Capítulo 12: Clara K.
No todas las personas eran intimidantes, pero el aura de ella podría impactar hasta el punto de llegar a asfixiarte, eso era lo que pasaba con la mujer que caminaba en silencio junto a mí.
No la conocía, pero admiraba su confianza que podía demostrar sin siquiera hacer nada, con sus pasos seguros y su mentón en alto, podría decir que no le tenía miedo a nadie.
— ¿Dónde vives? — su voz me hace detener unos segundos.
— Al costado de tu no… de Lucas.
— No me refiero a eso — me mira de soslayo — Sabes de lo que estoy hablando.
— Yo… no sé de qué me está hablando señorita.
— ¿Estás espiando a Lucas? — me mira con seriedad — ¿Qué canal te está pagando?
— Yo… yo creo que se está equivocando.
Detiene sus pasos y sin despreocupación enciende un cigarrillo. Me adelanto unos pasos al ver lo que quería hacer, me sigue con la mirada y sonríe de lado.
— No soy una psicópata, no te voy a quemar.
— No es eso — tapo mi nariz con mi mano disimuladamente e intento avanzar — Me adelantaré.
— Eres más joven de lo que pensé — me mira de arriba abajo — Eres muy hermosa ¿no quieres ser modelo?
Niego con mi cabeza y avanzo, sostiene el cigarrillo entre sus dedos y me alcanza.
— Eres muy interesante — sonríe.
— Por favor deje de fumar — le pido.
— No te estoy quemando — levanta un poco la mano donde sostiene el cigarrillo — ¿Te incomoda?
Asiento y sigo avanzando. Ella se ríe a carcajadas.
— Creo que he descubierto la cosa misteriosa que tanto le ha gustado a Lucas. — vota el humo — Aunque creo que será un gran problema.
La miro sin entender y chasquea los dientes, seguimos caminando, pero mi mirada de seriedad por el cigarrillo hace que lo bote y lo pise.
— Lo que usted guste señorita.
Caminamos sin decir nada hasta llegar a nuestro destino.
— Hasta pronto señorita. — se despide y yo solo muevo mi cabeza.
Me baño y veo lo que me había dado la señora, eran pequeñas cabezas de pescado. El estómago se me revuelve y las ganas incontrolables de vomitar se apoderan de mí. Corro hacia el baño y vomito lo que había comido.
No tenía en donde guardar lo que me había dado la señora Carmina, y si los dejaba sin poner en algún congelador se iban a malograr. Cierro el táper conteniendo la respiración y lo dejo como me lo habían dado.
Muerdo mi uña debatiéndome en si ir hasta la señora Carmina o ir donde Lucas para poder guardarlo. Me armo de valor y agarro el táper, camino hacia la casa de Lucas, me paro en frente de la puerta y un fuerte trueno me hace asustar.
— Hijo de tu madre — siseo.
— ¿Alguien está afuera? — logro oír, pero no podía distinguir a quién pertenecía la voz.
Doy unos toquecitos en la puerta y se abre de inmediato.
— ¡Clara! — la sonrisa de Lucas se extiende por todo su rostro.
— ¿Quién es? — se aparece la mujer que estaba viviendo con él. — Oh, Clara — sonríe.
— Yo, yo — intento hablar.
— Ingresa — empuja a Lucas y abre la puerta — Estábamos a punto de cenar, acompáñanos.
— No, no, yo solo estaba… — agarra mi brazo y me jala hacia adentro.
— No seas necia — sonríe — No quiero intoxicarme sola.
— ¿Qué? — Volteo a mirar a Lucas.
— Está bromeando — intenta tranquilizarme.
Jala una silla y me hace sentar, se sienta al lado y Lucas comienza a servir en un plato un poco de comida.
Me pone el plato al frente y se ve apetitosa.
— Lucas está aprendiendo a cocinar — menciona. — Por cierto, mi nombre es Lorena, mucho gusto.
Da un bocado y su rostro se contrae.
— Está horrible — agarra el vaso y da un gran trago.
— Está delicioso — menciono al terminar de dar un bocado.
No podía explicar con palabras, pero mi paladar agradecía el sabor, doy otro bocado y lo disfruto.
— No te lo comas si no te gusta — miro a Lucas e intenta mantener la sonrisa.
— No estoy mintiendo — lo miro brevemente y doy otro bocado.
— No está tan mal — cambia de opinión Lorena.
Cuando Lucas le da un bocado a la comida que él había preparado, comenta que estaba insípido y que no tenía que terminarlo. ¿Cómo le podía hacer entender que me había encantado lo que tenía al frente de mí? «la comida»
— Clara — me señala con el cubierto — ¿Segura que no te está pagando ni un canal?
— ¡Lorena! — arruga el entrecejo Lucas — No le hagas caso, está delirando por el calor.
Me río ante su comentario.
— Lucas sabe que no soy de ni un canal — lo que había dicho suena a pregunta y Lorena levanta unas de sus cejas.
— ¿Se conocen?
— Si — habla Lucas
— No — hablo al unísono que él.
— ¿Quién de los dos miente? — señala a Lucas y después a mí. — La verdad no me importa, pero Lucas sabe que es peligroso.
— ¿Peligroso?
— Sí, él sabe por qué.
Miro a Lucas y este se remueve incómodo en su silla.
— Bueno… iré a dormir — se levanta de la silla y nos deja solos.
— ¿Qué es? — señala el táper que estaba a un costado de la mesa.
— Quería saber si lo podías guardar — lo pongo al frente de él — En la nevera, hasta mañana.
— ¿Qué es? — vuelve a preguntar, pero esta vez comienza a abrirlo.
— No, no, no — intento detenerlo, pero ya lo había abierto.
— ¡¿Qué es esto?! — se levanta del asiento y se aleja.
— Es pescado — le miro y él se tapa la nariz. El olor llega a mi olfato y el asco me invade.
Sin permiso de él, corro hacia el baño y una vez más vuelvo a vomitar lo que había comido. A los pocos segundos lo siento atrás de mí y sostiene mi cabello.
— ¿Estás bien? — da pequeñas palmaditas en mi espalda.
Editado: 01.07.2024