Narra Noah
Habían pasado solamente dos días desde que Amélie me besó(si, no lo saco de mi mente, pero solo por el hecho de que lo detesté) y desde ahí no ha dejado de molestarme en todos los recesos o coquetearme de forma nada disimulada, por cierto. Pensé que ya se rendiría y me dejaría en paz pero no, ahí sigue, qué fastidiosa.
Ahora mismo estaba en el patio.
— Oh vamos, ¿ni siquiera un helado? ¿así como esperas relacionarte con la gente y tener amigos? — inquiere con una ceja levantada — Si rechazas todo lo que se te pide.
Entrecierro los ojos observándola — No es que no quiera tener amigos, es que no quiero que me vean precisamente contigo, ¿no lo entiendes? — pregunto ya cansado.
Ella suspira frustrada y me fijo en cómo el sol hace que su cabello se vea todavía más rubio y sus ojos más claros. Me obligo a desviar la mirada.
— Eres un prejuicioso, crees que me conoces por lo que te han dicho de mí pero ni siquiera te esmeras en que te lo pueda desmentir.
— No necesito que nadie me desmienta nada, con lo que veo es suficiente —suelto — Ahora si me disculpas… — escapo por su lado derecho, uf, de milagro no me ha jalado del brazo. Seguro que ahora si ya se rindió, pensé.
No me volteo pero igual percibo cómo se queda pasmada y de brazos cruzados detrás mío, y luego se le acercan las falsas de sus amigas.
Logan no había podido venir hoy ya que se encontraba con un fuerte resfriado, así que yo ahora me hallaba solitario, pero bueno, mejor solo que mal acompañado. Camino hacia mi casillero a sacar mis libros y aprovechar para estudiar en la biblioteca en lo que termina el receso.
Pero en cuanto cierro mi casillero veo un brazo apoyado a mi lado, frente a mí se hallaba un chico rubio más alto que yo, con uniforme deportivo, seguramente de su equipo y mueca burlona. ¿Y este qué quiere?
— ¿Qué tal, novato? ¿Disfrutando de la compañía de Amélie? — inquiere.
— No sé de qué me estás hablando, es ella la que se me acerca a mí, por si no lo sabías.
Él suelta una corta risita — Mira, como sea, te conviene alejarte de ella si no quieres problemas, ¿te queda claro? — advierte con tono arrogante. ¿A caso es su novio? ¿Y aún así ella quería invitarme a salir? A mí nadie me intimida.
Frunzo el ceño — ¿Eres sordo o no escuchas? Ya te dije que yo ni siquiera la busco, así que déjame en paz y deja de amenazarme. — Hago el amago de retirarme pero este estúpido me quita mis libros y los estira hasta arriba con sus brazos llenos de esteroides.
— No te lo voy a volver a repetir, aléjate de ella si no quieres terminar escupiendo agua del retrete, friki. — arroja los libros queriéndolos insertar en el basurero que se encontraba allí cerca pero fracasa.
No me dejo amedrentar y le respondo — Para ser jugador de baloncesto tienes pésima puntería — me burlo.
— ¿Qué dijiste, pedazo de-
La voz de una profesora que justo pasa por allí no lo deja terminar, y él se calla inmediatamente.
— ¿Todo bien acá? ¿Le Brun y Blake? — pasa su mirada de uno a otro, inspeccionándonos.
Estaba a punto de delatarlo pero el idiota habla primero.
— Por supuesto, profesora, solo le estaba enseñando unas cosas. — responde sereno, parece que ya estaba acostumbrado a hacerse el ángel, el muy idiota.
Ella duda un poco pero finalmente se retira y el Spartacus de segunda es obligado a irse por el pasillo al sonar la campana. Genial, por culpa de la fresita ahora tengo a su novio de enemigo queriéndome asesinar, y ya no pude alcanzar a llegar a la biblioteca. Esto es estupendo.
Sin tener nada más que hacer camino hacia mi respectiva aula, Química. Tendríamos laboratorio.
Lo primero de lo que me percato es que esta clase también me toca con el matón que se me cruzó antes, genial, y oh sorpresa, también su noviecita está aquí. Ya me veo los posibles escenarios.
Este salón solo tenía mesas en parejas así que me toca sentarme con una chica robusta, de aspecto aburrido, que era la única que no tenía pareja hasta ahora, ella se encontraba jugando con los tubos de ensayo que se estaban encima. Solo espero que no me deje todo el trabajo a mí, ya había tenido algunas malas experiencias en escuelas pasadas. — Es lo que tiene ser el mejor en todas las materias — pensé. Agh no, me retracto, eso sonó muy Amélie.
