¿ Nos Casamos? Soy un tío en apuros

Capítulo 6

Emma.

 

Este día estaba siendo tan movido como una montaña rusa. Había pasado por todos los estados anímicos en menos de veinticuatro horas y continuaba en un sube y baja de emociones.

 

Mi pequeño altercado con Gael no hizo más que recordarme al idiota cabeza hueca y me molesta saber que años después me sigue afectando. Joseph Yilmaz fue el primero en romper mi corazón, un inmenso cobarde, eso es lo que es, por eso no quiero verlo nunca más, todavía recuerdo sus mentiras y sus burlas.

 

—Me cuesta creer que tú también quieras ser mi amigo, no te creo. —su preciosa sonrisa se mostró haciéndome sentir miles de mariposas revoloteando en mi interior.

 

—¿Por qué no podría ser tu amigo? Te he conocido y me caes muy bien, además eres amiga de Gael. —bajé la cabeza sintiéndome avergonzada.

 

Delante de mí estaba el capitán del equipo de fútbol del colegio, el chico más guapo de la secundaria se veía a veces conmigo en el escondite que compartía con mi extraño bicho raro, ¿será que de verdad alguien como él quiere ser también mi amigo?

 

—No creo que tus compañeros piensen lo mismo de mí. —susurré apenada, aunque realmente nunca me gustaba hacerme oír, mientras más desapercibida pase será mejor.

 

—¿Por qué lo dices? —seguía sin verlo, mi atención estaba puesta en la grama, la cual rompía con mis dedos.

 

—Lo sabes, todos se burlan de mí, no encajo en los estándares del último año. —su mano alzó con delicadeza mi cara y supe que enrojecí por el ardor en mis mejillas. Él era demasiado guapo.

 

—Gael no se burla de ti y yo tampoco lo haría.

 

Esa fue la primera de sus mentiras que creí, antes de que me causara un gran dolor.

 

—¿Sigues aquí? —cuestionó mi amigo a mi lado, no volteé a verle, en su lugar centré mi atención en la pequeña pastelera que tenía frente a mí decorando unos cupcakes.

 

Gael y Lily se habían quedado el resto de lo que quedaba de la tarde en la pastelería, hace poco había cerrado y no pude resistirme a hornear con la dulce traviesa que hoy conocí, además su receta escogida fue la del pastel de zanahoria y así podía llevarle unos a Richard como agradecimiento por haberme salvado de la sargento días atrás. Quizás aproveche y le dé unos a ella a ver si se endulza, aunque no lo creía, necesitaría una central azucarera para lograr tal milagro.

 

—Claro, solo admiraba a Lily, sé reconocer a una futura repostera cuando la veo. —ella era perfecta, amaba ver el brillo de su mirada por la ilusión de lo que hacía.

 

—Gracias por dejarnos pasar este rato contigo, se ha divertido mucho y te lo agradezco. —no quería preguntar, pero tenía que hacerlo.

 

Me lo llevé al otro rincón, fingiendo que no alcanzaba las cajas para guardar los pedidos. Fue allí que aproveché para decirle lo que pensaba.

 

—Nada que agradecer, me gusta tenerlos aquí. Lo que no entiendo es, ¿por qué la cuidas tú?, me encantaría hablar con la hermana de tu amigo para que no cometa esa locura nunca más, es un irresponsable y tú eres muy tonto, sigues cubriéndolo en todo. —aseveré algo molesta porque a pesar de los años mi tonto bicho sigue cubriéndole la espalda al granuja.

 

Seguramente no ha cambiado nada y sigue por ahí burlándose de todos en especial de las mujeres, y debido a eso no hace lo que tiene que hacer que es cuidar a su sobrina el día que se lo piden.

 

—Las cosas no son como las piensas, Emma. —respiré profundamente para controlar mi lengua. No debía decirle nada, ¿para qué?, es su mejor amigo y siempre tendrá una excusa para defenderlo.

 

—¿Y cómo son? —de igual forma quise saber sus tontas excusas.

 

—El cabeza hueca no cuida a Lily sólo por hoy, él vive con ella.

 

—Emma, ¿cómo me están quedando? —mi dulce traviesa preguntó y no pudimos continuar con la conversación, una que solo me importaba porque se trataba de ella.

 

—Están perfectos, mi amor, te quedaron bellos, ¿qué te parece si le ponemos unos confetis de colores para decorar por encima de la crema? —ofrecí viéndola asentir emocionada.

 

—¡Siii! Vamos a ponerles muchos, a mi tío le encantará. Así lo hacía con mi mamá. —explicó mientras yo buscaba los envases donde tenía confetis de varias formas para decorar.

 

—Ya decía yo que eras toda una profesional, me alegra saber que habías horneado antes. Te pondré varios para llevar, así le das también a tu mamá. —mi sonrisa se borró al ver su carita entristecerse, no entendía el porqué, ¿será que sus padres se separaron y por eso ella y su madre viven con ese ser? ¿Será  que he metido la pata con mi comentario?




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