POV: MARÍA JOSÉ.
—Veo que no piensas cambiar de idea, ten claro que si tengo que secuestrarte en tu propia casa para protegerte, lo haré.
Fue lo último que dijo, antes de abandonar molesto la habitación.
Tengo miedo, es imposible no tenerlo cuando sabes que alguien quiere atacar contra tu vida, pero yo no pienso esconderme a esperar a que lo encuentren o que me mate.
[…]
—Yo creo que Antony tiene razón —comenta tomándose un sorbo de su café.
Estamos reunidas en el café de siempre, con cuatro hombres de seguridad, Antony se está pasando.
Junto ambas manos debajo de mi barbilla observando desde mi lugar la entrada del restaurante.
—Tal vez —murmuro.
—¿Y la tal Dalia?—pregunta.
Hago una mueca de disgusto.
—De ella no tengo sospechas, o sea ella quiere a Antony, y su dinero pero matar a su hermano, es demasiado, no lo creo porque eso la alejaría de Antony —le contesto sin mirarla.
—Uno nunca sabe, tal vez su ambición es tan alta que quería deshacer de el hermano para que el otro se quedara con todo.
Dejo salir una carcajada.
—Que ideas las tuyas —la miro, y ella se encoge de hombros. —. Aunque es probable.
Regreso mi mirada hacia la entrada del restaurante, y veo a una mujer embarazada entrar, es realmente hermosa y debo admitir que se ve tierna embarazada. Sonrío embobada, parece ser lindo estar embarazada.
El pulso se me acelera de golpe cuando pienso en que… no me he estado cuidando, Dios. Miro a mi amiga atónita, ésta arruga su frente mirándome confundida.
—Pareces haber visto un zombi —dice riendo. Deja de hacerlo cuando ve que no digo nada. —. ¿Qué sucede?—pregunta, poniéndose seria. —. Vamos Mary, habla.
—No me he estado cuidando —suelto.
Ella abre los ojos como platos, y poco a poco sus labios van formando un gran O de asombro.
—¡Oh por Dios! Se supone que habíamos hablado de eso, de que inmediatamente que pase la primera vez te empiezas a cuidar —me reprocha.
—Es que… con tantas cosas lo olvidé —tapo mi rostro frustrada. —. Oh Dios, que tonta.
Toma mis manos sobre la mesa y las junta con las suyas.
—Cálmate, esto se resuelve con una prueba, aunque está que es muy pronto, porque supongo es muy reciente la última vez que estuvieron juntos ¿o me equivoco?—niego con la cabeza.
—Pero y si ya lo estaba o que sé yo…
—Mary cálmate —aprieta mis manos. —. Escúchame, has una prueba y listo.
El zumbido de mi celular sobre la mesa nos saca de nuestra burbuja. Miro la pantalla y veo que es Antony, tomo el teléfono y deja de sonar, bajo la pestaña y veo un mensaje.
“¿Dónde estás?”
Ruedo los ojos.
Disgustada le contesto.
“Sigo en el mismo lugar”
Guardo el teléfono y vuelvo a mirar a mi amiga, está algo extraña pero no pienso presionarla.
—Es un gran hombre —pasea sus dedos alrededor de su tasa de café. —. Pero sabes el problema.
Asiento entre suspiros.
—Pero cuando se ama no importa nada, se renuncia al resto si es necesario.
Seguimos por horas de nuestros problemas, y entre otras cosas. Aprovechamos el tiempo juntas ya que por sus estudios casi no tiene tiempo, y yo, siempre metida en la empresa o en casa de mis padres.
Niego con la cabeza al ver a Antony sentado en el sofá de la sala.
—No puedo creerlo —me tumbo a su lado. —. Estás mal Antony.
Rodea mis hombros sin decir nada. Esto es raro.
—¿Qué sucede?—pregunta acariciando mi cabello.
—Nada, ¿Por qué?—pregunto, buscando sus ojos confundida.
—Tienes una expresión extraña.
Suspiro.
«Pasa que no me he estado cuidando, y que nos hemos acostado varias veces» pienso.
—No pasa nada —me acomodo contra su pecho. Él me dijo que quería todo conmigo, y no quiero ilusionarlo, además yo no sé si quiero tener hijos aún, para colmo ni mis sentimientos tengo claros todavía.
Siento que no merezco a éste hombre, pero el destino nos ha jugado tan mal.
POV: ANTONY.
A noche terminamos dormidos sobre el sofá, motivo del dolor de cuerpo que estoy sintiendo, pero fue bonito, porque desperté con ella sobre mí.
Escucho unos gritos, y frunzo el ceño confundido, salgo a ver que pasa y veo a todos los trabajadores con los ojos puestos en la oficina de Mary. Cierro los ojos con fuerza, ya sé lo que me espera, sólo ellas dos no se llevan bien aquí.
Entro a la oficina, justo cuando Mary estampa su palma contra la mejilla de Dalia. Ésta intenta a reventarse sobre ella, pero la detengo rápidamente colocándome entre las dos.
—Hey, deténganse —exclamo. Volteo a mirar a Mary mientras mantengo firme las muñecas de Dalia hacia abajo. —. ¿Por qué hiciste eso?
Lleva ambas manos a su cintura mirándome mal.
—¡¿Que diablos te diré si tú no crees en mí?! Haber —señala a Dalia. —. Pregúntale, de todos modos me importa un carajo lo que te diga.
Su rostro está rojo de la rabia, tiene ambas manos hecho puño mientras su pecho baja y sube.
—¡¿Por qué no sigues sacando tus garras zorra?!—Dalia se suelta de mi agarre, ahora me encuentro atónito en medio de ambas.
—¿A quién les ha llamado zorra?—el tono de voz de Mary cambia radicalmente. —. Me amenazaste porque supuestamente me he quedado con los dos González, ¿ahora me llamas zorra a mí?—avanza hacia ella pero la detengo.
—Mary cálmate —le pido.
—¡Quédate con Antony, con quién te de la regalada gana, a mí me importa un comino, no me hace falta un hombre para vivir!—grita eufórica.
Dalia ríe.
—Tan fácil renuncias a él, te dije que no te amaba.
El rostro de Mary palidece, su mirada cambia a una de decepción, y siento que Dalia dio en el blanco.
—Vete de aquí Dalia —le ordeno, alejando a Mary de ella, pero la siento titubear, la sostengo de la cintura rápidamente.
—Ahora va a fingir —dice Dalia sarcástica.
—¡Que te largues Dalia!—grito molesto. —. Mary, Mary —paso mis manos por sus piernas y la cargo hasta el sofá. —. ¿Estás bien?
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Editado: 25.09.2024