No soy Él

Capítulo #33 ¿Eso es el amor?

POV: ANTONY.

Su respiración se siente caliente contra mi piel, jugueteo con su oreja mientras ella duerme plácidamente, no quiero despertarla, tampoco tengo intenciones de hacerlo.

En silencio la retiro encima de mí, y así mismo continuo, en silencio hasta abandonar la habitación.

Saliendo de la casa veo la camioneta de los de seguridad, y aliviado me voy a la empresa. Espero que no se le ocurra ir a la empresa que sino la desperté es para que se quede en casa.

—¿Dónde está tu noviecita? —pregunta Dalia colocando sus manos sobre el respaldo de mi asiento.

—Pobrecita, se acostumbrará —ríe divertida.

Giro para mirarla mal.

—Dalia —regaño.

—¿Qué?—pregunta haciéndose la inocente. —. ¿Acaso te sacias siendo ella primeriza? Ya tranquilo —alza las manos. —. ¿No vendrá a trabajar?

—No —niego, girando nuevamente hacia el ordenador. Es una pregunta muy estúpida, con ella siento cosas que nunca he sentido, y aparte de un placer carnal, siento gran placer con sólo verla debajo de mí, gimiendo, recibir sus besos. ¿Es eso el amor?

—Sabes que no tengo nada contra ella, sólo estoy probándola —ruedo los ojos. —. A ver cuanto te quiere, su lealtad —toca mis hombros. —. Sabes que te quiero ¿verdad?

Asiento.

—Por eso mismo amor, respétala como mi pareja, no es necesario que la saques de quicio sólo por tus “pruebas”—levanto una mano para hacer comillas con mis dedos.

—Ya lo acepté —besa mi mejilla y se va.

Pienso en Mary, sacudo la cabeza ya que quiero concentrarme, y no estar recordando nuestra noche de pasión.

Pasan las horas y me alegra de que ella se haya quedado en casa, aunque hubiera querido que me llamara aunque sea para no decirme nada. Esto de querer saber de ella a cada instante me parece exagerado.

Decido ir a casa unas horas antes pata estar con ella, de todos modos con ella como administradora, Dalia estaba un poco de sobra y eso me daba menos trabajo.

POV: MARÍA JOSÉ.

No puedo creer que no me haya despertado, me dejó durmiendo y se fue así nada más a la empresa. Y de tanta pereza ni me moví de aquí, sólo bajé para comer algo.

Camino hacia la puerta para salir, giro la manija y antes de poder siquiera sacar la cabeza fuera alguien me da un fuerte empujón dejándome tirada en el suelo. Jadeo intensamente del dolor, me toma unos segundos asimilar lo que sucede y levantar la mirada.

No me da tiempo a pararme cuando me toma de mi cabellera obteniendo un grito de mi parte. Trato de defenderme pero tiene fuerza de un caballo, u peor.

—¡¿Qué está haciendo?!—emito un fuerte jadeo. —. ¡Suélteme!

—¡Cállate! —pega su palma contra mi mejilla tan fuertemente que me deja tirada en el suelo.

Respiro agitada, jadeo, siento un terrible dolor en mi labio inferior y la sangre deslizarse por éste.

—Antes de matarte, me gustaría pasarla bien.

Miro sus pies que es lo único que alcanzo, mi cuerpo arde, por más que quisiera, defenderme no será tan fácil. Trato de arrastrarme pero él me toma de una pierna y grito no sólo del dolor, más de coraje.

Pataleo debajo de él, pero no se detiene, gracias a su agarre a mi muñeca puedo ver un tatuaje sobre el dorso de su mano.

—¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Ahhh! —me remuevo debajo de él gritando, intento morderlo pero el me dan un apretón en mi pierna izquierda clavándome sus uñas.

Mi mente se nubla, mis ojos se aguan y mi corazón palpita a todo pulmón.

—¡Antonio! ¡Antonio! ¡Antonio!

Me levanta del suelo, no voy a ceder, aunque parezca en vano no me rendiré. Utilizo mi rodilla para golpearle, cae hacia atrás, con mis manos empiezo a buscar como loca algo con que defenderme, pero es cuestión de segundos cuando él está sobre mí una vez más.

Su mano sube debajo del fino vestido que llevo puesto, sus uñas me lastiman y no entiendo que demonios hace un hombre con las uñas largas.

No puedo ver su rostro, lleva un tipo de máscara, y por el forcejeo no puedo ver bien sus ojos.

Me inmoviliza con su cuerpo sobre el mío, mi pecho sube y baja con fuerza, en un intento de romper mis bragas siento que una de sus uñas me abre la piel.

—¡Ahh!—grito, le escupo en la cara, me da otra bofetada en recompensa, lo golpeo con mi rodilla en su estómago y al intentar alejarme para que no me tome de las piernas ruedo del otro lado de la cama.

El inerte dolor en mi cabeza se hace presente, siento como una gota de sangre desliza desde mi frente a mi rostro. Ni por todo el miedo que tengo a que me tome a la fuerza logro mantenerme despierta, como ecos lejanos, empiezo a escuchar la voz de Antony.

POV: ANTONY.

Me extraña ver la puerta semi abierta, pero no me preocupo ya que se supone que hay dos hombres cuidando la casa.

Entro y cierro detrás de mí con un sutil movimiento.

—¡Antonio! ¡Antonio! ¡Antonio!

Frunzo el ceño atónito. ¿Qué rayos?

¿Estará loca? ¿Por qué llama a mi hermano muerto?

¿Estará bien? Puede ser una pesadilla.

—¡Ahhh!

Su grito me altera, por lo que subo corriendo por las escaleras.

Entro y lo primero que veo son sus piernas tendidas en el suelo. Corro hacia ella.

—María José —exclamo levantándola del suelo. Veo como su labio inferior sangra y su cabeza también. —. Oye —la sacudo pero no responde.

Escucho un pequeño ruido por la ventana, la dejo sobre la cama y corro hacia allá. Veo la espalda de alguien corriendo, si está en el patio necesita entrar a la casa para salir de aquí, bajo las escaleras corriendo mientras le marco a una ambulancia.

—¡Oye!—grito, me lanzo hacia él, cayendo ambos al suelo, lanzo el primer puñetazo para mantenerlo en el suelo. —. ¿Quién te envió?—pregunto, tomándolo del cuello de su camisa. —. ¡Contesta!

Siento su rodilla contra mi abdomen que me saca el aire, me recompongo rápidamente, pero él sólo quiere huir.

—¡Maldita sea!—grito molesto. Salgo de la casa, pero ya se ha ido. Veo a los dos idiotas que le pago una fortuna por sólo sentarse a cuidar a una mujer en casa. —. ¡¿Dónde demonios estaban ustedes?! Carajo —regreso a la habitación corriendo al recordar como la dejé ahí.




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