Decir que quería otro bebé, no era la palabra, estoy obsesionada con tener otro embarazo, ya Antonella tiene tres años, está grandecita y lista para tener un hermanito o hermanita, pero llevamos dos meses intentándolo y no se ha dado.
Y tengo miedo de correr con la misma suerte que mi madre, aunque ya me hice estudios, ya que no soportaba la idea y tenía loco a Antony.
La relación entre yo y los padres de Antony seguía igual que al inicio nada de rencores, y él los seguía amando tal cual, dejamos el pasado a donde pertenece, en el pasado.
Ambas estamos en el suelo viendo caricaturas, ella sonríe tiernamente señalando salteado todo.
Coloco una mano debajo de mi cabeza mirándola de lado. Es tan hermosa, con ése hermoso color de piel de su padre, cremosa y mis ojos, su sonrisa que irradia mi corazón, es la luz de nuestros ojos.
Ella levanta la cabeza y sonríe abiertamente al verme mirándola. Con ella olvido todo, no existe el tiempo ni espacio, somos sólo ella y yo.
Sin querer termino tomando una siesta a su lado, he estado algo cansada administrando el hotel, la mayoría de las personas de la ciudad van a vacacionarse allí, es raro decir que ya no es mi lugar favorito pero aún amo esa playa.
Abro los ojos somnolienta, froto mis ojos y me encuentro con los ojos grises de mi esposo.
—Ah—sobresalto al pensar en la niña.
Ríe sin dejar de mirarme.
—Tiene más energía que tú —toca mi mejilla.
—¿Cómo no? Me cansé de registrar reservaciones —digo incorporándome para estirar mi cuerpo.
—No te haré caso, tú me dijiste que no querías asistente —dice imitándome.
—Así somos las mujeres —me inclino para darle un beso. —. ¿Dónde está? —pregunto.
Me señala el sofá y sonrío al verla dormida ahí, se ve tan tierna.
—Aprovecho para hacer algo —intento pararme pero él me detiene.
—¿Estás más tranquila? No he visto más pruebas de embarazo hace mucho —comenta mirándome con sospecha.
—Sí —asiento. —. Bueno es que… —lo miro nerviosa.
—¿Qué? —pregunta, sentándose frente a mí.
Muerdo mi uña nerviosa.
—Es que no quiero ilusionarte como la otra vez, pero no me ha bajado la regla y… y tengo pequeñas síntomas —digo con una sonrisa traviesa.
—¿En serio? Pero la regla es mucho decir —dice tomando mis manos emocionado.
No soy la única que desea otro bebé.
—Sí, pero no me he atrevido a hacer la prueba —susurro.
—¿Qué esperas? Vamos —se para y me para de golpe del suelo.
—No —exclamo. —. Espérate —digo tratando de calmarlo. —. Estaba esperando más síntomas, pues sólo he estado cansada y eso, pero lo haré, tú quédate aquí que me pones nerviosa —pido con una mano entre ambos.
—Vale —alza las manos alejándose. —. Pero… —se acerca. Me toma de la cintura y pega su cuerpo al mío. —. Sea lo que sea, te amo, eso nada lo va a cambiar, me conformo con lo que me has dado hasta ahora, pues no tenía nada. Y sé que me seguirás dando más de ti.
—No digas eso mi amor —tomo su rostro entre mis manos. —. Yo sólo vine a complementarte —beso sus labios suavemente.
—Tú tienes todo de mí —besa mi frente.
—Ya, no me pongas en sentimiento —río tímidamente.
Me alejo y subo a nuestra recámara para hacer la prueba. Tengo una caja que me compró él, estaba cansado de que le pidiera que trajera uno a la casa, río de sólo recordarlo.
Entro al baño y hago todo como indica la prueba, recordando aquella vez que el negativo me hizo feliz, ahora imploraba por un positivo. Cosas de la vida.
Nerviosa salgo del baño y me siento sobre la cama, dejo el test a un lado boca abajo y empiezo a patalear los pies de los nervios.
Sólo han pasado cinco minutos y ya Antony ha subido con la niña en brazos.
—¿Ah? —Inquiere, igual de nervioso que yo.
Tomo el test sobre la cama y lo aprieto bajo mi mano.
—Ya reina, me volveré loco —gruñe pasando a sentarse a mi lado, colocando a la niña sobre su regazo.
—¿Listo? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Siempre.
—Dah —exclama Antonella arrebatándome la prueba.
—No, eso no —farfullo.
—No —dice rotundamente.
Me quedo mirándola sorprendida.
Al principio tuvo problemas para hablar, pero tomamos terapia y todo salió bien.
—Por favor, preciosa —le arrebato la prueba tomándola desapercibida, empieza a llorar pero su papá trata de calmarla. Miro la prueba y mi corazón da un salto de la impresión.
—¿Qué es?
—¡Positivo! ¡Sí! Si estoy embarazada —exclamo sonriendo como tonta. Miro a mi lado y veo a Antonella mirándome atónita, hasta dejó de llorar.
Lleva un dedo a su boca chupándolo, sonrío y me lanzo a abrazar a Antony, tapando un poco a la niña entre nosotros.
En serio tenía miedo de que Antonella pasara por lo mismo que yo, quería darle ése compañero de sangre. Estoy tan feliz.
Me alejo para plantarle un beso de la alegría que siento.
Ambos reímos al ver que la niña se zafa y gatea hasta quedarse en medio de la cama mirándonos.
Le extiendo la prueba y me lo arrebata de mala gana.
—Que mal educada —finjo asombro.
—Tita —murmura sacudiendo la prueba.
—De tal palo tal astilla —dice Antony.
—Hey —le reprocho. —. También salió a…
Me besa callándome, llevo mi mano a su cuello acercándolo más a mí para besarlo más.
—La niña —murmuro contra sus labios.
—Está más entretenida con el test, si supiera que significa —vuelve a besarme.
Siento algo chocar contra mi cabeza y giro de golpe a ver a mi hija, ella me mira con sus ojitos de gatito con hambre.
—Perdón.
Es la primera palabra que dice tan correctamente, me quedo mirándola fijamente esperando su reacción. Mi cara de mamá molesta.
Ahogo un jadeo al ver que se para sobre la cama con zapatillas y todo, pero lo que hace a continuación lo vale.
Besa mi mejilla y me abraza del cuello.
[...]
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Editado: 25.09.2024