantes.

—Pretendo. Hacer que grites mi nombre, y que no lo olvides.

Su cuerpo se estremece entre mis manos, no me hago a esperar y ataco sus labios. No sé por cuanto tiempo se irá, quisiera preguntar pero no quiero arruinar el momento, al menos quiero quedarme con el calor de su cuerpo contra el mío y en mi mente.

¿Por qué tiene que gustarnos tanto lo prohibido? Cuando se trata del amor, siempre nos vamos por el camino más difícil, sin miedo a nada.

Nuestros latidos desbocados se unen, volviendo más intenso el momento.

—Te estaré esperando —alejo mi boca de la suya. —. No tienes que decirme nada, yo te voy a conquistar.

Suelta una pequeña risa, sus mejillas se tornan rojas, y me mira fijamente a los ojos.

Siento el frío de sus dedos en mi rostro y ladeo la cabeza queriendo sentir más de su tacto.

—Quiero poder darle nombre a esto, cuando vuelva, pero no prometo nada —su sinceridad me complace, aunque duele. Siempre me ha hablado con la verdad, y eso lo admiro de ella, es mejor que me vaya haciendo la idea, ella no me está ilusionando, tampoco quiere hacerlo.

Retiro su blusa por arriba de su cabeza, y vuelvo a besarla. Sé que en mí no se borrará el calor de su piel, en mi mente quedará intacto sus gemidos, sus jadeos, mi nombre de sus labios, lo que tanto deseé escuchar esa primera vez.

El olor a fresa de su cabello, el sabor de sus labios, y el toque de sus manos. Porque si algo aprendí de éste sentimiento que empezó a nacer sin darme cuenta es que, cuando se ama, uno ya no se gobierna. Solamente el amor manda.

No sabía que así era el amor, que tu corazón latía desenfrenadamente con tan sólo un tacto, un beso, de esa persona, o simplemente con su presencia.

[…]

El vacío en la cama no me sorprende, ya mucho antes había dejado de sentir su cuerpo contra el mío. Lo único que ha quedado, es su aroma y sus huellas en mi piel.

Su presencia había llenado un vacío tan grande, un vacío que entre tantos lujos nunca se había llenado. Siempre que llegaba a casa, nadie a parte de mi familia me esperaba, jamás había ido y vuelto con alguien de arriba abajo. Varias noches en vez de dormir la pasamos trabajando juntos, y mientras ella andaba concentrada, yo estaba perdido en ella.

Mis manos siempre quemaban por tocarla, pero la respetaba, y respetaba que en su mente seguía mi hermano, pero una vez que acepté que él no volvería ni por más que ella o yo lo deseara, di el paso, Hugo siempre tuvo razón, yo tenía todas las de ganar.

Cuando algo está destinado a ser, tiene que ser, y será.

Llego a la oficina con cara de perro abandonado, frustrado no he dejado de pasar mi mano por mi cabeza.

—¿Quién lo diría?—su tono bromista me irrita, no estoy para soportarlo.

—No sabía que así era esto —el ríe, pero se calla al recibir mi mirada de pocos amigos. —. Ahora entiendo lo que es estar enamorado.




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