/ ¿esta chica tiene un desorden alimenticio? O ¿son cosas mías? /
- ¿Estás bien? - Pregunte una vez más.
- Sí, es solo que algo me cayó mal.
- ¿Plumette? - inquirí mientras hacía que me prestara atención.
- ¿si? Dime; - y me miro a través del espejo.
Debía preguntar directamente. - ¿Desde cuándo te provocas vómitos?
Cerro el grifo del lavadero y se giró para mirarme de frente, con esos ojos verdes que resaltaban sobre esas pequeñas pecas rojizas que coloreaban sus mejillas gentilmente.
- ¿Qué estás diciendo? - Cruzo sus brazos sobre su estómago y me miro casi juntando sus cejas.
- Me escuchaste, si estas y eres preciosa ¿porque te induces vómitos?
Fuimos interrumpidas por la encargada de los pasillos y presidenta de todo el alumnado.
- Hablaremos luego. - Repuse, tomando mi mochila del lavabo y saliendo.
Era frustrante ver como personas sanas hacían daño a su cuerpo, mientras yo ni siquiera podía beber una cerveza de incognito con mi mejor amigo por la estúpida lupus; según mis doctores mi suerte ha sido el tener tanto dinero que puedo costearme los tratamientos sin problema.
La clase después del almuerzo paso lenta más que de costumbre. Yo en cambio no prestaba atención a la clase.
- ¡Señorita McField! - escuche la voz del profesor hablarme y sacarme de mis pensamientos.
- ¿Si, profesor?
- Podría explicarnos la base del Cromo y del Bramido, ya que la clase parece aburrirla.
Empecé a explicar la clase en medio de las risas y miradas poco disimuladas de mis compañeros, lo bueno es que pude acertar y no pasar más vergüenza.
Llegado la última clase estaba pensando como hacía para abordar a Plumette otra vez, necesitaba hablar con ella y saber si era cierto lo que le pregunto.
/si no hubiera sido por la pesada monitora de los pasillos/
* * * * *
En los casilleros la busque, pero no estaba.
Les pregunte a sus amigos que podrían saber de su paradero, pero para su suerte se fue temprano.
Una idea surgió en mí, fui a la dirección con la excusa de que teníamos que hacer un trabajo y ella se había ido sin decirme donde vive y que sus amigos también. Y así conseguí su dirección.
Vi la dirección en el papel que me dio Portillo, quedaba a cinco cuadras de mi casa en unos edificios que había.
Salí del instituto al parking de bicis y noté a alguien allí. Al acercarme estaba Brat.
/que molesto es este chico, ¡Dios! /
- Permiso, - le escupí una vez estuve frente a mi bici.
- Hola Bombón, - me dijo con su cara y su sonrisa socarrona.
- Hola, le dije frunciendo el ceño y quitando la cadena de la bici.
- ¿Sabes lo del otro día? Me hizo darme cuenta de que conquistarte no va a ser nada fácil y eso me enciende, ¿no sabes cómo y cuánto?
- Ni lo sé, ni me interesa. - le dije sacando la bici mirándolo a los ojos por fin. - ¿por qué no vas a fregar a tu novia?
- Ya no es mi novia, - me dijo entrándose un chicle en la boca y masticando.
- No es mi asunto. - Y pedalee para salir del parqueo.
Me detuve en la calle anterior y vi la dirección otra vez, el barrio parecía de indocumentados o personas que Vivian en edificios del siglo ixx, algunos estaban pintados con grafiti, al parecer en mi cuadra y estas eran muy diferentes, aunque estaban a tan solo minutos.
Entre con mi bici a una de las pocas casas que había en el lugar, la cual marcaba el número 2437 que estaba en mi papel, había juegos tirados en el pequeño jardín de en frente y huecos por el otro lado como si los niños quisieran enterrar sus secretos.
De pronto salió un gato corriendo como si hubiera visto un fantasma y tras el salió un niño pelirrojo con pecas y los mismos ojos que Plumette, mire detenidamente al niño quien llevaba una bomba de agua en su mano y otras en su remera quien al verme se frenó de golpe.
- ¿Quién eres tú? - inquirió colocando la mano debajo por la bomba de agua.
- Soy amiga de Plumette, - el niño entrecerró los ojos y espeto con desconfianza y grosería.
- ¡No seas mentirosa!, conozco a todos sus amigos y tú no eres una. ¡Mentirosa! - hizo más énfasis al decir la palabra otra vez.