No soy Yo

Capitulo 1

CAPITULO 1

No soportó la operación- Esa fue la frase que cambio mi vida. El hombre que me había acompañado por cinco años, en ese instante se había ido.

-Tiene que ser un error- escuche decir a mi madre de fondo.

-Me encantaría que fuese así- respondió el médico- pero lamentablemente el joven Lucas ha fallecido. No pudimos salvarlo, sus órganos estaban muy comprometidos.

 

------- Un año después--------

-Anna, Anna- mis ojos se abren algo confundida ante la voz que me llamaba – Levántate hija.

-¿Que pasa Mamá? -pregunte aún algo dormida, era domingo y ella sabía que solo ese día podía dormir hasta tarde. Si, los domingos eran los típicos días donde podía relajarme y descansar, aunque la mayoría de las veces, lo único que hacia durante todo el día era llorar mirando alguna película, mientras mi mejor compañía era un pote de helado. - ¿Acaso ya es muy tarde?

-No hija, no te preocupes-acaricio mi mejilla como cuando era niña- solo quiero que salgamos a caminar un rato- Dijo sentándose en el borde de la cama- Afuera hay un hermoso día.

-No tengo ganas mamá- dije y le di la espalda para volver a taparme

Desde la partida de Lucas ya nada había sido igual en mi vida, mis ganas de "vivir" habían desaparecido, solo cumplía con la rutina diaria de trabajar para pagar mis cuentas, mirar algunas películas con mis padres y visitar una vez a la semana a la única persona que entendía mi dolor, mi nana.

-Te hará bien, el día esta fantástico- Insistió.

-Eso ya lo dijiste- respondí sin cambiar mi posición.

 -Podemos caminar sin hablar si así lo quieres - Dijo ella colocando una de sus manos en mi espalda en señal de que la mirara.

- Solo si me compras un helado- mi giré para mirar como ella sonreía. No tenía ganas de hacerlo pero al menos ver a mamá reír me hacía bien.

-A veces dudo de que tengas veinticinco años.

Las cinco vueltas al parque habían dejado en evidencia mi falta de actividad física diaria, eso, eso también había cambiado desde que Lucas no estaba, él solía ser el compañero de mis rutinas de cada mañana.

- Iré a buscarte agua cariño- dijo mamá y asentí mientras me sentaba en un gran árbol que regalaba una gran sombra en el lugar.
Varios niños pequeños correteaban jugando con sus madres o amigos, se los veía llenos de vidas, llenos de alegría sin dolor, sin ninguna cicatriz como la que yo cargaba hace varios meses , un dolor que parecía no querer irse, que solo se acrecentaba con el pasar del tiempo.
A veces creemos alcanzar la máxima plenitud, varios hechos consecutivos nos provocan las mejores de las alegrías, nos hacen creer que serán eternos, nos vuelven ingenuos y cuando estamos en la más altas cumbres de la felicidad, un instante, solo un instante nos arrebata cada uno de los escalones que recorrimos para llegar a alcanzarla, para poder rozarla. Solo un instante para que todo aquello construido se vuelva cristal recién hecho añicos.
Sentí como una lagrima cayó sobre mi mejilla y ahí pude darme cuenta que estaba llorando y no precisamente por la presión que sentía a diario en mi pecho, si no, porque mi mente trajo el recuerdo de unos dos años atrás, cuando en el mismo árbol que me encontraba, con Lucas habíamos prometido envejecer juntos, habíamos prometido casarnos, compartir nuestras vidas.

-Anna, amor, traje tu agua- dijo mamá y enseguida mi mirada se desvió lejos de ella.

-No debí venir mamá- dije sin mirarla - ¿Sabes que en este parque Lucas juro que compartiríamos toda nuestra vida juntos?- mis lágrimas brotaron con más fervor de mis ojos.

-Yo- titubeo- no lo sabía - se acercó a mí para abrazarme pero no la deje.

-Claro cómo vas a saberlo si tú nunca tenías tiempo para mí en ese momento.

-Hija, tienes que dejar ir a Lucas, tienes que volver a vivir- dijo ella

- NO, no quiero hacerlo ¿Por qué no lo entiendes?

Y al decir eso me fui corriendo, con mis ojos llenos de lágrimas, mi corazón con la cicatriz del destino más abierta que nunca y sin ánimos de seguir caminando.

Al llegar a casa solo me encerré en mi habitación sin ganas de nada, solo de volver a mi rutina de domingo, comer y de postre ahogarme en helado mientras disfrutaba una película.

-¿Vendrás a comer?- pregunto mi padre apoyando su cuerpo sobre el marco de la puerta. Asentí sin despegar mi mirada del techo color blanco decorado por algunos salpicados de color violeta, recuerdo como llegaron ahí. Cuando tenía cinco años estaba pintando con Emily, mi mejor amiga y juntas decidimos que mi habitación necesitaba “una decoración” ambas tomamos pintura en nuestras manos, la cual habíamos robado a mi padre del garaje y como no podíamos llegar al techo comenzamos a arrojar pintura violeta  en forma de “lluvia”, recuerdo aun los gritos de mi madre al vernos empapadas en color pintura.- ¿Por qué tu madre vino llorando del paseo?

-Nadie entiende que quiero llevar el dolor a mi manera papá- me senté en la cama mientras el observaba mis movimientos




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