Capítulo 33
Lucas B.
— Tenemos de mucho que hablar, comenzando por ese espectáculo que montaste — me recrimina Roger.
— Solo demostré un poco de cariño — me defiendo y abrazo a Clara por los hombros y noto como estaba concentrada mirando por la ventana mientras comía chocolate.
— Esperemos que no hablen mucho, lo que en realidad quería preguntarte — mira por el espejo retrovisor y me mira rápido para poner su atención en la pista — ¿Mandaste la denuncia o carta notarial?
—Aún lo estoy pensando — miento — ¿Sabes cómo está mi padre?
—No mucho, tu madre se ha puesto muy reacia a cualquier contacto que se quiera tener con él. Todo lo que sabemos es por… — carraspeó incómodo.
—Lo entiendo — me limito a decirlo — Quiero pasar por el hospital primero, luego llevas a Clara a la mansión y la instalas en mi habitación.
—¿Mansión? — musita Clara y asiento — No me avisaste.
Sonrío y limpio el chocolate que estaba en la comisura de sus labios.
—Tienes un novio famoso, millonario y empresario — levanto una de mis cejas divertido — ¿Esperabas menos?
Sonríe y empuja mi frente con su dedo índice.
—Eres muy arrogante.
—Lo sé y me amas.
Beso sus labios saboreando el sabor del chocolate.
—Hay público — Roger finge toser. — Aprecio sus demostraciones, pero se los agradecería que no lo hagan delante de un desdichada alma.
Lo miro entrecerrando los ojos, porque no se estaba comportando como comúnmente se comportaba. Estaba siendo muy informal e incluso gracioso.
—Estamos por llegar al hospital — habla serio cuando se percata de mi mirada.
—Roger te llevará donde mis padres, no nos quedaremos mucho tiempo ahí. No te preocupes.
Beso su frente y salgo.
—Cualquier cosa me llamas, así sea lo más mínimo — sonríe y asiente.
—Sí mi capitán, a sus órdenes — bromea.
Era increíble que siguiera riendo a pesar de todo, era lo que más admiraba de ella, era lo que tanto anhelaba para mí.
Camino hasta ingresar al hospital y me pongo el gorro para que no me reconozcan de inmediato.
—Buenas tardes — saludo a la recepcionista — El paciente Bustamante, zona vip.
—Claro joven — sonríe amablemente la anciana. — Piso 5, habitación 506.
Asiento agradeciéndole y subo por el ascensor e intento tranquilizarme. La última vez que hablé con él, solo fue cuando me reclamó y me recrimina el haber estado con Ainhoa. Lo comprendía, porque yo también lo hacía.
Sigo caminando y busco la habitación que la enfermera me había indicado.
Encuentro un hombre trajeado en la puerta y lo reconozco como uno de los guardaespaldas de mi padre.
—Joven su madre se encuentra en la habitación.
Asiento y abre la puerta.
—¿Por fin te acuerdas que tienes padres? — La voz acusatoria es lo primero en recibirme y solo la miro.
—¿Cómo está? — me acerco hacia el otro lado.
—Felizmente vivo — resopla — Le dije a tu hermano que no te dijera nada.
Escucharla mencionarlo, me enfurecía y más cuando le había dejado en claro que no lo volvería a repetir.
—¿Qué tiene mi padre? — pregunto observando su rostro pálido.
—Plaquetas bajas — mira sus manos y juega con uno de los anillos que tenía en la mano — No hay de qué preocuparse.
—¿Tantas semanas internado para eso?
La escudriño con la mirada y podía sentir que mentía.
—No está mal darse una vacaciones con esta excusa. — sonríe o al menos lo intenta y evita mi mirada.
—¿Por qué mientes madre? — me siento en uno de los sillones. — Mi padre está inconsciente en una cama, pálido.
Hablo despacio he intentado controlarme.
—Yo…yo no creo que deberías de saber — mira a mi padre — No necesitas preocuparte, bastante tienes con lo del juicio.
—¿Ahora eres considerada? — sonrío con ironía.
—Si no me lo dices, me lo dirá el doctor. — se queda en silencio y me levanto decidido.
—Se ha desvanecido por el estrés del trabajo, está reposando, no necesitas preocuparte. — la miro, luego a mi padre, no me termino de convencer, pero decido creerle.
—¿No hablarás de la mujer que aparece en las portadas? — la voz de mi madre se vuelve dura. — Necesito saber quien es la mujer que trata de ingresar a mi familia.
—Es la mujer que amo, mí familia. No necesitas aceptarla.
—¿Te das cuenta de lo que estás hablando? — el entrecejo lo frunce.
Está sentada en el sillón con las piernas cruzadas, bien peinada. La falda que tiene le hace juego a los tacones altos que está utilizando. No importa el frío que haga, ella está perfectamente prolija sin inmutarse, ya que el aire acondicionado está calentando la habitación.
—¿Quiénes son sus padres? — habla sin mirarme — ¿Es otra muerta de hambre como Ainhoa?
—No las compares, son mujeres muy distintas.
—¿Distintas? — se ríe con ironía y por fin centra su mirada en mí — Obvio que son diferentes, Ainhoa fue inteligente y no se embarazó.
—Clara es…
—Su nombre es Clara — sonríe degustando el nombre en su lengua — Insulso, sin carácter.
Controlo mi respiración y cierro mis ojos con fuerza para no hablarle mal a la mujer que tenía al frente de mí.
—Te pido que la respetes.
—Hijo, una mujer así ni siquiera se respeta. A la primera oportunidad salió embarazada.
—Yo amo al hijo que tiene en el vientre, igual que la amo a ella. Ahora son mi familia.
—Déjate de tonterías Lucas — levanta su voz — Ni siquiera sabes quienes son sus padres, es una muerta de hambre. ¿Con qué osadía podría ser parte de nuestra familia? — respira escandalizada — Sería una vergüenza.
Traté de contenerme, pero no podía seguir escuchándola lanzar el veneno que Clara no merecía.
—Vergüenza da el hijo bastardo que mi padre adoptó como suyo.
Siento como me asesina con la mirada, abre y cierra la boca escandalizada.
Editado: 01.07.2024