Capítulo 35
Clara K
Ese día Lucas no fue él mismo, lo sentía ansioso y en alerta, a pesar de estar en la casa de sus padres, él no se sentía cómodo.
Yo estaba igual o peor, las palabras de su madre me dejaron claro que yo no era bienvenida en esta casa, en esta familia y aunque deseaba poder llevarme bien con la madre del hombre que amaba, ese deseo se había estancado.
Dormimos juntos en su habitación y nos levantamos temprano para la cita que ya había programado con anterioridad. Salir a la calle no me gustaba, sentía que estaban acechándome en cada momento, como si mi decisión de ser feliz junto a Lucas, era algo prohibido, un pecado.
Salimos del auto y subimos hasta el área de obstetricia. En ni un momento deja de sostener mi mano y se lo agradecí, porque a pesar de todo lo que estaba pasando, necesitaba un poco de seguridad, por parte de él.
—El doctor McGuire está en consulta. — habla la enfermera que estaba en recepción.
—Avísale que Lucas está aquí.
Nos sentamos en unos asientos libres y mis pies me lo agradecen. Unos minutos después entra una llamada a Lucas y este se levanta para poder responder. Se detiene a hablar en una esquina y puedo notar que lo que le estaban diciendo no era de su agrado, su mano libre estaba en su cabello y luego soba su cuello intranquilo.
Eso solo me pone ansiosa y de inmediato mis uñas son víctimas de mi ansiedad.
—Bustamante — habla la enfermera y volteo a mirarla — Puede ingresar señora.
Asiento y con la mirada le indico a Lucas que era nuestro turno, pero estaba tan sumergido en la llamada que me ignora. Decido entrar sola y me encamino hacia el consultorio del ginecólogo.
—Buenos días — habla el doctor esperando mi nombre.
—Clara Keller.
Asiente y me invita a sentarme.
—Señorita Keller, ¿cuantas semanas tiene?
—Unas 22 semanas aproximadamente.
Pongo el folder de los controles anteriores sobre el escritorio.
—Estos son los controles que llevé en Tumbes.
Él los recibe y comienza a leerlos, sonríe con cada hoja que pasa y no logro entender su reacción.
—Es un bebé muy fuerte, es todo un Bustamante — sonríe mientras me mira e intento seguirlo. — Primero voy a tomar tu presión arterial, para ver que todo esté en orden.
Asiento. Se levanta de su asiento y se pone a mi lado, envuelve mi brazo y comienza a presionar la bombilla y siento como mi brazo es aprisionado por la presión. Mira el barómetro y entrecierra sus ojos.
—¿Has sentido dolores de cabeza?
—Leves — asiente.
—¿Mareos o vómitos?
—Últimamente estoy teniendo mareos frecuentes y muy fuertes, y sudoración a pesar de estar en el frío.
—¿Hace cuanto tiempo lo estás experimentando?
Regresa a su asiento y me pongo a pensar antes de darle una respuesta.
—Los síntomas eran leves cuando estaba en Tumbes, pero cuando he llegado a Lima han sido más constantes, pero seguro es por parte del embarazo.
—Tienes la presión alta.
—¿Mi bebé no corre riesgo? — niega y respiro aliviada.
—A partir de la semana 20 es normal que la presión arterial se eleve un poco, tu bebé no corre riesgo, aún.
Me indica que pase a la camilla y así lo hago, cuando mi vientre está descubierto pone gel para luego pasar el aparatito que hace esparcir todo el gel por mi vientre, no quita su mirada del monitor y su rostro inexpresivo solo me pone en ascuas.
—Tiene un buen peso para la semana que tiene.
Sonríe, pasa el aparato por debajo del vientre y se centra ahí.
—¿Quieres saber el sexo de tu bebé?
Un cosquilleo se apodera de mi pecho y asiento.
—Tendrás…
—Disculpa, disculpa amor la demora — la puerta se abre y entra Lucas.
Saluda a su amigo y este lo pone al tanto del bebé, los latidos de su corazón y el peso estaba normal, no había de qué preocuparse.
—Estaba a punto de decirle a Clara el sexo del bebé — me sonríe — Tendrán una hermosa niña.
—Una mujercita — sonrío mirando el monitor sin entender nada de lo que proyecta.
Unos minutos más y la ecografía termina, limpia mi vientre del gel y retomamos al asiento.
—Todo está perfecto con su pequeña, lo único que hay que seguir monitoreando es tu presión arterial, para que no se eleve mucho o si no tendré que recetar medicina para poder controlarlo.
—¿No corre riesgo?
—Por el momento no, solo hay que ver que no se siga elevando, si no será perjudicial para las dos. Nada de emociones fuertes y mantente en descanso.
Asiento todo lo que me indica, también comenta que no deje de tomar mis vitaminas, por el riesgo de anemia que presentaba y todo ello no era bueno para las dos.
Nos despedimos del doctor y salimos. Caminamos hasta el elevador y cuando ingresamos, un fuerte mareo me invade que tengo que sostenerme fuerte del abrigo de Lucas.
—¿Te encuentras bien? — pregunta examinándome con su mirada — Tenemos que regresar al doctor.
—No, yo estoy bien — sonrío.
Al llegar al auto se encarga de que esté cómoda en el asiento del copiloto.
—Debes tener mucho cuidado. — me reclama una vez dentro. — Vamos a tener que comprar un medidor de la presión, así estaremos tranquilos. Nada de comidas grasosas.
Me río por lo estricto que estaba siendo.
—Entonces deja de regalarme chocolates — bufo mirando la ventana.
Salimos del hospital, no sabía a dónde íbamos, porque las calles no las conocía, Lima era una ciudad nueva para mí y me encantaba.
—Yo no te regalo chocolates —frunzo mi ceño. — Solo alteraría el colesterol y te quiero sana, tú y mi hija.
Volteo a mirarlo sin entender lo que estaba diciendo, porque era claro que él me estaba regalando los chocolates.
—¿No me has obsequiado chocolates? — niega — En Tumbes, en mi cajón.
—¿De qué estás hablando?
Editado: 01.07.2024