La limusina que nos llevaba al aeropuerto se sentía extrañamente silenciosa después del bombazo del beso. El mundo exterior era un hervidero de noticias sobre la "reconciliación épica", pero dentro, el aire estaba tan espeso que podrías cortarlo con el canto de un CD.
Lena estaba sentada a mi lado, revisando su iPad con una expresión de horror controlado, como si estuviera leyendo las actas de su propia defunción profesional.
—Dime, Sofía —dijo Lena, su voz era tensa y aguda. —¿Qué demonios fue eso?
—Fue marketing —respondí con serenidad, mientras me quitaba el labial rojo de la chaqueta de Mateo que había dejado accidentalmente en mi regazo.
—¡No! El beso en el Ivy fue marketing. El beso de anoche en la acera, frente a las cámaras, con esa intensidad de "quiero que seas mío ahora mismo o moriré", fue un acto de terrorismo emocional que ha triplicado nuestro presupuesto de gestión de crisis.
—¡Funciona! —exclamé, sintiéndome extrañamente victoriosa. —¿No has visto las tendencias? ¡Somos el número uno! 'Notas Cruzadas' ya está en preventa solo por la locura.
—Sí, y ahora la gente no espera una balada, Sofía. Esperan el clímax de una telenovela. Me has dejado con un hombre que jura que esto es solo por negocios, y una narrativa que exige una propuesta de matrimonio para el próximo martes.
—Tranquila, Lena. Somos profesionales. Y si vamos a ser la 'Pareja de Oro', tenemos que vender la idea de que estamos completamente locos el uno por el otro. ¿Qué mejor manera de hacerlo que con un beso impulsivo y apasionado? Eso es lo que hace la gente normal cuando está enamorada.
Lena me miró y suspiró. —La gente normal no tiene 40 millones de seguidores observando su lengua, Sofía.
El viaje a Nueva York fue mi forma de poner distancia entre la tensión del estudio y el caos que había creado. Tenía una entrevista en un talk show de máxima audiencia y era mi oportunidad de afianzar la mentira. O, más bien, de afianzar la trampa.
El estudio de televisión era frío, pero la presentadora, Cynthia Powers, era pura calidez y chismorreo bien remunerado. Me senté en el sofá, vestida con un traje de pantalón amarillo brillante, lista para el combate.
—¡Sofía! Bienvenida. Tienes un éxito masivo, un premio importante, y ahora… el beso que ha devuelto la esperanza al romance en todo el mundo —empezó Cynthia, sonriendo.
—Bueno, es que la música es mágica, Cynthia. Y Mateo y yo… siempre hemos tenido una conexión especial.
—Ahí está. La 'conexión especial'. La prensa ha investigado y no hay rastro de un romance previo. Solo colaboraciones esporádicas. ¿Cómo ocurrió? ¿Cómo volvieron a prender esa chispa?
Me reí, una risa ensayada que sonó perfectamente espontánea.
—Es una historia tonta, la verdad. Estábamos en el estudio, discutiendo apasionadamente por una nota. Él decía que mi coro era demasiado 'agudo' y yo le dije que su ritmo era demasiado 'lento'… En medio de esa pelea por el arte, algo cambió. Levanté la vista, él estaba allí, con su camisa favorita que huele a café y arrepentimiento, y… me di cuenta. Simplemente no podía seguir fingiendo que no sentía nada.
—¿Arrepentimiento de qué? —preguntó Cynthia, con los ojos brillando.
—De no haber empezado a trabajar juntos antes, por supuesto —respondí, con una sonrisa amplia y falsa.
La audiencia se rió. ¡Punto para mí! Estaba vendiendo la historia de la Química Musical tan bien, que casi me la creía.
—Y el beso de anoche… ¿fue planeado? ¿O una explosión de la pasión contenida?
Me incliné hacia delante, bajando la voz. —Cynthia, mira. Estábamos agotados, vulnerables. La canción que estamos escribiendo, 'Notas Cruzadas', es tan intensa y emocional que nos está afectando. Cuando salimos, la multitud era abrumadora, y la adrenalina… Simplemente me abrumó. Y lo besé. Fue estúpido, imprudente, y completamente irresistible.
La audiencia estalló en un grito de emoción. Cynthia me miró con una admiración genuina.
—Sofía, ¡eres un ícono del romance!
La entrevista continuó, pero ya había ganado. Había transformado mi ataque de ira y dolor en una narrativa de pasión incontrolable. Mateo estaría furioso, pero el mundo nos adoraba.
Al llegar al hotel en Manhattan, me sentí exhausta. Abrí la puerta de la suite, que era más grande que mi apartamento anterior, y me tiré en la cama king-size.
Mi teléfono vibró en mi mano. Mamá (4 llamadas perdidas).
Mi madre, María, era una mujer maravillosa, cariñosa y.… completamente parcial. Para ella, Mateo no era solo mi exnovio; era el yerno soñado. Él era el niño prodigio del pueblo, talentoso, educado, y un excelente jugador de ajedrez (lo que mi madre consideraba la cúspide de la madurez masculina).
Cuando rompimos, mi familia, con David como líder silencioso (y luego explícito), había tomado la decisión de no juzgar, pero sus silencios y suspiros eran más fuertes que cualquier grito.
Flashback
Mamá: (Mientras me sirve más puré de patatas) "Qué triste, cariño. Es que Mateo era tan estable para ti. Recuerdo que siempre dejaba el asiento del inodoro abajo. Un caballero."