No te hagas el difícil, nerd.

8. Confesando

Narra Noah

Todo había pasado tan rápido, que yo realmente no tenía palabras.

— ¡Quien sea que haya sido el responsable de esto, que sepa que se llevará mínimo una suspensión! — gritaba el profesor, gravemente molesto. Ya habían llevado a Amélie a enfermería, Edward la había cargado en brazos y la había llevado, y aunque a Jade no le agradaba para nada ese hecho, los siguió igualmente. Yo todavía seguía en pleno shock, y Logan no me había dirigido ni una sola palabra desde el ataque de Amélie.

— Profesor, ¿p-puedo ir a verla? — le pregunto titubeando al maestro, cuando me acerco a él.

— Está bien, pero tú y nadie más, no puede ir tanta gente o la van a abrumar.

— ¿Qué clase de enfermo es capaz de hacer eso? — escucho murmureos de ese tipo a mi alrededor.

Yo no podía más con la culpa que me carcomía, y esos comentarios solo lo empeoraban, me sentía la peor basura del mundo. Volteo mi vista a Logan.

— ¿No piensas ir? — musito con una ceja alzada.

— ¿Para qué? Si te soy sincero no me arrepiento de nada, además ya no dejan a más. — me responde cínico

— No puedes estar hablando en serio — entrecierro los ojos.

— Noah — se levanta y me observa fijamente — No me digas que te estás sintiendo culpable o algo parecido, porque te recuerdo que esto mismo es lo que ella planeaba para Teresa, pude haber sido quien terminara en la enfermería, así que mejor…

— Te vas a ir a disculpar con ella

Él suelta una risa nasal — Por mí ella puede acabar coma y yo me voy a seguir quedando aquí — me responde encogiéndose de hombros.

— ¡¿Cómo puedes decir eso?! — le alzo la voz, empujándolo. Sentía que no reconocía a la persona que tenía en frente.

— Cállate, o nos van a escuchar y nos suspenderán a los dos, te recuerdo que tú también participaste — me observa frío.

— Eres igual a ella. — musito con desprecio, antes de tomar mi mochila y correr hacia la enfermería.

Cuando llego, toco la puerta y me abre la enfermera, quien tenía un semblante preocupado, no llega a decirme nada porque Jade se mete.

— ¿Qué haces aquí, grandísimo imbécil? — me cuestiona alzándome la voz, a punto de golpearme si no fuera la enfermera la agarra de los hombros.

— Yo solo venía pa-

— Se que fuiste tú, o tuviste algo que ver, por eso querías detenerla y que no abriera su mochila, maldito infeliz. — me entrecierra los ojos con odio.

— ¿Me puedes dejar hablar? — inquiero — V-voy a admitir que fui yo.

Edward ríe sarcástico — Pues es lo mínimo que podías hacer, ¿tú y quién más?

— ¿Eh?

— Alguien tuvo que haberte ayudado.

Por más de que sintiera que traicionaría a un amigo, a mi primer amigo, de hecho, tenía que delatarlo, así que lo hice.

Puedo observar la cara de Jade descomponerse, y parecía muy decepcionada, no dijo una sola palabra.

— Lo sabía, tú y ese estúpido amiguito tuyo, ambos igual de inadaptados — farfulla Edward con desaire.

— Ya está despertando, silencio — musita la enfermera, quien tenía un algodón lleno de alcohol en la mano, casi pegada a su nariz.

Tras unos segundos, ella abre lentamente los ojos, desorientada, y parpadeando seguidas veces sus bellos ojos.

— L-las arañas, ellas y-ya no están aquí, ¿verdad? — es lo primero que cuestiona asustada, levantándose ligeramente de la camilla. Seguía con los ojos rojos.

— Tranquila, no las verás más — le responde la chica, colocándole una mano en el hombro y frotándoselo.

No puedo evitar sentirme una mierda cuando dirige su vista hacia mí, y al contrario de como lo hubiera hecho otro día, no me observa con coquetería, ni sonriente, sino seria, y con semblante algo triste. Se me hacía raro verla tan vulnerable.

— Amélie — me acerco a ella y me siento a su lado, siento cómo ella da un pequeño respingo al percatarse de nuestra casi nula distancia.

— Déjala en paz, ya bastante haz hecho, friki. — suelta el bravucón de Edward.

— Solo quiero disculparme, así que déjame hablar.

Observo a Amélie — En serio lo siento, jamás pensé que te pondrías así, y n-no es por justificarme, pero Logan fue el de la idea, y yo le seguí, porque tú antes planeabas-

— Planeaba ponerle esas ratas a Teresa, lo sé — musita, y yo quedo ligeramente asombrado de su repentina confesión, pensé que me interrumpiría, o se justificaría, cualquier cosa, menos que lo admitiera.

La pelinegra la observaba atónita. A este punto, la enfermera se había ido a otra sala, pues al parecer tenía que atender a otro estudiante.

— Sé que no es el momento, pero ¿por qué le quisieron hacer eso? — inquiero sincero, tratando de no sonar brusco. Edward solo me observaba sin decir ni una palabra.

— Porque se lo merecía por ser una perdedora — responde Jade, cínica.

— ¿Te estás escuchando?

— Claro que lo hago, idiota, y se muy bien cuando digo que-

— Jade, por favor — le sermonea Amélie, y la pelinegra solo se limita a rodar los ojos.

Alzo ambas cejas, incentivando a Amélie, para que me diga.

— Simplemente creímos que sería divertido, no hay ninguna razón en específico.

— ¿Sabes que la que hubiera terminado en esa camilla pudo haber sido Teresa, verdad?

— Sí — suspira rendida Amélie — Pero si viniste a aquí a regañarme, te invito a que te vayas, nerd, porque créeme que ya tuve suficiente por hoy — farfulla mientras se vuelve a echar en la camilla.

Oh, de pronto me había olvidado de que con quien estaba hablando era la orgullosa y arrogante Amélie.

— No me voy a ir hasta que lleguemos a algo.

Suelta una risa nasal — ¿Lleguemos a qué? Ya tienes la confesión que querías y seguro grabaste, ahora déjame en paz.

— Quiero que te disculpes con Teresa, bueno, ambas, así como yo lo hice contigo.

— Me tienes que estar jodiendo — espeta Jade con incredulidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.