Verdad, Amélie, ¿dónde estaba ella? ¿y por qué si quiera me importa?
Sin darme cuenta ya estoy volteando mi mirada al frente, ella estaba acompañada como siempre de su amiga pelinegra, Jade, creo que se llamaba. Tenía una mueca burlona y parecían tener temas muy interesantes de conversación ya que se les veía muy metidas en su mundo, de casualidad volteo los ojos hacia mi derecha y me encuentro con la mirada intimidante del Spartacus patético. Solo le giro los ojos y el profesor inicia con la clase.
¡¡BOOM!!
Solo había pasado media hora y mi compañera del costado(que por cierto nunca se animó a dirigirme ni una sola palabra, a saber por qué, porque tímida no se veía) parecía que se había equivocado con las mezclas y ocasionó una pequeña explosión, provocando que todos nos sobresaltáramos en nuestros asientos de inmediato. Ella se encontraba con la mitad de la cara negra, a causa del humo que se le había impregnado, se le veía totalmente avergonzada. Pobre.
Todos la mirábamos impactados, mientras que algunos sonreían, y cómo no, Amélie y Jade estaban que se partían de la risa señalándola con el dedo, yo solo me quedé quieto. En eso el profesor habla.
— Señorita Brooke, es por eso que tenemos que prestar atención a cada indicación que doy si no quiere que…
— Perdónela profesor — la interrumpe Amélie — sucede que tanta grasa acumulada ya hasta le está estropeando los oídos. — En menos de un segundo estallan carcajadas en todo el salón.
La miro fulminante, y la muy cínica me guiña el ojo. No podía creer que tuviera el cerebro tan podrido como para meterse con el físico de alguien. Cada vez me decepciona más.
Ella no se deja y le saca el dedo medio, sonrío. Amélie solo le hace una mueca y se voltea para seguir conversando con Jade, que seguía matándose de risa por su comentario. Mi compañera de mesa saca un pañuelo de su bolsillo y empieza a limpiarse lo que se había manchado.
¿Por qué el profesor ni siquiera había intervenido? Esto es tan injusto, le llama la atención a ella por equivocarse pero cuando Amélie se burla y la humilla frente a todos, hace de la vista gorda y solo se queda callado. Decido intervenir.
— Amélie — la llamo.
— ¿Si? — me voltea a ver con su mirada pícara de siempre.
— El físico se puede cambiar, pero a ti lo insufrible no se te quita nunca. — escucho sonidos se exclamación a mi alrededor. Al parecer nunca nadie le había contestado.
— ¿Cómo me llamaste, friki de-
— Suficiente — interviene esta vez el profesor. Qué milagro. — Déjense de tirar dardos si no quieren acabar en detención.
Amélie solo me dirige una frívola mirada antes de voltear y seguir en lo suyo. ¿Quién rayos se cree para tratar así a la gente y esperar que nadie le responda?
— Gracias — me agradece la chica de mi costado de la que seguía sin saber su nombre. Solo le hago un gesto de sonrisa indicándole que no se preocupe.
— Me llamo Nancy, por cierto. — esta vez si me mira.
— Soy Noah, supongo que ya lo sabías. — le devuelvo la mirada.
— Claro que sí, el nuevo.
— ¿Lleva mucho molestándote? — hago referencia a Amélie.
— No mucho en realidad, bueno, sí, pero no lo hace siempre — suspira cansada — solo en ocasiones, prefiere divertirse con otros, que sabe que no se defienden ni con lo más mínimo.
— Es una arpía — suelto airado.
— Uy — levanta una ceja — ¿ya te ha dicho algo? —inquiere.
— No, bueno sí, pero no de ese estilo.
Noto su semblante confundido.
Suelto un suspiro — Esa niña por alguna razón está encaprichada conmigo y no me deja en paz desde que llegué, pensando que en algún momento voy salir a tomar algo con ella, que siga soñando — digo mientras revolvía mi mezcla de bicarbonato con amoniaco.
Me observa sorprendida arrugando el entrecejo — ¿En serio? Qué raro, nunca la había visto así con alguien.
— Sí, bueno, no me cabe duda de que algo planea. — planteo seguro.
Entablamos una pequeña conversación sobre temas triviales, ella me contó que también era fan de los cómics de Marvel así que de inmediato congeniamos y tuvimos de qué hablar. Sin duda era agradable.
Lo único que me inquietaba era sentir la mirada de Amélie todo el rato sobre nosotros, pequeña acosadora. Ni siquiera disimulaba, y parecía furiosa, seguro seguía rencorosa por no poder haberme contestado cuando la puse en su lugar, frente a todo el salón.
