—Con ella pondrá fin a ésta estúpida venganza…
—¿Dónde está tu hermana? ¡¿Dónde está?!—la tomo de los hombros sacudiéndola.
—¡No lo sé! Ella salió, aproveché y me fui de casa —contesta asustada.
—¡Maldita sea! —me alejo dando pasos había atrás. Doy zancadas para abandonar la oficina pero me detengo a medio camino. —. Eso no es motivo suficiente para una venganza de tal atrocidad —volteo a verla. —. Hay algo más, dímelo, ¿Qué más da? ¡Me queda más que claro que mi hermano fue un bastardo en su juventud!
Ella agacha la cabeza como si estuviera avergonzada.
—Dos hermanas —empieza.
—Engañadas por el mismo chico —digo con ironía. —. Ja, muy parecido a juegos de amor.
Salgo de la oficina con el alma en la mano, saco mi teléfono de mi bolsillo para llamar a Mary, y pasa justo lo que me temía.
«No contesta»
Le marco a Carmen pero ella tampoco contesta, me desespero pero insisto llamando.
—Antony—me llama Hugo y lo busco con la mirada.
Desde la puerta de su oficina me hace señas de que venga. Mi corazón se estruja, angustiado, y de dolor.
«Tú no Mary, tú no»
Camino sintiendo mi pecho hundirse más y más cada vez que estoy más cerca. Entro a la oficina y veo a mis padres ahí.
—Lo siento —me susurra Hugo, y todas mis esperanzas desaparecen.
Tenía la esperanza de que los malditos guardaespaldas la cuidaran bien, esperaba poder llegar a casa y abrazarla, pero éste día no puede ser peor.
—Ella la tiene, vamos…
—¿Cómo lo sabes?—pregunto con la voz ronca, empuñando mis manos.
—Es mejor que no lo sepas —niega con la cabeza, mirándome apenado.
—No estoy para juegos —aclaro molesto.
—Nos envió un vídeo —dice mi madre, nerviosa.
Claro, ya sé todo.
Le pido su celular y dudando me lo da. Abro el vídeo y por segunda vez en el día se me va el alma.
Su piel está pálida, algunos lugares de su cuerpo están rojos, sus manos están atadas hacia atrás y su cabeza gacha.
Me hierve la sangre de ver por lo que ella está pasando por la culpa de mi familia, pero sobre todo por la culpa de un error del hombre que ella una vez amó con todo. Mis ojos pican, parpadeo, luchando por no llorar.
Un balde de agua cae sobre su cuerpo despertándola.
—¿Se acuerda de esto señora Gonzáles? —Dalia muestra su rostro. —. Si mi sobrino no nació, pues éste niño tampoco fíjese.
Ahí acaba el vídeo.
—¡Maldita! —lanzo el teléfono contra la pared. —. ¡Ella que le hizo!
—Hijo cálmate —mi madre intenta tocarme pero me alejo.
—¡No! No hables mamá, acá sabemos perfectamente quiénes son los culpables, nosotros deberíamos estar pagando no ella, ¿Qué? ¿Acaso se olvidaron de que el que la hace la paga? Sólo que alguien más está pagando por sus porquerías —escupo en cólera, salgo de la oficina tirando de la puerta.
Golpeo una y otra vez el volante con rabia, una fuerza incontrolable me invade y unas terribles ganas de acabar con ella.
Tal vez tiene sus motivos para vengarse, pero no con ella, no con Mary, ella no tiene nada que ver en esto ¡nada!
—Bro cálmate —Hugo se monta a mi lado. —. Cuéntame, cálmate, luego buscamos la manera, la vamos a encontrar, su hermana está aquí.
—¿Te das cuenta?—volteo a verlo. —. Consideraba a mi familia mi todo, pero ahora me doy cuenta de que sólo la tengo a ella, y soy capaz de lo que sea Hugo, por ellos, porque ahora, son mi única familia.
Él palmea mi hombro suspirando, le cuento todo resumido de lo que me contó Emilia.
—Todavía hay gente bonita de corazón —dice pensativo. —. Y por fuera, pues está preciosa la niña.
Le doy una mirada de pocos amigos y él alza las manos.
—Sorry.
—Mary una vez dijo algo así, cuando tenga que contarle todas esas cosas de Antonio.
—Fue en su juventud, ¿Quién no hace locuras en su juventud?
—No lo justifiques, esas locuras nos arrastraron a esto, él murió y la mujer que amo está en peligro, no era sólo dinero, era una sed de venganza —remojo mis labios desviando los ojos de un lugar a otro.
—La verdad la verdad, si alguien hubiese hecho algo así con mi hermana menor pues doy revancha, pero llegar a tanto, eso no es normal Antony, tu hermano falló, sí, pero Dalia llegó muy lejos.
—Sí —asiento. —. Ella está mal de la cabeza, pero deja y que la encuentre y le enderezo el cerebro.
—Calma, tú no eres así, la hermana puede decirnos donde está, o localizar su celular, ella te quiere a ti también, si no se arriesgaría a mandar ése vídeo.
Nos quedamos en silencio dentro del auto por largo rato, siento que mi mente va a explotar. Es tan impresionante como de un momento a otro las cosas pasan a otra dimensión, ésta mañana la tenía entre mis brazos, pensando en la llegada de nuestra hija, ahora temía perderla.
—Ya sé —dice Hugo sacándome de mis pensamientos. —. Antonio descubrió algo, y a ella no le quedó más remedio que matarlo.
—Al diablo con eso, ahora la que me importa es Mary —digo exasperado sacudiendo los brazos. Bajo del auto y regreso a mi oficina con Hugo detrás de mí.
Ella sigue en el mismo lugar que cuando salí de la oficina, es tan rara.
—¿Sabes donde puede estar tu hermana?
Se encoge de hombros mirándome como una niña pequeña.
—Hay muchos lugares posibles.
—¿Tienes su número?—ella asiente. —. Préstame tu celular.
Le marco y me sorprendo con la rapidez que contesta, claro, es su hermana.
—¿Emilia?
—No, fíjate que soy yo Dalia.
—¿Qué le hiciste a mi hermana? La tocas y te juro que te mando con tu difunto hermano —amenaza agresivamente.
—Sí, éste pleito es con mi familia, no con Mary por lo que te exijo que la dejes ir, ¿Cómo pudiste llegar tan lejos por algo que pasó hace años? Por Dios.
—Lo siento cariño, no iba a matarlo, sólo era quedarnos con su dinero pero se complicaron las cosas —su voz se escucha tan tranquila que cada vez me convenzo de que está loca, y para rematar tiene a Mary bajo su poder.
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Editado: 25.09.2024