Capítulo 13: Lucas B.
— Deja de llorar, pareces un perro de la calle.
La molestia en sus palabras solo me hace patalear más, estaba enojado con todo el mundo. Sale de la habitación y me deja solo.
Centro mi mirada en la portátil enfocándome en lo que tenía que hacer, pero era en vano, el caso con Ainhoa me tenía tan mal que no podía concentrarme en escribir el tercer capítulo para la historia.
— ¿Terminaste? — mira su reloj. — Son las nueve y no terminas.
— Recién empecé — me quejo — Hagamos un trato.
— No haré tratos con holgazanes.
Se burla y pone los brazos sobre su pecho.
Me entrega galletas con chispas de chocolates, le doy el primer mordisco y la explosión de sabores en mi boca casi me hace lagrimear.
— Quiero la receta de estas galletas para hacerlo.
— Cuando cocines un estofado sin pasarte de sal, te la enseño.
— Me siento como un niño, mejor vete. — señalo la puerta.
— Te dejo, pero necesito ese capítulo terminado.
Sale de la habitación mientras tarea una canción, paso del Word a un juego de Mario kart. El tiempo se pasaba volando cuando la concentración la tenía a mil.
— ¡Lucas! — me sobre salto — Ven, hagamos un trato.
Salto de la cama emocionado y camino tras de ella, ya tenía planeado lo que le quería decir, aunque sabía que quizás se niegue a aceptar, pero tenía que intentarlo.
— Al hacer este trato, no te moverás de esa habitación hasta que llegues al capítulo 30.
— Eso es un abuso — me levanto del asiento — Depende mi inspiración e imaginación para poder avanzar esa historia, si algo no me sale bien lo borro y lo vuelvo hacer, bajo presión, esto — señalo mi mente — No funciona.
Me analiza con la mirada, une sus manos y apoya su mentón en ellas. Me paso las manos por mi cabello y apoyo mi mano en una silla.
— Ese trato no me gusta, hagamos una con mis condiciones. — asiente — Solo quiero saber acerca de todo lo relacionado al caso, también me mantendrás informado en cada cosa que suceda.
Se apoya en el respaldar de la silla, cruza las piernas.
— Le agregaré algo más — me señala — Con cada capítulo que tú me entregues, te daré la información.
— Comencemos desde ahorita — la animo.
Solo me da detalles que ya sabía. Y comienzo a frustrarme.
— Eso ya lo sé.
Pone sus ojos en blanco.
— Verás, Ainhoa está firme en la denuncia y al parecer no quiere dar macha atrás, aunque es obvio muchas personas y activistas la apoyan, pero al tenerlo todo tan planeado, solo demuestra que la está asesoran alguien con experiencia o influencias. Aunque no estoy segura, porque ella te odia y quiere hundirte.
— ¿Necesitaré regresar a Lima?
— No que yo crea, los abogados se están encargando de todo eso, incluso tu padre ya metió la mano en el caso.
— ¿Mi padre? — ella asiente — Eso es raro.
También menciona que temían que agregara abuso sexual en los cargos, ya que se podía esperar cualquier cosa de ella, porque si se menciona el abuso y al ser un caso público, solo acortarían el tiempo y pedirían inmediatamente prisión preventiva. Aunque la acusación de ocasionar un aborto ya hace que la policía me ponga bajo la lupa sin siquiera tener orden de captura. El estar en esta posición no me agradaba, pero solo tenía que ser positivo hasta que las cosas se calmaran.
— Lo que estás haciendo con esa niña, no está bien. — cambia de tema.
— No estoy haciendo nada.
— ¿Te gusta?
— ¿Qué? — me rio — Por supuesto que no, solo me causa curiosidad su forma de vivir.
Se ríe ante lo que acaba de decir y se para a buscar algo en la nevera.
— ¿Qué es esto? — saca el táper que había traído Clara.
— No lo abras — hablo con rapidez — Regrésalo donde lo sacaste. Ahora que lo recuerdo…
— No — responde antes de pedirle algo.
— Pero si ni siquiera he termino de decirlo.
— Todo lo que pides es referente al caso de tu ex o de comida y ya estoy cansada.
Le aviso que iría a comprar pescado para hacer ceviche en el almuerzo. Miro lo hora y ya se estaba haciendo tarde.
Salgo de la casa y escucho el motor que me hace voltear. Achino mis ojos al ver como Clara baja de la moto, se tropieza y cae en los brazos de ese hombre que trabajaba con ella. — Bufo — ¿Quién se creía para invadir su espacio personal?
Ingresa a su casa antes de despedirse. Camino hasta su casa, pasa a gran velocidad por mi lado, no sin antes dándome una sonrisa de soberbia. No me caía para nada ese hombre y no sabía por qué.
Al acercarme puedo notar que la puerta estaba abierta y apresuro mis pasos. Al llegar la encuentro semi acostada en un sillón y su palidez era obvia, corro hacia ella alarmado.
— ¿Clara estás bien? — estaba llena de sudor — ¿Me escuchas?
Mi preocupación me invade y palmoteo sus mejillas para que pueda despertarse.
— Lorena — grito rogando que pueda oírme — Lorena — vuelvo a gritar.
Al no escuchar respuesta, la cargo en mis brazos y salgo de su con mucha rapidez, necesitaba una movilidad para llevarla al hospital. Mientras corría intentaba que de despierte hablándole y rogándole que abra los ojos, que necesitaba que se despertase.
— Muchacho — grita la señora que era dueña de la tienda — ¿A dónde te llevas a mi muchacha?
Volteo a mirarla y corro hacia ella y le explico que Clara estaba desmayada y no reaccionaba, me manda a donde tal Don Pedro que tenía su auto y con suerte podría encontrarlo, dejé a Clara encima de un mueble y corrí hacia la dirección que me había indicado, el señor estaba a punto de salir y le suplico a nombre de Clara. Reconoció su nombre y aceptó ayudar. Una vez en la casa, metí en los asiento de atrás a Clara y la dueña de la tienda iba de copiloto.
Volví a palmear su mejilla para que reaccionara, pero era en vano.
Editado: 01.07.2024