En fin, acaba la clase de Química y cuando nos quitábamos las batas escucho murmuros risueños de parte de la más insoportable del colegio, es decir, Amélie.
— Mírala, apenas y se puede sacar la bata del cuerpo de lo apretado que le queda. — alcanzo a oír y cierro los puños. Cómo no, su compinche que siempre andaba pegada a ella suelta la carcajada.
Estaba a punto de ir a soltarle unas cuantas verdades, pero siento el brazo Nancy agarrando el mío.
— Déjala, lo único que busca es tu atención.
— ¿Mi atención? Pero si se estaba refiriendo a ti — razono, confundido.
— Claro, sabe que si se mete contigo solo la alejarás con la mirada o algo por el estilo, pero si insulta a alguien más te pondrá tan furioso que colmará tu paciencia y finalmente irás tras ella, porque no toleras las injusticias.
Esta chica era muy buena deduciendo cosas y advirtiendo la personalidad de la gente. Curioso.
Entrecierro los ojos viendo a la oji-verdeazul — Tienes razón.
Lamentablemente no coincidía en más clases con Nancy, así que ahora solo me quedaba esperar no estar tan solo en mi próxima clase de Matemáticas.
Llego al salón, y menos mal esta clase no la cursaba con la insufrible de Amélie. Algo bueno por lo menos tenía que pasarme, sino ya sería el colmo.
Así van pasando las horas hasta que toca nuestro segundo receso. Saliendo de mi última clase choco con el Spartacus de cuarta, o más bien, pareciera que él me chocó apropósito a mí. ¿Qué rayos quería ahora?
— Fíjate por donde vas, cuatro ojos. — No sé por qué me dijo eso si solo uso de vez en cuando mis lentes, pero bueno.
— El que debe fijarse eres tú, porque te me atravesaste en mi camino — suelto.
— Me parece que todavía no sabes como son las cosas aquí, nerd estúpido. — me mira burlón — Yo digo algo, y tú te callas ¿ahora si captaste?
— No, no soy capaz de captar a idiotas bravucones ni pienso hacerlo — hago el amago de retirarme por fin, pero uno de sus amigos, que ni siquiera me había dado cuenta que estaba allí, me toma brusco del hombro y me tira al suelo. Maldito infeliz, ¿por qué no solo me pueden dejar en paz y ya? ¿qué diablos les he hecho?
Antes de ser capaz de soltar alguna palabra para defenderme o siquiera empujarlos escucho una voz proveniente de ¿Amélie? ¿Ella también me atacaría ahora?
— Bueno ya déjalo ¿no? — lo observa con el entrecejo fruncido y me tiende una mano, que por supuesto no acepto. Me levanto por mí mismo.
— Amélie, querida — la observa de arriba abajo con aspecto guarro. — ¿No te metas, si? — le habla dulce — Déjame ponerle algunas cosas claras a este matado, que parece que todavía no sabe su lugar.
— Por supuesto que se mi lugar, imbécil, y es justamente arriba del tuyo, en todos los promedios.
Escucha una risita burlona de Amélie.
Él está apunto de empujarme a un casillero, pero la castaña se mete y lo empuja primero — Déjalo en paz si no quieres que le hable a la directora para que te de una advertencia, una más y estás frito, porque te recuerdo que tu conducta tiende de un pelo y el deporte es lo único que salva tu promedio.
Él solo se me queda viendo con una mueca de odio que creo que jamás en mi vida había visto, poco le faltaba para que le saliera humo de las orejas.
Me señala con el dedo — Que ni creas que esto se acaba aquí, maldito pobretón — y se va junto a sus amigos.
Exhalo, por fin me deshice de esos idiotas. Aunque no sé por qué Amélie me defendió, pensé que me odiaba por lo que le dije en clase de Química.
— Se dice gracias, cerebrito — me mira entrecerrando sus ojos, cruzándose de brazos, como hace casi siempre.
— Gracias, pero no necesitaba ayuda, menos de alguien como tú.
— ¿Alguien como yo? — frunce el ceño
— Sí, tan despreciable, es bastante incongruente que me defiendas de un abuso cuando tú eres la primera en meterte con los demás por mero placer.
Rueda los ojos — ¿Sigues traumado con lo que le dije a la hipopótama esa? — ¿cómo se atreve?
Me acerco fugazmente a ella. — Ni se te ocurra referirte a ella así de nuevo — le miro amenazante, cómo odiaba que fuera así.
— ¿O qué? — da un paso hacia mí. Nancy tenía razón, esta es solo una de sus estrategias para acercarse a mí, por algún motivo.
Quedamos bastante cerca, mas no me muevo porque no pienso verme cobarde frente a esta chica.
