Capítulo 16: Lucas B.
Los días en la clínica son agradables, pero a la vez cansados. He podido tener un acercamiento agradable con la futura mamá y eso me agrada, me hace sentir bien. El hecho que Clara se sonroje cada vez que las enfermeras dicen que tiene un “esposo muy amable” hace que los días en estas cuatro paredes sean más amenas.
El bebé ha tenido una evolución favorable y las vitaminas que están dándole a Clara estaban dando buenos resultados, aún recuerdo como se le iluminó el rostro al escuchar los latidos de su bebé. Sus ojos se le llenaron de lágrimas y no pude evitar abrazarla, su felicidad me hacía sentir pleno y aún no comprendía por qué.
El hecho de que Clara me haga parte de su embarazo, me hacía sentir un pequeño calor en el pecho, me hacía sentir embriagado, era algo nuevo, pero no sabía como explicarlo. Poco a poco nos hemos abierto ante la sinceridad de cada uno, pero aún no puedo decirle que tengo una demanda por abuso físico y psicológico. Evidentemente falsas, pero no dejaba de ser una acusación, tenía miedo de su reacción, miedo que me pudiese alejar, más aún cuando recién he podido acercarme a ella.
— ¿Enciendes la televisión? — sonríe y eso la hace ver más joven de lo que es — Alguna película para el aburrimiento.
— ¿No quieres ver las noticias? — intento que cambie de opinión.
Las veces que hemos visto películas, mayormente son de comedia romance o romance puro, y con cada final, termina llorando; siempre le echaba la culpa a las hormonas, pero algo me decía que era así de sensible. Cada que podía la molestaba y recalcaba que era el embarazo.
— No voy a llorar — reniega sola.
— No he dicho nada — me río.
— Pero hasta aquí puedo escuchar tus pensamientos, así que enciéndelo.
— A su ordenes mi señora.
Enciendo y comienzo a buscar alguna película que sea agrado de Clara.
— No hay nada bueno — bufa.
— ¿Noticias? — volteo a mirarla y ella niega sonriendo — ¿Lo apago? — vuelve a negar.
— Déjame buscar a mí — extiende su mano y le entrego el control — Te enseñaré como se busca.
La sonrisa de su rostro no se borra y encuentra una película, una que ya estaba cansado de ver, Ainhoa siempre la ponía cuando estaba aburrida, pero disimulo mi desagrado cuando le presta su completa atención. A cada nada comenta algo de la película, sobre la vestimenta, el negativismos del personaje masculino o lo cruel que era a veces la vida para siquiera planear su propio suicidio. Mi desagrado comienza a esfumarse y me río cada que ella reniega por lo bajo.
— No lo creo — musita cuando la protagonista recibe las medias de su infancia — Eso es mucha ternura para mi corazón.
— Y vas a llorar de la ternura — me le burlo.
— No voy a llorar, va a terminar bonito — suspira.
No quería malograrle su esperanza con un final feliz, tenía el derecho de ilusionarse con un final de color de rosa.
— No lo creo — moquea — Eso… eso es cruel.
— Es su vida — comento — Tiene derecho a hacer lo que quiere.
— Sí, pero no cuando estás lastimando a otra persona.
El llanto no cesa y se prolonga más y más, me le acerco y me siento sobre la camilla y la abrazo.
— Se murió — hipea — ¡De que sirve su carta!
— De ese modo quiere que ella viva como él algún día lo imaginó — niega sobre mi pecho.
— Se murió, egoísta — reniega y eso me hace sonreír.
Era increíble como se podía cambiar los recuerdos por unos mejores, a partir de ahora, recordaría sus pucheros, sus quejas por la trama de la película.
— Aún no lo creo — seca las lágrimas de su rostro.
Le suelto y veo como sus mejillas estaban sonrojadas al igual que su nariz. Ni hablar de sus ojos, estaban rojos e hinchados y aquello solo me hizo recordar la primera vez que la vi.
— Nandito no ha venido. — su comentario me hace arrugar mi entrecejo involuntariamente. — ¿No te cae?
— Claro que sí — miento — Es bien… ¿Agradable?
Eso la hace reír.
— ¿Por qué no te cae? — curiosea — Es un buen chico, es amable, podrían ser amigos.
Eso nunca podría suceder, ese hombre no me agradaba por nada del mundo.
— Estoy bien así — sonrío. — Que tú seas su amiga es suficiente.
— Tengo una duda.
— Ni una duda más señorita — acomodo la almohada en el sillón para acostarme.
Bufa divertida y apaga el televisor, los días que llevaba con ella había descubierto que no podía dormir con ruido y las luces encendidas, lo cuál agradecía, porque era un poco estresante el intentar dormir con molestias. Al día siguiente es la primera en despertarse y cuando abro mis ojos ella ya estaba desayunando.
— ¿Te desperté? — niego.
— ¿Qué hora es?
Mira la pantalla de la televisión y achina sus ojos.
— ¿Las ocho de la mañana? — hace una mueca con los labios — Pensé que era más tarde.
Paso al baño, hago la limpieza base y vacío mi vejiga.
— ¿Vas a demorarte? — noto su prisa.
— No — salgo — Es todo tuyo.
Ingresa al baño jalando el perchero del suero. Me quedo en la habitación, mirando la televisión, pero no había nada interesante. Salgo para realizar una llamada a Robert, quería hablarle acerca de Clara y el hecho de que Lorena regresaría lo antes previsto.
— Te iba llamar antes de que me llamaras — suena serio.
— ¿Qué pasó?
— Eso te quiero preguntar ¿Qué está pasando con Lorena?
— ¿Nada? — camino hasta la recepción y siento miradas y cuchicheos.
— ¿Embarazaste a Lorena?
— ¿Qué? — me asusto — ¿No tenerme a tu lado te está volviendo loco?
— Lucas, no sé que es lo que ha pasado durante estos meses en Tumbes, ni lo que has hecho con Lorena — inhala con fuerza. — No me interesa tu visa sexual…
— ¿Qué pasa hermano?
— Has salido en televisión nacional, Lorena comprando vitaminas y ropa de mujer embarazada. Tú abrazándola en la entrada de un clínica — susurra gritando — ¿Qué falta, tú casándote?
Editado: 01.07.2024