Alex acomoda a Ramsés en su silla especial, lo asegura y acomoda la cabecita de su hijo, que está profundamente dormido. Te sigo mi, amor. Ok. El sube a su auto y sigue a su amada por las calles decembrinas de Toronto. La ciudad se ve alegre, parece ser una complice más del encuentro de un gran amor.
Al llegar al edificio, Alex se apresura para ayudar a Abi con Ramsés. Suelta las correas de seguridad y lo lleva en brazos, hasta el apartamento, Abi lo guía hasta la alcoba de su hijo, donde lo acuesta con delicadeza, teniendo cuidado de no despertarlo, Alex le quita algunas prendas y lo deja cómodo en su lecho.
Están sentados en la sala, Abi sirve dos copas y brindan. ¡Por nosotros!. Chocan las copas y toman un sorbo, Abigail pone música suave. Alex se levanta y la abraza por detrás. Estas más bella cada día. Susurra en su oído. Y tú estás muy guapo, mi valiente capitán.
Me hubiera encantado vivir a tu lado el embarazo, tomar tu mano para ayudarte a levantar, y acompañarte en el día del nacimiento. Ella recuerda lo sola que estaba, mientras otras estaban con sus esposos, a ella nadie la acompañaba a la consulta. Fue duro para mí ser madre soltera, pero Ramsés llegó para quitar mucha tristeza.
Ha sido mi compañero desde que nació, cuando llego del trabajo sale corriendo a recibirme, y yo vuelvo rápido solo para ver a mi bebé que me espera. Una lágrima rueda y el la seca con su mano. No volverás a estar sola nunca más, perdóname por no llegar a tiempo.
No tengo nada que perdonarte, tu también estabas luchando una batalla muy dura, también debió ser difícil para ti. El se queda pensativo y dice. No tienes idea lo duro que fue, luchaba por mi salud, quería caminar lograr mi movilidad, pero la tristeza de no poder saber de ti me deprimia y me hacia enfermar más.
Hay un silencio espeso que se puede cortar con un cuchillo y se corta con un. Te amo, te amo, eres el amor de mi vida. La voz varonil se vuelve más ronca al decir lo que siente, besa sus manos, besa la frente, las mejillas y se prenda de la boca sensual de Abi.
Bailan como el primer día, en navidad y por la madrugada, toman una copa más y se van despojando de la ropa, Abi lo toma de la mano y lo conduce a su recámara, ella se recuesta en la cama después de cerrar la puerta con seguro. Eduardo le quita el bikini que era lo único que le quedaba de ropa.
Besa el hermoso cuerpo de su amada, besa las partes más sensibles, la acaricia hasta que ella pide mucho más, Alex la complace a plenitud, hacen el amor y no el sexo, se entregan en cuerpo y alma, hasta quedar extenuados, pero felices, y se quedan dormidos muy juntos.