— O le cuanto a la directora lo que le hiciste a Teresa — suelto sin pensar, ya se que no es confirmado que haya sido ella, pero confío en la palabra de Logan, además, me lo esperaba perfectamente de esta clase de persona.
Me mira un microsegundo en shock, mas al instante suelta una risa burlona. — ¿Contarle qué? Si no sabes nada, ni viste nada, es más, ni siquiera habías pisado nunca esta escuela cuando pasó lo que pasó.
— ¿O sea que admites que fuiste tú? — alzo una ceja.
— Puede que sí, puede que no, como sea, no te incumbe, así que procura dejar de meter el pico en terrenos peligrosos si no quieres terminar muy mal. — vuelve a entrecerrar los ojos.
— Está bien — me rindo, o al menos eso hago parecer — Pero que sepas que en cuanto encuentre una prueba, aunque sea la más mínima, la que va a terminar muy mal no seré yo, así que cuidado.
— ¿Quién te crees para amenazarme, eh? — da un paso hacia mí, a este paso ya estábamos bastante cerca, me obligo a retroceder.
— No me creo nada, a diferencia de ti, que te crees tan intocable, sin embargo, ten por seguro que un día alguien te bajará de esa nube en la que solita te pusiste, y no te gustará nada cuando pises tierra.
— Maldito inf- — me alza la mano, pero la cojo a tiempo y la alejo de mí. ¿En serio iba a pegarme? ¿Justamente después de defenderme del idiota de su novio?
— Aléjate de mí y no me entrometeré más contigo y tu tan perfecta vida.
Me sonríe — Como se nota que no me conoces, ricitos, cuando alguien me pide algo, doy mucho más de mi para hacer justamente lo contrario. Creo que ese es el único defecto que tengo.
Casi se me escapa una risa con eso último que dijo.
— Como quieras, pero que sepas que para mí nunca significarás nada más que una bully, superficial y arrogante.
Me observa con odio, mas antes de que replique algo me retiro por fin de allí. Qué dolor de cabeza que da esta chica. Lo peor es que no tenía a Logan para que me ayude a despejarme con sus chistes o pláticas interesantes.
Por fin se dan por acabadas las clases, así que vuelvo caminando hacia mi humilde casa, abro la puerta y a la primera persona que veo es a mi hermanita, alzándose de brazos para que la cargue. Es tan tierna.
— ¡Matilde! — exclamo sonriente mientras la levanto, ya está pesada, sin embargo ella siempre insistía en que la cargara una y otra vez, la muy floja.
— No sabes la falta que haz hecho aquí, Noah, mamá ha estado todo el día fuera de casa, y yo me aburría bastante aquí sin tener a nadie con quien jugar — hace un puchero con sus labios.
Acaricio su cabello — No te preocupes, preciosa, me cambio el uniforme y ya estoy contigo para jugar a la cocinita que tanto te gusta ¿si? — le hablo con ternura.
Asiente varias veces emocionada. Es la niña más adorable del mundo.
Escucho unas llaves insertándose en la cerradura de la puerta. Mamá.
— Ya llegué, niños. — nos mira con dulzura.
Matilde baja inmediatamente de mí y corre a abrazar a mi mamá y saludarla, ella se lo devuelve. Yo me acerco a darle un beso en la mejilla.
— ¿Todo bien, mamá? ¿Mucho trabajo? — muchas veces pensaba en ayudar a mi mamá con los gastos y así ella no tuviera que pasar tanto tiempo fuera de casa en ese empleo que le quita tanto tiempo, y así de paso podría pasar más tiempo con mi hermana. Pero siempre que se lo propongo niega, pensando que si lo hago descuidaré mis estudios, y sabe que debo mantener la beca.
— Todo bien hijo, no te preocupes — da palmaditas en mi hombro — ¿Y tú, todo bien en esa escuela? Si alguien te trata mal, me avisas para hacerle un escándalo a la directora para que corran a quien tengan que correr. —Mi madre era igualita a mí, no tolerábamos nunca ninguna injusticia, ni nos dejábamos de nadie. Si teníamos que armar la tercera guerra mundial lo hacíamos.
— No te preocupes, mamá, en serio la paso bien — Ya sé que no es cierto del todo, pero no pensaba preocuparla, suficiente a de tener ya con el estrés que le debe provocar tanto trabajo en el súper.
Hace un gesto pensativo — Mmm, está bien hijo, anda, sube a descansar en lo que hago el almuerzo. — me dice y luego se queda haciéndole plática a mi hermana. Me quedo viéndolas sonrientes unos segundos y subo a mi habitación. Este había sido un día largo.