Capítulo 26: Lucas B.
El canto de las aves me despierta, aún no había amanecido al parecer, o eso intuía yo por que aún no estaba del todo claro.
Clara se remueve, alejándose más de mí y sonrío, el calor era insoportable, acomodo su cabello que estaba sobre su rostro, las pequeñas pecas que tenía por encima de sus mejillas y nariz, son los primeros que me dan la bienvenida.
Me siento sobre la cama y me percato que su vestido de dormir estaba ligeramente levantado, acerco mi mano al dobladillo de su vestido y lo bajo, ocultando sus largas piernas. Antes de levantarme le doy un beso sobre su mejilla, la cual la hace gemir de molestia.
Sonrío y salgo de la habitación, subo hasta la mía y me cambio para salir a correr. Guardé la llave en mi bolsillo y salgo a correr alrededor del pueblo sin alejarme mucho; el sudor comienza a caer por mis mejillas, por mi espalda, verifico la hora y ya había corrido casi una hora, una de mis escapes aparte de escribir, era hacer alguna actividad física, seco mi frente con el dorso de la mano y me detengo a detallar mi alrededor, al parecer si me había alejado.
— Que hermoso paraíso — musito cansado arreglándome el cabello.
Busco el camino hacia el agua que escuchaba y poco a poco me iba acercando, al encontrarlo, me quedo maravillado con la vista. La hierba era verde, completamente verde, al parecer era un pequeño brazo del río, el agua estaba cristalina y se podía ver el interior de esta, como piedras pequeñas estaban en el fondo.
Miro a mi alrededor y me percato de que no había nadie, todo estaba despejado. Sonrío pensando en traer a Clara, pasar un buen momento sin la interrupción de nadie.
El sol ya había salido completamente, así que decido regresar antes de que Clara pudiera preocuparse, corro por el mismo lugar que había venido, al estar cerca me detengo y comienzo a caminar para regularizar mi respiración.
Al estar a algunos pasos de la casa, noto como un hombre con zapatillas, camisa y pantalón con gorro, estaba afuera husmeando, la ira se dispara por todo mi cuerpo sin controlarse y apresuro mis pasos hacia donde él estaba.
—¡Oye! — lo agarro del cuello de su camisa y lo acerco con ira — ¿Qué mierda haces?
—Déjeme…
—¿Quién te ha mandado? — vocifero — ¿Quién te está pagando? Responde hijo de puta.
—¡Lucas! — escucho la voz de Clara — Suelta al pobre hombre.
Volteo, ella estaba aún con el vestido de dormir y la puerta semi abierta.
—Ingresa — le pido — Ingresa, maldita sea. — Me desespero.
Ella se asombra, pero obedece, me concentro el hombre que tenía en mis manos y lo empotro en la pared de la casa, no mido mi fuerza, es lo que menos me interesaba en estos momentos.
—¿Quién te mandó? — hablo con la mandíbula tensa. — Dime la verdad, si no quieres perder tu maldito trabajo.
—Na..nadie — en sus ojos puedo ver asombro — Soy.. soy independiente.
—No te creo ni una palabra — lo miré fijamente — Dime la verdad.
Apreté más mi agarre.
—No me haga daño — musita.
—Tolero cualquier mierda de tu trabajo, pero no cuando te metes con mi mujer, tenlo claro — asiente — Dame tu maldita cámara.
Lo suelto y sin protestar me entrega su cámara.
—Por favor no la dañe — suplica — es mi única herramienta de trabajo.
Saco la memoria y le entrego la cámara.
—Dile a la persona que te envió, que si sale alguna foto de mi chica lo lamentará gravemente.
Mis palabras le hacen perder el color del rostro y asiente nervioso.
—Ahora lárgate, no quiero volver a verte.
No espera ni una palabra más y se apresura, no espero a ver como desaparece e inmediatamente ingreso y busco a Clara. La encuentro en la mesa de la cocina, con una taza entre las manos.
—Mi amor — intento acercarme, pero su mirada fría me detiene.
—¿Quién era?
—Era un fotógrafo, un paparazzi, seguramente alguien lo ha enviado, podía permitir que te vea. Mucho menos cuando recién estás levantada.
Entrecierra sus ojos analizándome.
—Debes creerme, no soportaría que seas parte de un titular malicioso.
—Te entiendo — cierra sus ojos y respira lentamente — Pero no vuelvas hacerlo otra vez, estuve asustada, pensé que había pasado algo horrible.
—Es algo horrible — me acerco y esta vez sí permite acercarme — Perdóname por asustarte, no volverá a suceder.
Asiente y sonríe. Desayunamos y fuimos a la clínica para que le hagan una chequeo mensual, para ver cómo estaba el bebé, felizmente estaba tenido una buena evolución, todo estaba bien según había dicho la doctora, pero había algo que le incomoda y no nos dijo porque no tenía la seguridad, pero sí dijo que teníamos que tener cuidado, Clara no debería experimentar emociones fuertes. El otro mes la tendríamos que visitar, ya tenía 4 meses de embarazo y podría decir que su barriguita ya se nota, y me parecía la mujer más hermosa.
Al regresar al pueblo, le propongo ir al pequeño paraíso que había encontrado, para mi sorpresa no se niega y acepta mi proposición; le recomiendo que se ponga la ropa más cómoda que tenía.
Caminamos un tramo largo, pero valió la pena, al llegar miró el pequeño riachuelo, la sonrisa de su rostro no se iba, la cual era satisfactorio para mí. Le hice quitarse las sandalias y la guíe dentro del agua. La corriente no era fuerte, mucho menos estaba hondo, podías sentarte de manera que de las cintura para arriba quedaba seco.
Se sienta en medio de mis piernas, apoyando su espalda en mi pecho, inmediatamente mis manos se posicionan en su vientre y puedo sentir su vientre levemente tomando forma.
—Está creciendo — sonrío mirando su vientre entre el agua — Será fuerte y luchador igual que tú.
Asiente levemente, la escucho como suspira con brusquedad, como si se sintiera intranquila.
—¿Sucede algo? — niega — ¿Qué es lo que te incomoda?
Editado: 01.07.2024