No soy Yo

Capitulo 2.

Capítulo 2

-Perdón por lo de ayer- Apenas mi voz salía de mi garganta para dirigirse a mi madre, la cual se encontraba degustando una tostada con mermelada de frutilla, su favorita.

Pedir perdón suele ser una de las cosas más difíciles para todo ser humano. Una parte de mi entendía que mis padres solo querían lo mejor para mí y otra, otra gran parte, solo quería que respeten su dolor.

Ella me miró y asintió regalándome una sonrisa. Mis lágrimas, así sin ser anunciadas comenzaron a salir, realmente esperaba algún día hacer feliz a mis padres de nuevo.
Mi padre, ante aquello dicho por mis labios bajo su periódico para  mirarme de la misma manera que mi madre, ambos con amor, con respeto pero sobre todo con tristeza, y no por nada extraño si no porque yo misma sabía que ellos me extrañaban, extrañaban a la Anna que alguna vez criaron, aquella niña risueña, alegre y sobre todo feliz.

-Hija- dijo mi madre- no tienes que pedir perdón-se acercó hasta mi lugar para regalarme un abrazo que solo una madre sabe dar, aquellos abrazos que unen las partes de uno que se rompieron. Mi padre se sumó al abrazo mientras los tres llorábamos, ellos por mí y yo porque en mi corazón había tanto dolor que dudaba que algún día pudiera volver a ser la misma que ellos criaron. Me dolía pensar que ellos solo anhelaban verme bien de nuevo cuando yo solo quería encerrarme en mi mundo, cuando yo solo quería llorar.
 

Unos minutos nos mantuvimos así abrazados sin decir nada, porque a veces las palabras sobran, ellos sabían eso. Sabían que por ahora no había palabra alguna que me rescatara de mi dolor.

-Te queremos - agregó papá- Y ahora todos debemos intentar a nuestro tiempo estar mejor y - mirando su reloj- debemos los tres ir al trabajo. Con Mamá asentimos y secando nuestras lágrimas fuimos a buscar cada quien sus cosas para trabajar.

Mi Padre, Evan Williams, era abogado, tenía una enorme pasión por su empleo, sin duda era uno de los mejores abogados de la pequeña ciudad donde vivíamos. Mi madre Sarah, ella en cambio era administrativa en una fundación sin fines de lucro que ayudaba a niños, ella recibía un pequeño sueldo de allí y luego ayudaba a papá en su despacho.
Por mi padre la abogacía no era algo que corría por mis venas, desde muy pequeña supe que quería enseñar para eso estudie y me capacite durante algunos años. Fue muy difícil romper con la tradición familiar, no había Williams que no fuera abogado excepto yo claro.

-Profe- dijo Billy, haciendo volver mis pensamientos a la clase de tercer año que estaba dando en el ciclo secundario -¿Esta respuesta está bien?

-Veamos- dije mientras le regalaba una sonrisa y miraba su contestación sobre el tema que habíamos charlado minutos antes.

-Muy Bien Billy - dije para luego dejarle una tilde por su gran dedicación y rapidez. Sin duda era uno de mis mejores alumnos.

-Usted sabe profe lo mucho que me gusta Historia- sonrió y asentí ante eso, él volvió a su lugar y la puerta sonó.

-¿Si?- Pregunte mientras la directora de la institución se encontraba del otro lado

-Señorita Williams, el día de mañana comenzará un niño nuevo-dijo la Señora Todos, una mujer de unos cincuenta años muy coqueta y con un conocimiento extraordinario, pero sobre todo con un amor por la educación único.

-Pero, señora Directora el año está ya casi llegando a su primera mitad- dije extrañada por la situación, el colegio en el que daba clases no admitía ese clase de cosas.

-Es un caso único Señorita Williams. El niño se llama Ryan, viene de la otra punta del país así que espero que el día de mañana le den, junto con sus alumnos, una grata bienvenida.

-Así será dije.

El resto de la clase continúo con total normalidad. Los alumnos con los que compartía esta clase eran muy buenos, tenían mucha capacidad.

-No olviden estudiar para la próxima clase, tendrán examen oral- sus quejas me hicieron reír- si no dan ese examen oral luego tendrán que darlo durante las vacaciones niños.

Muchos empezaron a decirme que no, que claro que iban a estudiar. Otros estaban felices porque amaban la clase que yo dictaba, Historia, otros imitaban mi voz. Por momentos así es que cada día me convencía más que no había equivocado mi camino, que este era mi lugar en el mundo, el aula, mis alumnos. Aquí me olvidaba por unos instantes del dolor que golpeaba mi corazón día a día.

El timbre sonó anunciando que mi hora con tercero había terminado, comenzaban mis horas con segundo y así rápidamente el día laboral paso. Cada hora, cada curso ayudaba a mi conciencia a despejarse.

¿Quieres que te lleve? Dijo Emily apoyándose en el marco de la puerta.

Claro, como negarme ella rió- espera que termino de guardar mis cosas

-¿Cómo estás?- Dijo mi mejor amiga – No te vi en todo el día- no había salido del salón ni para almorzar porque quería terminar de corregir unos exámenes y preparar la clase de tercero para el niño nuevo.




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