Nothing is easy [editando]

Capítulo 7

Capítulo 7: Clara K.

Quizás no debería ser tan orgullosa en situaciones como estas, pero solo estaba diciendo la verdad, era suficiente con la cosecha de limones como para tener un doble trabajo, aunque este sería más ligero, pero no creo que la paga sea igual que la cosecha.

La reacción que tuvo ante mi negativa, no fue lo que me esperaba, pude ver en él a un niño pequeño caprichoso insistiendo una y otra vez, con el único objetivo de saber porque no aceptaba su propuesta de trabajo. No logré darle una respuesta, porque sentía que en cualquier momento iba acomenzar a reírme  al ver como hacía un puchero al no poder conseguir lo que quería.

Sonrío de camino a casa ante ese recordatorio, los siguientes días siguieron lloviendo como si no tuvieran un fin; hubo un día que llovió toda la tarde, toda la noche y toda la madrugada, sentía que en cualquier momento los parches que había puesto en el techo se iban a despegar; ese día no logré dormir por la preocupación. Comencé a arrepentirme de haber entregado los baldes a Lucas, sentí que los necesitaría una vez más, pero para mi alivio, eso no volvió a pasar.

Los 4 días se habían cumplidoy como se lo había prometido a las señora Carmina, esperé la hora indicada para ir a su tienda y poder encontrarme con su amiga, al llegar pude escuchar las algarabías de las amas de casa, con timidez entré a la pequeña tienda e inmediatamente pusieron du atención en mí, pero al ver el rostro de la señora Carmina sentí temor, ya que su mirada no fue tan alegre como las que solía recibirme.

–Hija – habla y las señoras bajan la voz – Que bueno que llegas, mi amiga se acaba de ir.

Volteo a ambos lados buscando a su amiga, pero no sabía como como se veía, me volteo dispuesta a salir e ir a buscarla, pero su voz me detiene.

–Clarita – vuelve a hablar, me dentego y volteo a mirarla – ¿Ya almorzaste?

–Tengo que ir a buscar a su amiga – señalo la salida.

–No hija, hablemos a lo que me desocupe, entra y espérame en la cocina – su sonrisa es amable, almenos, eso quiere creer.

Acwpto sin rechistar y camino hasta donde me había indicado, no me gustaba nada el sentimiento que estaba comenzando a sentir, sentía como un gran agujero se habría paso en mi estómago, e inmediatamente pongo mi mano en mi vientre e intento tranquilizarme para que no le pudiera afectar al bebé.

Sentía como las señoras seguían hablando, pero de alguna forma presentía que estaban hablaban de mí, seguro estaban comenzando a sentir lástima por mí y eso me disgustaba en demasía. Mi pierna comienza a moverse ante la intranquilidad y jugueteo con mis uñas.

Las horas se sientian largas e interminables, esperar más tiempo solo me hacía sentir intranquila y con mucha desesperación. Miro la hora en mi reloj por milésima vez y para mi pesar solo habían pasado dos minutos.

Pasé las manos por mi cabello y respiré hondo, intentaba pensar en cosas positivas, pero no había nada, no podía pensar en absolutamente nada que no fuera en lo negativo que podría pasar, por mi mente solo aparecían escenas desastrosas.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me dí cuenta del tiempo que había pasado.

–Clarita – la voz de la señora Carmina me saca de la divagación en la que estaba sumergida – ¿Cómo has estado hija?

–Señora – miró al piso con miedo de preguntar. – Su… su amiga… – no era capaz de terminar la frase, tenía miedo de que su amiga se haya arrepentido o quizás que su esposo no quisiera contratarme por el hecho de ser mujer.

–Clarita... pensé que podría ayudarte – comienza a mover los utensilios que iba a utilizar – Pero hoy llegó mi amiga y aunque ambas estabamos dispuestas a ayudartepara que pudieras trabajar en la cosecha, pero no se podrá.

–¿Qué? – levanté mi mirada, rogué haber escuchado mal. – ¿Por qué?

Se mueve dentro de la cocina, y me mira en pocas ocasiones mientras habla.

 –Se adelantó la cosecha hace 2 días – me quedé inmóvil en mi lugar si poder entender – Ya están por terminar y ya no podueden contratarte, aunque intenté abogar por ti, ya es imposible.

–No me avisó… – susurré.

–Lo hubiese hecho, pero aún no conozco donde vives – sonríe, pero no logro describir esa sonrisa – Sería para la próxima ¿No?

¿Por qué estaba tan calmada? Después de haber dado esa noticia, al menos ¿No debería de ser más empatica por mí?

–Ya me voy, nos vemos – me levanto de donde estaba sentada dispuesta a irme.

–No deberías de estar trabajando cuando estas gestando – la voz de la señora Carmina comienza a tornarse seria.

–¿Qué? – titubeo ante la seguridad de su voz.

–Soy una mujer vieja – echa el arroz en la olla  – Me gusta mirar mucho a las personas y aunque no te he visto muchas veces, he pudido notar como frotas tu vientre inconscientemente – al escucharla, noto como mi mano estaba sobre mi vientre sin siquiera notarlo.

– Yo… yo –  sonríe y su sonrisa logra que me dé escalofríos.

–A veces te sientes mareada, lo pude notar aunque lo has ocultado bien,  pero hoy no los has tenido ¿Verdad? – pensé que había ocultado bien todos mis síntomas – Pero aún no logro entender algo.

–¿Qué cosa?

–¿Qué motivo tienes para esconder tu embarazo? – me da la espalda y comienza a picar algunas verduras – Sin embargo, nunca he podido entender las acciones de los jóvenes.

–Yo... lo siento.

–¿Por qué? – voltea su rostro y me mira – No tienes porque hacerlo, es tu decisión el hacerlo. – termina de picar la verduras y me mira directo a los ojos – Eso solo te convertería en una hipócrita, porque esas disculpas no son sinceras, y la verdad no creo que debas disculparte por eso.

–¿Qué? – no lograba entender a donde quería llegar.

–Conocí a tu madre, también a tu padre fue un gran amigo del viejo. – sonríe y me desconcierto ante su radical cambio de tema– Mi esposo.



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En el texto hay: mentiras, embarazo, decepción

Editado: 01.07.2024

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