Capítulo 21: Clara K.
La noche se sintió larga y eterna, los secretos que se habían estado guardando salieron a la luz y en cierto modo podía sentir alivio de que sea él el que me hubiese aclarado la situación.
Cuando estuve hospitalizada, mi único entretenimiento era la televisión, donde tenía información de fácil acceso. Hubo una noche en la que tuve que estar sola hasta muy tarde; Lucas y yo habíamos discutido por primera vez, se dio cuenta que no tenía teléfono y quiso comprarme uno, pero me negué, rotundamente.
Al parecer estaba muy empecinado a comprarme un teléfono, que ese mismo día en la tarde lo trajo y me lo entregó, envuelto como un regalo. Cuando me di cuenta que no había respetado mi decisión y que lo había pasado por alto. Me enojé.
No tenía por qué verse obligado a comprarme nada, el que haya aceptado su ayuda con la clínica, los medicamentos y entre otras cosas referentes con la salud de mi bebé, era por ello mismo, porque no podía poner mi orgullo por delante cuando la vida de mi pequeño estaba en riesgo.
Lucas una vez más me demostró la paciencia que tenía, solo me observó, escuchó todos mis reclamos y no dijo nada hasta que me cansé. Lo único que dijo fue:
«Perdóname por hacer las cosas a mi manera, pensando que estaba ayudándome, y no me percaté en cómo te sentirías al hacerlo, acepto que fue mi error, pero por favor no te alteres que le hace daño al bebé»
Luego de eso salió, diciendo que me daría mi espacio y aunque se fue y acepté que me diera mi espacio, le extrañé por ese corto tiempo que se ausentó; encendí la televisión, me concentré en un canal nacional y fue así que de esa manera pude enterarme de lo que estaba siendo acusado, no iba a negar que dudé, pero en cada momento que pasaba junto a él y me demostraba todo lo contrario que decían, incluso cuando estuvo pasado de copas, su actitud no se volvió agresiva, fue como un gatito juguetón que querían que lo mimara en cada momento.
Es por eso que confiaba en él y esperé hasta que él mismo me lo contara y no me equivoqué al hacerlo.
Tenía miedo, no lo iba a negar, tenía miedo de que su ex pareja sea capaz de lastimarlo aún más de lo que ya lo estaba haciendo, podía ver que para él no era fácil el estar pasando por todo esto, muchas personas han dejado de creer en él, incluso su familia.
Lucas me tendría a mí, para sujetarse y apoyarse si las cosas salían de control, no sabía cuánto tiempo durarán los problemas, pero intentaría buscar los colores armoniosos dentro de la escala gris; quería que las cosas funcionaran, quería hacerlo bien, así como él ya me lo había dejado claro.
Decir el verdadero origen de mi pequeño aún me atemorizaba, quizás él no me volvería a mirar de la misma manera, seguro me juzgaría, porque yo también me señalaba, aún no podía creer lo que había pasado aquella noche, al llegar tanto a mi descontrol de tal manera que eso tuvo su consecuencia. Me aterra la idea de ser juzgada por él y perderlo, aunque ya estaba decidida a contarle, era algo que lo necesitaba, al menos quería que una persona supiera la verdad, y quería que sea Lucas, alguien que se está ganando mi cariño. Escogería el momento adecuado, cuando se tranquilice, al menos por lo que acaba de pasar.
Cuando dijo que creía que alguien nos estaba fotografiando, le dije que quizás podrían ser ideas suyas, aunque también me asusté porque el hecho de que nuestra privacidad se viera violada y no poder ser libre de hacer lo quisiéramos por el temor de que podríamos ser publicados a televisión nacional, dando así pase libre a personas que no conocemos a que se crean con la potestad de juzgar nuestras vidas.
—Sé cuándo alguien me está acechando, es parte de mi vida — fue lo único que dijo antes de ingresar.
Hizo que ingresara y cerrara las cortinas, cuando ingresó él pude ver que estaba nervioso y ansioso, luego se encerró en su habitación, no sin antes prometerme que nada de esto me iba a perjudicar y que haría lo posible de que mi identidad no sea revelada. A pesar de que el que estaba siendo acechado era él, seguía preocupándose por mí.
Estuvo en su habitación por un largo tiempo. Podía escuchar su voz alterada, reclamando, no entendía con claridad lo que decía, pero podía sentir que esta situación no le agradaba y lo estaba poniendo al límite. Estar pendiente de eso solo hacía que mis uñas sean víctimas de la ansiedad, así que decidí entretenerme como mejor lo sabía hacer. En la cocina busqué lo que podía encontrar, y me dispuse a preparar postres, cuidando de no hacer ruido.
No sé cuándo tiempo pasó, tampoco fui consciente de la cantidad que estaba preparando, ni lo concentrada que estaba hasta que logré escuchar su voz.
—Eres aún más hermosa cuando te concentras.
Levanto mi mirada, estaba más calmado que antes, su ceño ya no estaba fruncido, una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.
—Deberías dejar de hacer eso — me volteo intentando cortar la masa.
—¿Por qué? — puedo asegurar que estaba sonriendo más ampliamente — Me gusta decir lo que veo y ahora estoy viendo a mi hermosa novia luciendo más hermosa de lo que es con ese delantal y harina sobre sus mejillas.
Camina hasta llegar a mi lado y volteo frunciendo el ceño siendo consciente que mis mejillas estaban rojas a causa de él.
— Deja de fruncir el ceño qué te vas arrugar — pone su dedo índice haciendo que me relaje. — ¿Qué estás haciendo?
No podía decir si estaba queriendo omitir el tema, pero lo dejaría para después, dejando la timidez a un lado y disfrutando la noche solo por hoy, como si no hubiera gigantes intentando destruirnos, como si no hubiera miedos ni secretos ocultos. Intentaría disfrutar la noche como si mi corazón estuviera en paz, disfrutando de los rollitos de canela y mirando películas románticas.
— Haces los mejores dulces que he probado — lame sus dedos, sus ojos brillantes.
Editado: 01.07.2024