Capítulo 20: Clara K.
Estaba emocionada, no lo iba a negar. Estaba feliz y podía aceptar orgullosamente que estar a solas con Lucas se había convertido en uno de mis momentos favoritos.
A veces siento que es mucho para lo que verdaderamente merezco, pero él una y otra vez me ha repetido que merezco más, pero más que todo soy consciente que cada decisión a partir de ahora no solo me afectaría a mí.
Lucas había arreglado todo para la parrilla, aunque tengo miedo que pueda quemar la carne, él me aseguró que era muy malo para cocinar un estofado de pollo, pero la parrilla era lo único que sí podía estar orgulloso y lo descubriría el día de hoy.
Termino de bañarme, miro por el balcón como estaba atardeciendo y el color del mar matizado por el naranja del sol, era una obra única. Busco uno de los vestidos largos, color verde con estampado de hojas pequeñas. Elijo las sandalias con correa, el cabello lo dejo suelto y omito el maquillaje.
Al bajar las escaleras, lo busco y lo encuentro en la parte trasera, la que daba acceso directo hacia la playa.
—Estás hermosa — es lo primero que dice cuando nota mi presencia.
—Tú no te quedas atrás — sonríe.
Él tenía un short clásico de color azul, con una camisa estampada, los mocasines acompañaban su vestimenta, su cabello lo llevaba un poco alborotado.
—Siéntate — me indica. — Sé que no puedes beber alcohol, así que me he tomado la molestia de conseguir un vino no con cero porciento de alcohol.
—¿Es seguro? — pregunta insegura.
—Es como un jugo de uva.
Pone en frente de mí una copa vacía. La parrilla portátil estaba en una esquina de la mesa, que era ancha y extensa. Saca el vino de la cubeta de hielo, me sirve y luego a él.
—Brindemos por nosotros, por los tres — un calorcito se me instala en el pecho, estaba considerando a mi hijo.
Extiendo la copa y el choque da un pequeño tintineo. Hablamos de todo un poco, de cómo descubrió su pasión por la escritura, como ingresó, dando pequeños datos sobre su familia, yo encantada le escuchaba cada palabra que salía de sus labios.
— Lorena se oponía a contratarme, pero Robert programó una reunión con otro directivo y me contrataron, aunque suena muy fácil, tuvieron que evaluar mis manuscritos, y estudiaron las ventas del primer libro que publiqué independientemente.
—Pensé que solo te llamaban y listo.
—Eso me hubiese ocasionado tanto estrés. El que estuviera a cargo de mi contratación una persona que no conocía sobre mi familia, me hizo sentir orgulloso, porque sabía que estaba dentro de esa agencia por mi propio mérito. — suspira.
—¿No te incomoda ser tan famoso?
—Si — responde sin pensarlo — Tengo que estar pendiente de esconderme en el público, mi privacidad se ha disminuido y la traición es mucho más probable.
—¿Por eso decidiste el pueblo que está más alejado?
Se queda en silencio y agarra la copa dando un pequeño trago.
—Digamos que sí — se concentra en los carboncillos rojos que ardían del calor — Llegué a ese pueblo para resguardarme del mundo mediático en el que vivía, en el que vivo.
Se toma el vino de dos grandes tragos, podía sentir que hablar del tema le incomodaba.
—No es necesario que hablemos de eso — sonrío, extiendo mi mano para agarrar la suya — Ya habrá tiempo para hacerlo.
—No — agarra mi mano con fuerza — Quiero que sepas mi versión, la razón por la que estoy ahí, quiero hacer las cosas bien contigo. Lo mereces.
—Lucas — musito.
Me levanto de mi asiento y camino hasta donde estaba él para sentarme a su lado.
—Estoy siendo acusado de maltratar psicológica y físicamente a mi ex pareja. — habla tan rápido como si tuviera miedo de arrepentirse. Me mira directamente a los ojos — Pero es mentira, yo sería incapaz de hacer eso, estoy en contra de cualquier tipo de violencia.
Sus ojos brillaban, buscaba en mi rostro alguna respuesta, impaciente.
—Sé que no estás obligada a creerme, pero tampoco quiero ocultarte la verdad; tengo una investigación judicial en estos momentos, por eso tuve que mudarme al pueblo, porque sé que nadie me encontraría ahí.
—Tienes el derecho de apartarme de tu vida — toma mi rostro con ambas manos y apega su frente contra la mía, cerrando los ojos. — Estás en tu potestad de dudar — su voz tiembla — Pero si crees en mí, si sientes que digo la verdad, puedes quedarte, pero no te mentiré, no sé cuánto tiempo podré estar oculto hasta que los periodistas me encuentren, o que el mismo juez esté en mi contra. Las pruebas que tienen son fuertes, tanto que parecen reales.
—Te creo — musito — Sé que eres incapaz de hacer algo así, me lo has demostrado en estos meses.
Abre sus ojos, no despega su mirada de mí.
—¿No mientes?
Niego con mi cabeza y sonrío, levanto mis manos hasta su rostro, y me acerco más para unir nuestros labios, poniendo mi confianza en él.
—Estaré a tu lado contra el mundo — hablo sobre sus labios — Estoy aquí para apoyarte, para no dejarte solo en esta lucha.
Mi labio tiembla de emoción, no había duda, las hormonas del embarazo me están haciendo más sensible de lo que era.
—No me has juzgado en ni un momento, ni siquiera me has preguntado quien es el padre del hijo que llevo dentro, Lucas, como podría dudar de ti cuando me has demostrado todo lo contrario a lo que dice la televisión de ti.
Se aleja un poco mirándome asombrado
—¿Televisión?
Él no había mencionado nada respecto a la televisión, sobre los reportajes que hablan mal de él, que lo denigraba como escritor y como persona.
—Sí, lo supe hace unos días.
—No dejas de sorprenderme — musita antes de besarme, con emoción evidente.
Sus manos pasan por debajo de mis piernas y hace me suba sobre su regazo, pongo mis brazos por encima de sus hombros, empuño su cabello entre mis pequeñas manos. Abro mi boca intentando respirar, pero él aprovecha esa oportunidad para meter su lengua y su atrevimiento aviva mi calor. Halo con fuerza su cabello, y se le escapa una queja desde el fondo de su garganta.
Editado: 01.07.2024